14- ESTA INCOMODIDAD ME MATA

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YUSLEVI
Aun podía recordar lo que sentí al tener los labios de Lyon de nuevo para mí, el beso se sintió casi mágico; podría jurar que vi estrellitas volando. Le terminaba de contar a las muchachas de la escena caliente que Lyon y yo habíamos montado en el baño y tenían expresiones de todo tipo, asombro, perplejidad y por ultimo picardía.

-Yuslevi como se ve que no pierdes el tiempo. -bromeó Alex.

-Si todo muy lindo y muy hermoso pero... ¡no sé cómo coños podré mirar a mi jefe después de lo sucedido en el baño! Por dios que casi cogemos ahí, si no nos hubieran interrumpido.

-Si eso lo único malo, bueno... tú hazte la loca y San se acabó. -aconsejó Narelys.

-Que fácil lo haces sonar pero.... ¡Marisca prende el aire me estoy sancochando en esta mierda! -reclamé cuando ya no pude controlar mi sudor, estaba más sudada que langosta en una olla.

-¡Coño pero yo tengo frio! -exclamó Narelys. La perra era la más friolenta, mientras otros tenían calor; ella era tan arrecha que tenía frio.

-Pues sal para afuera y sancóchate tú en el solazo que está haciendo, yo tengo calor -prendí el aire acondicionado. Mañana iría a la oficina y trataría de comportarme de lo más normal, aunque dudaba mucho que fuera a ser tan fácil como lo hacía sonar.

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Entre a la oficina y cuando el Lyon llegó ni siquiera podía mirarlo a la cara, solo podía recordar ese ardiente beso en los baños.

"Carajo, ¿cómo voy a soportar este día? Ya llevamos dos besos y en los dos me derretí entre sus brazos".

Lyon Zimmerman era la personificación de mis crush literarios. Lo miraba y no podía evitar imaginarlo como el protagonista de la saga en Wattpad llamada, "AMBROSIA". Si hasta se parecía al protagonista el muy cabron. Necesito a un Ángelo Petrelli en mi vida, bueno casi lo tenía; lo único que le hacían falta al alemán eran los colmillos casi lobunos.

¡Me mojo de solo imaginarlo!

Había tanto silencio en esta oficina, ni siquiera hubo tanto cuando me besó por primera vez. Podía sentir su mirada sobre mí, pero en cuanto lo confrontaba él desviaba los ojos para mirar a su laptop. Pasaron las horas y él ni una palabra me dirigió. ¡Ya no podía soportarlo!

-Okey basta, esta incomodidad me mata. ¿Podemos hablar de lo que pasó en la fiesta o seguirá con esta ley del hielo?

-No hay nada de qué hablar -respondió sin siquiera mirarme.

- ¡Pues yo creo que si alemán! -me levanté de mi cubículo para acercarme a su escritorio y sentarme frente a él. -Nos besamos, nos gustó, somos adultos... bueno yo ni tanto; pero usted si es el más serio de los dos, no deberíamos estar en una situación así.

-Señorita Jaimes...

- ¿Le gusto o no le gusto?

-Ese no es...

- ¡Respóndame!

-Me gustas más de lo que estoy dispuesto admitir -sonreí para mis adentros.

-Intentemos dejar de lado esta incomodidad que sentimos entre nosotros. No es como si hubiera sido algo del otro, mundo. -vi como su semblante se hizo aún más serio al escucharme.

-Si usted piensa eso, pues bien. -su tono se escuchó a reproche. ¿WTF? ¿Y ahora a este que le dio?

-¿Está molesto?

-No estoy molesto.

-Pues lo parece.

-Le dije que no, ahora sigamos trabajando. -me dijo con terquedad el alemán, pero como yo soy una venezolana aún más terca no iba a dejar las cosas así. Él me miró con una ceja levantada. - ¿Qué?

©Amor en Seattle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora