LYON
Joaquín me dio la dirección del hospital al que había llevado a Yuslevi y rápidamente me fui de la empresa y conduje hacia allá. Entre al hospital y me encontré con Joaquín esperándome en la recepción.
- ¿En dónde está ella? -pregunte directamente.
-Calma tigre, la parcerita ya fue atendida por emergencia -eso me hizo sentir un poco más calmado -Le mandaron hacer unos exámenes y le están suministrando suero para que se le baje la hinchazón.
-Quiero verla.
-Como que es mucho interés por una simple empleada ¿no te parece? -dijo con una ceja levantada.
-Lo mismo digo -respondí a la defensiva.
-bueno en mi caso es diferente porque ella es mi amiga, no sé qué seas tú...
-Deja de darle vueltas al asunto y no me hagas repetir la pregunta Joaquín.
-Bien idiota, ella está en la segunda camilla de lado izquierdo en emergencias.
Pase por su lado y fui hacia el área de emergencias buscando a mi empleada, la encontré acostada en la camilla y sus tacones en el piso, tenía una intravenosa en su mano derecha y su sus ojos aún se veían rojo y un poco hinchados.
- ¿Qué hace aquí? -fue lo primero que dijo al verme.
-Quise saber por qué mando a otra para que me llevara mi café además que llegó frio -ella sonrió.
-No sé qué me paso, en un momento estaba perfecta y al rato vino el dolor de cabeza y toda mi piel se empezó a hinchar y ponerse roja. -vi sus antebrazos y no mentía, lucían levente rojizos.
- ¿Qué le dijo el doctor?
-Ya mandaron hacerme los exámenes sanguíneos, toca esperar que me den una respuesta, mientras debo dejar que todo ese suero entre a mi cuerpo -señalo la bolsa llena de suero que aún no iba ni por la mitad. -¡Que aburrimiento! Y lo peor de todo es que justamente hoy se me olvido el teléfono en mi departamento.
-Ya encontrara una forma de no aburrirse -dije y me fui en busca de Joaquín, quien aún se encontraba en la sala de espera de la recepción. -Ya puedes volver a la empresa.
El frunció el ceño.
- ¿Disculpa?
-Yo me quedare con ella, tu regresa a la empresa.
-No creo que a ella le guste la idea.
-Es una lástima que yo no piense cambiar de opinión. -el comenzó a sonreír.
-Pues bien, si tanto la quieres cuidar lo dejo todo en sus manos señor Zimmerman -dijo con un tono burlón.
"que payaso".-lo vi irse y regrese al lado de Yuslevi, la encontré sentada con la piernas en chinito barajando un manojo de cartas con la palabra UNO atrás.
- ¿qué hace?
-Dijo que encontrara una forma de no aburrirme y eso hago. Las enfermeras son tan amables que para que no ande aburrida me prestaron este manojo de UNO-la mire con una ceja levantada.
-Cada día me sorprende más su manera de darle la vuelta a las cosas señorita Jaimes. -me senté frente a ella en la camilla.
- ¿Y el señor Joaquín?
-Tuvo que regresar al trabajo.
- ¿Y usted?
-No podía quedarse aquí sola.
-Bueno... ¿quiere jugar UNO conmigo?
-No sé cómo hacerlo.
-Tranquilo que yo le explico.
Ella comenzó a explicarme las reglas del juego y como eran los trucos, la verdad que difícil no era y cuando empezamos a jugar la primera partida, me empezó a gustar más el juego.
-Cambio de color a verde -dijo ella sacando otro comodín.
-Súmese cuatro cartas señorita Yuslevi.
- ¡Pues no! -Me contradijo sacando otra carta +4 -Súmese ocho ahora usted señor Zimmerman.
-No me parece -lance otra carta -Ahora súmese diez.
- ¡No! ¡Ahora súmese doce! -sonreí con suficiencia.
-Ahora son dieciséis.
- ¡No! -Empezó a buscar entre sus cartas algún otro comodín - ¡Maldita sea!
Quise reír al verla agarrar sus dieciséis cartas del mazo.
-Me siento estafada, yo esperaba ganarle usted. -hizo un puchero que me pareció de lo más tierno.
-Disculpen -nos interrumpió un doctor -la veo menos hinchada señorita.
- ¿En serio? No me he visto en el espejo.
-aquí tengo sus resultados, al parecer fue un caso de anemia. Usted no ha estado cuidándose como se debe señorita Jaimes, tienes un nivel bajo de glóbulos blancos, debe tratar de cuidarse mejor de ahora en adelante tomar más vitaminas y reducir el consumo de comida procesada.
- ¡Pero la comida callejera es lo que le da sazón a mis viernes por la noche! -mire con severidad a mi empleada.
-La salud no es un juego Yuslevi -la reprendí y ella bajo la mirada avergonzada.
-escuche a su novio señorita, debe de ahora en adelante cuidarse mejor.
-Bien -respondió ella como una niñita malcriada.
-perfecto, ahora solo falta que se termine de subministrar el suero para quitarle la vía. Por la recepción cancele la cuenta y podrá irse.
-de acuerdo doctor, gracias -respondió ella y el medico se fue. Mire la bolsa de suero y no le faltaba mucho para que se terminara, y el rostro de mi empleada como su piel ya estaban volviendo a la normalidad.
-ya escuchó Yuslevi, debes cuidar tu salud mejor de lo que estaba haciendo.
-sí, si ya entendí. No tiene por qué seguir regañándome, además... gracias por preocuparse por mí.
-no estaba preocupado, solo pensaba en que si se tardaba más tiempo iba a tener que reemplazarla -vi en su expresión que claramente me gritaba hijo de puta en letras mayúsculas.
-bueno ya ve que no estoy muerta y seguiré con mi trabajo como siempre. -dijo con enojo. Era una muchacha muy expresiva, aunque ella no se diera cuenta. -¡diablos!
Exclamo por lo bajo.
- ¿qué pasa? ¿Se siente mal de nuevo?
-No. ¿Me prestaría su teléfono? -no hice otra pregunta y solo le di el celular ya desbloqueado y vi como marcada un numero -¿alo?... Si, si estoy bien. Mana se me quedo la cartera en la oficina así que necesito que me vengas para pagar la cuenta del hospital... estoy en el hospital que está cerca del centro, unas cuadras lejos de las pastelería de Joshua... bien te espero.
Colgó y me entrego el teléfono.
-gracias. -dijo para luego recoger su cartas.
-si quiere yo...
-no.
-ni siquiera me dejo terminar.
-no hace falta que me lo diga que ya lo puedo suponer, quiere ofrecerse a pagarme la cuenta del hospital. -Dijo con una ceja levantada -no gracias señor Zimmerman, ya se ha tomado muchas molestias por mi hoy y no pienso seguir abusando. Después de todo soy solo su empleada y además puedo perfectamente pagar mis gastos médicos.
Ella tenía razón, yo me estaba tomando muchas atribuciones con ella. Me preocupaba cuando ni siquiera había establecido ninguna relación con ella que no fuera solo laboral, por como dijo Joaquín, yo ni siquiera soy su amigo, no soy nada de ella y eso me molestaba.
-señorita Yuslevi... -ella me miro y cuando esos oscuros ojos me miraron fijamente por primera vez no supe cómo reaccionar -yo...yo...
- ¿usted qué?
-puede tomarse mañana el día libre, adiós-dije dejándola estupefacta para luego huir de ahí.
-¡oiga espere! -gritó pero ya yo estaba saliendo del área de emergencias como un cobarde.
¿Qué es lo que te pasa Lyon Zimmerman? ¿Desde cuándo te comportas como un estúpido por culpa de ella? cuando iba de salida me detuve primero en la recepción.YUSLEVI
Ese imbécil se fue, simplemente se fue. Me dejo solita, me dieron ganas de llamarlo a los gritos pero recordé que estaba en un hospital no en una feria, solo me dio el día libre y se fue, al menos hubiera esperado a que Elaine llegara, odiaba estar sola muchas en situaciones como estas sintiéndome débil e indefensa.
-¡amix! -Elaine llego y me abrazo -luces más repuesta ahora.
-gracias, ha sido un suplicio estar aquí esperando que la bendita bolsa termine de vaciarse en mi cuerpecito -mire la bolsa de suero y ya estaba completamente vacía - ¿oye ya pagaste mi cuenta?
-bueno... hubo un pequeño imprevisto.
- ¿de qué hablas? No me digas que no te paso la tarjeta.
-yo siempre pago mis cuentos perra y no fue eso, la cuenta ya había sido pagada y cancelada.
- ¡¿Qué!?-rápidamente ate cabos, el maldito alemán había pagado la cuenta aun después que le exigí que no lo hiciera. ¡¿Es que ya nadie respeta mi autoridad!? Ay que estoy diciendo, si ese cabron tiene más autoridad que yo.
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©Amor en Seattle.
Chick-Lit✨Portada hecha por Rosy Shez @rosy_shez (Instagram)💓 En la ciudad de Seattle todo es precioso, se ve el dinero por donde sea que mires. Ubica en esta bella ciudad a una venezolana, ahora piensa en esto, esta chica con mucha pero muchísima mala suer...