9-LA APUESTA

2.1K 192 30
                                    

ALEX
-Muy bien Edward, has una cincuenta repeticiones más y terminamos por hoy -el pelinegro comenzó hacer barras, mientras yo me encargaba de acomodar todas las pesas que habíamos utilizado.

Ya llevamos trabajando juntos unas semanas y el pelinegro había sido un cliente muy obediente, hacia los ejercicios sin poner peros, no cometía errores. Lo único que le reclamaba era...

- ¡Edward deja de verme el trasero! -reclame al encontrarlo viéndome de manera lasciva, el tipo tenía un aura angelical pero también tenían un lado perverso.

-Lo dejaría de hacer si tu dignaras aceptar mi propuesta. -fruncí mi ceño. Recordaba la vez en que nos habíamos quedado nosotros dos solos en el segundo piso y lo que él dijo.

"¿Quieres follar? Te aseguro que no te vas arrepentir, soy muy delicado cariño". En ese momento no me contuve y le golpee en el rostro y decidí irme de ahí, el muy atrevido sólo soltó esas palaras con tanta normalidad, como si estuviera hablando del clima.

¡No se le pregunta a una mujer si quiere follar contigo mucho menos si es tu instructora y trabaja para ti! El muy cabron tuvo que rogarme y dar un buen aumento de pago para que decidiera volver a trabajar con él, pero no se daba por vencido con sus intentos de "conquistarme" si es que a lo que él hacia se le podía llamar conquista.

-¿Quieres otro golpe en tus pelotas? -pregunte con una ceja levantada y el hizo un puchero como si fuera un niño. Termine de recoger mis cosas de mi casillero, ya era hora de irme.

-¿Por qué no me tomas en serio?

-Porque cada palabra que sale de tu boca son incongruentes y tontas, la única relación que nosotros tendremos será cliente-instructor y si sigues así ya ni eso.

-A ver Alex, ¿y si yo quisiera salir contigo en un plan que no sea instructor cliente?

-Te respondería con una rotundo no. ¿Acaso quieres que me corran? Yo no salgo con los clientes -respondí severa pero él ni se inmuto, ya estábamos saliendo del gimnasio, aún era temprano y podría tomar el bus.

-¡Eres imposible Alexandri!

-Solo acepta que no quiero nada contigo -dije mirándolo directamente a sus ojos oscuros vi como en su rostro se hizo una mueca...

-Es un completa lastima, tal vez debería cambiar de entrenador y así no habría problemas en que aceptaras mi invitación ¡Si, eso debería hacer! -lo mire estupefacta. Este cabron...

-¡Serás hijo de...

-¡Estoy bromeando! -exclamo riéndose.

-¡Maldito payaso! -cuando volvió a mirarme y vi en sus ojos que se había puesto serio.

-Ya lograre conquistarla entradora -el siguió su camino y se montó en su lujoso deportivo para luego irse dejándome con las palabras en la boca...

Llegue al departamento, las muchachas aún no habían llegado pero seguramente no tardarían, aun tenia las palabras de Edward en mi mente. Pero que descarado, yo era una profesional ante todo mira que pedirme una cita... aunque no estaría del todo mal, ósea el no era feo, no es para nada feo.

-¡Ay, qué dices Alexandri! -exclame tirando en mi cama. -él es tu cliente, no prodrias ser menos ética y profesional ante él.

Quise preparar unas buenas empanadas horneadas, rellenas de jamos y queso para la hora de la cena y las muchachas llegaron justamente cuando ya estaba por terminar la comida.

-¡Huele rico y yo tengo mucha hambre! -grito Yuslevi siendo la primera en entrar a la cocina. -espero que hallas echado más de una arepa en el sartén.

©Amor en Seattle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora