3-EL COMIENZO DE LOS PROBLEMAS

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(EDITADO...)

YUSLEVI
Después de escuchar todas las cositas que decían de mí por los pasillos de la empresa, quedé anonadada. ¡No había ni pasado un día y ya era una sensación entre estas víboras!

—¡Es que si no necesitara tanto el trabajo renunciara ahorita mismo! —Dije furiosa—Lo necesito para seguir pagando las cuentas del departamento con Alex y Narelys. Y sabes que sin trabajo me tocara ofrecer mis servicios sexuales que aunque son calidad no están en venta.

—¡Yuslevi por favor! —Elaine se rio como una pendeja.

—¿Tú en que área trabajas?

—Estoy en área de marketing y diseño de publicidad con el colombiano.

— ¿El colombiano? —pregunte extrañada.

—Bueno “el colombiano” es el apodo que le puse pero se llama Joaquín cruz, él es el sol andante de este edificio porque por la zona de tu jefe todos son unos odiosos que nadie se aguanta. Al menos si tuve suerte con mis compañeros de trabajo.

—¡Nojodas! Es que con mi pava macha siempre termino con lo peorcito de todo.

—Al menos agradece que tienes un jefe al cual admirarle el culo cuando no se dé cuenta —ambas reímos y terminamos de comer. Ya debía marcharme, el cabron me quería de regreso veinte minutos antes de que la hora de almuerzo acabara.

Hay que ser muy hijo de putin para no dejar a una persona disfrutar de su descanso en paz y creo que ya me pase de tiempo. Subí en el ascensor al último piso del edificio  y cuando entre a la oficina del señor Zimmerman, me quede casi estática, no podía con tanta belleza junta.

—Señorita Yuslevi vuelva a su escritorio —me ordeno mi jefe.

—Si señor —dije volviendo a la realidad pero es que mi cabeza estaban esos dos especimes de hombres perfectos que estaban hablando con mi jefe.

“Esto ya parece una agencia de modelos, todos los hombres aquí están para comérselos”. El castaño tenía unos ojos picaros y una gran sonrisa contagiosa, el otro era un rubio de ojos azules seductores pero un poco serio.

—Asi que ella es tu nueva secretaria, Lyon. —dijo el castaño con un acento claramente colombiano.

¿Por qué no me tocó trabajar para él? sería muy feliz trabajando para un hombre así, se ve alegre y echador de vaina, mientras que el señor Zimmerman era un hombre que rozaba lo amargado.

—Ella es la señorita Jaimes, quien por lo visto llego treinta minutos tarde de lo que le pedí —dijo mi jefe revisando su caro reloj en la muñeca.

“¡Coño, de aquí a que baje al comedor se ma va media vida en el ascensor!”. No lograría ni dar el primer bocado a mi comida cuando ya tendría que irme corriendo para llegar a tiempo.

—Discúlpeme señor —empecé a excusarme —Pero se me va toda la hora esperando el ascensor y otra más para bajar, subir…

—No quiero escuchar sus excusas —me hizo morderme la lengua.

—Lyon siempre siendo tan malvado. —al menos el colombino era amable conmigo. —Un gusto señorita.

—Igualmente señor….

—Joaquín. —Ahs, el colombiano con esa mirada y esos labios hacia que cualquier mujer cayera a sus pies.

LYON
Trataba de trabajar pero mire a esa chica coqueteando con uno de mis mejores amigos y la molestia volvió, ¿por qué mierdas la contrate? Joaquín la hace reír y las mejillas de la chica se ponían rojas. ¡Es el colmo! ella vino aquí a trabajar no a coquetear con mis socios  y amigos, al menos Mathew no se mostraba interesado en mi irresponsable secretaria.

©Amor en Seattle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora