Capítulo 14: Cerca y Lejos

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Spotify de Santi: Casi Humanos (Dvicio)

Me despierto un poco desorientada sin saber muy bien dónde estoy y levanto la cabeza para ubicarme. Ay, no estábamos preparadas para ese movimiento tan brusco, coño, me reprende mi voz interior. Me da vueltas todo y tengo ganas de vomitar. Joder. Casi no me da tiempo a llegar al baño cuando estoy echando hasta la primera papilla. Por San Pedro que me está esperando cuando me vuelva ángel que yo no bebo más cerveza.

- Puta cerveza - digo en el lavabo, cuando me limpio los dientes. Me miro y es mejor que no lo haga, porque estoy tan decrépita que parezco una enganchada al crack. No me he desmaquillado y casi no me acuerdo haberme puesto el pijama. Oh Dios.

Vuelvo a la cama y veo a la persona que ocupa la mitad de la gigantesca cama de matrimonio. Santiago descansa en mitad de la cama y a mi me entra de nuevo un horrible hipo que me hace taparme la boca. Joder, ¿Cómo cojones he acabado con mi cliente en el tipi los dos solos y durmiendo la mona? Pues porque la vida no te aprecia, guapa. Lo observo y me río porque es como un bebé gigante. Esas pestañas que Dios le ha dado descansan de manera graciosa sobre sus mejillas y ese lunar... Ese lunar...

Me hace gracia porque he armado un buen jaleo devolviendo toda la cerveza ingerida a lo largo de mi vida y él no se ha movido ni un pelo.

- Santiago... Santiago...- le llamo susurrando. Nada. Un muerto parece. Le pongo la mano en la nariz para ver si respira y noto su suave respiración, la de una persona dormida.

Lo observo un rato más. Será porque aún estoy bastante borracha, o porque me ha pillado de noche y me pongo más sensible, pero lo miro y me siento un poco abrumada por lo guapo que es. Lo es de una manera tan despreocupada, tan normal y le presta tan poca atención, que ha hecho que no me de cuenta. Cuando ésta noche hemos bailado... he sentido mariposas... no, he sentido a los ñus que mataron a Mufasa correteando por mi estómago. Me tenía abrazada, me miraba intensamente, como si me viera. A este chaval le molo. Ja! Que si le molo. Más que una Red Velvet de cerezas. La pregunta no es esa, guapa. La pregunta real es si él te mola a ti. Ignoro a la voz de mi cabeza que últimamente me parece más insoportable que de costumbre, y mira que somos la misma persona.

Me tumbo, mirando al techo, y me doy cuenta de que ha sido un error. Mirar al techo nunca es buena idea si te has puesto hasta el culo de cerveza de la mala. Me pongo de lado y no logro estar cómoda del todo. Empiezo a tener frío y a tiritar. Madre, la puta borrachera, quién me manda a mi seguirle los juegos a éste. Él siempre sale de rositas y yo acabo pasándolo mal, y eso que solo lo conozco desde hace unas 48 horas. Me tapo hasta las orejas y sigo sintiendo un frío indescriptible. Y parece que esta falta de temperatura no la siento solo yo, porque cuando estoy pensando en levantarme y ponerme alguna sudadera de Mimi, un brazo me envuelve la cadera y un pecho se pega a mi espalda.

Oh, no. Oh, no. Oh, no. ¿Y ahora qué hacemos? Piensa rápido. Apártalo y ya está, no pasa nada, seguro ni se despierta y aquí no ha pasado nada. Es tu cliente por Dios. Virgen del Socorro, si le das cordura a esta chica y me salvas prometo dejar a Lola hacer de las suyas en las cenas. Lo juramos.

Me quedo quieta unos segundos hasta que siento su respiración en mi cuello. Este debe estar muy acostumbrado a dormir abrazadito, porque tú lo conoces de hace dos días y mira como te agarra. Eso es una señal, huye.

Le cojo la mano con cuidado y se la voy retirando centímetro a centímetro, con una lentitud que las tortugas envidiarían. Pero cuando voy a poner su mano de vuelta sobre su cuerpo, se suelta y me vuelve a agarrar, ahora, incluso metiendo una de sus piernas entre las mías.

JODER.

Veo que no se ha despertado, y yo continúo pensando cómo quitármelo de encima. De pronto, me doy cuenta de que se me ha quitado el frío, un poco la borrachera y de paso el sueño. Me doy la vuelta, para quedar de cara a él pero dejando espacio entre los dos y deshacerme de su abrazo con los ojos cerrados, por si él se despierta, para que piense que estoy dormida.

Hasta que me devuelvas mi destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora