30- NÁUSEAS

1.3K 123 1
                                    

SEMANAS DESPUÉS.

NARELYS
Una ventaja de que mis amigas ahora se la pasen afuera o en el caso de Yuslevi que vivía con su novio, me dejaban todo el departamento para mi sola. Súper perfecto para mí porque ahora estaba besándome con Matthew contra la puerta y al mismo tiempo luchaba con la cerradura, entramos casi  a tropezones.

Lancé mi cartera por algún lado del departamento.

—¿Y tú compañera? —preguntó el rubio mientras me cargaba y yo enredaba mis piernas alrededor de su cintura.

—Con su novio así que tenemos el departamento para nosotros solos. —lo sentí sonreír contra mis labios. Mientras me llevaba a mi habitación para hacer chocar mi cama como habíamos venido haciendo hace días. 

Matthew y yo llevamos una relación segura como apasionada. No tenía quejas,  el gringo dormido es realmente lindo. Se veía tan lindo, al revisar mi teléfono vi que eran ya las ocho de la noche, me vestí con el camisón que había dejado encima de la silla de mi escritorio.  Para mi sorpresa me encontré con Alex saliendo de su habitación con un bolso deportivo.

— ¿Y el gringo? —preguntó al verme.

—Durmiendo, ¿y mi jefe? —ella me sonrió.

—Abajo esperándome, solo vine a buscar algunas cositas.

—Ja. Quien nos viera con novios y gozando de salir con ellos.

—Dijera Joshua: ¡al fin se acabó nuestra pava macha!….

//////////////////////////////////////
YUSLEVI.
Estoy que lloro brillitos como personaje de anime. El tiempo que llevaba mi libro siendo publicado había visto mucha aceptación, algunas cuentas y lectoras habían hecho Edits de la historia. De todos los personajes de mi novela, la suegra malvada era el favorito. Me reí interiormente, si Vanesa leyera no estaría tan feliz. Aparte de publicar mi libro, no tenido ganas de hacer absolutamente nada, es una ladilla tener que levantarme en la mañana para ir a trabajar.

Hoy Alex me pidió que me reuniera con ella a comer en el centro comercial. Mi amiga seguía igual de bella y atlética, tenía una sonrisa de felicidad que no se la quitaba nadie.

—Estoy tan feliz por ti mana —dije para después darle un gran mordisco al gigantesco emparedado.

—Si gracias, pero chama… ¿por qué estas comiendo como si el mundo se fuera acabar mañana? —trague.

—Ay no amiga es que repentinamente me ha atacado un hambre y todas horas. Yo sé que soy comelona pero hoy he pasado al punto en que trago como una obesa mórbida, a cada rato tengo hambre.

—Verga, ¿no estarás enferma?

—¿Enferma de qué?

—Chama discúlpame pero estas pálida y ahora comes como morsa, ósea eres bella  y no importa que talla seas solo digo que hay que tener control.

—Alex... —las palabras quedaron a media cuando llamó mi atención cierto castaño que no veía desde un mes. Me limpié la boca.

—¿Oye a dónde vas?

—A hablar con el innombrable. 
Dejé a Alex en la mesa y caminé hacia el hombre que hace unas semanas era como un segundo mejor amigo. Ares y yo terminamos frente a frente, seguía igual de guapo, después de todo era familia de Lyon, tal parece que en su árbol genealógico no había nadie feo. 

—Hola. —dije  con una sonrisa nerviosa.

—Hola. —de verdad que era incómodo.

—¿Y cómo has estado? —“¿por qué seré tan salía?” Esta conversación no avanzaba como quería y Ares parecía reacio, después de todo no es muy agradable cuando te confiesas y solo te dejan en la zona del amigo pero en mi defensa él sabía que yo estaba en una relación con su primo, fue Ares quien cagó todo confesándose.

©Amor en Seattle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora