11-LOS CELOS DE UNA VENEZOLANA Y UN ALEMÁN

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YUSLEVI
Al parecer la tía bruja de Alex era un fraude, el amarre no había servido para nada, mi jefe seguía igual de mandón conmigo, se supondría que estaría comiendo de mi mano y no al revés. Lo observaba en la juntas de trabajo siempre tan seguro de sí mismo, elegante, guapo, inteligente.

¡Por dios ya aterriza Yuslevi! un hombre como el en su vida te tomaría en serio.

Él trabajaba en un nuevo contrato cuando una mujer entro a la oficina como si fuera la dueña del lugar, era alta con una hermosa melena castaña, vestida de marca y bellos ojos verdes, pero su manera de mirar a Lyon me hizo dar un tic en mi ceja izquierda.

"Retrocede, pon las manos nuca y váyase a ser puta a otra lado o mejor retrocede que hueles a zorra" -pensé molesta.

-Tú, niña ya vete. -me ordeno la muy atrevida, Lyon se levantó de su silla. - ¡Mi amor te extrañe tanto!

Ella lo beso y todo mi cuerpo se encrespó ante esta escena, esta hija de... El alemán la separo incómodo y limpiándose la marca del labial que dejo su asqueroso beso en la boca de él.

-¿Rubí que haces aquí? -pregunto el con una ceja levantada.

-Quería hacerte una pequeña visita cariñito.

-Señorita Yuslevi, por favor podría dejarme a sola con la señora -dijo con seriedad, cerré la laptop con arrechera y miraba a esa perra encima del señor Zimmerman.

Tuve que contenerme, no podía reclamarle nada, él no era más que mi jefe, salí de la oficina conteniéndome las ganas de dar un portazo y arruinarle el ambiente a los dos tortolitos. Solo de pensarlo me hacía sentir estrujado el corazón.

LYON
Yuslevi salió de la oficina y me quede a solas con rubí. No había cambiado mucho, seguía igual de hermosa y coqueta.

- ¿Qué haces aquí? -pregunte viendo como enfrentaba mis miradas sombrías con sonrisas juguetonas.

-Ahora no puedo visitar a un antiguo amigo -se acercó y me rodeo los hombros con sus brazos. -sigues igual de guapo.

-Y tú igual de descarada, no creo que a tu esposo le guste saber que estas aquí.

-A ese lo tengo como un ciego que no ve más de lo que yo deseo que vea.

-Y yo te deje muy en claro que no sería parte de ese jueguito tuyo, así que ya vete.

-Anda amor, sé que aun extrañas mis besos -la aparte de mí, asqueado. -deja de hacerte el duro, no pienso suplicarte.

-Ni yo tampoco espero que lo hagas, lo único que quiero es que te des media vuelta y te largue de mi empresa. -sus ojos verdes brillaron de rabia por mi rechazo. -Te daré dos opciones o te vas por tu propio pie o voy yo y te saco arrastras.

-Ja, no serias capaz. -sonreí con malicia.

-¿Quieres apostar?

YUSLEVI
Calma Yuslevi, solo mantén la calma.... ¡Pero es que no puedo! esa perra llego de la nada y lo besó como si el alemán fuera suyo, salí de ahí para no reventar de la rabia, estaba tan celosa. ¿Así son el tipo d mujeres que Lyon desea tener? zorras con sonrisas alegres, las malditas lagrimas llegaron al darme cuenta que ni yo era su tipo ni el me pararía pelota nunca.

-Maldita sea, soy patética. -limpié con el dorso de mi mano las pruebas de mis celos.

- ¡Yus! -el señor Joaquín me miro con el ceño fruncido, creo que era la primera vez que lo veía hacer ese gesto -¿Princesa qué te pasa? ¿Quién te hizo llorar? ¡Solo dime su nombre y veras como Lyon le hace la vida un infierno!

©Amor en Seattle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora