YUSLEVI
La muerte de Douglas Abernathy había conmocionado a más de uno, era uno de los hombres más ricos del país y todo ese patrimonio pasaría a las manos de su hijo. Si me dio tristeza su muerte pero la más afectada de todas fue Narelys, quien al enterarse de la noticia se desmoronó y lloró, jamás había visto llorar de esa manera a la morena; me sorprendió.Alex y yo nos preparábamos para ir a trabajar, pero antes de irme pasé por la habitación de Narelys. La morena estaba arropada entre sus gruesas sabanas, con los ojos llorosos y el cabello desaliñado.
-No has comido nada desde ayer Nare.
-Ya me preparé algo Yuslevi -respondió con la voz ronca.
-Alex y yo te dejamos el desayuno hecho, espero que te lo comas o en cuanto regresamos te obligaremos.
-¡Que si pesada! -dijo molesta.
-Chao entonces...-Salí de su habitación y vi a Alex.-¿Cómo está?
-Deprimida pero se repondrá. Ella quería mucho al viejo y era bastante obvio que le iba a pegar mucho su muerte, no me imagino como debe estar el hijo.
-Seguro sufriendo como un condenado.
-Lo más probable, que desgracia. Y tanto dinero que tenía, hay que ver que ni toda la plata del mundo te salva de la muerte...
Salimos del departamento y cada una tomó su ruta para ir a nuestros respectivos trabajos, la vida seguía y nosotras debíamos trabajar para llevar pan y dinero a la casa. Llegue a la empresa y apenas entré a la oficina el alemán ya estaba ahí discutiendo por teléfono en un idioma que no entendía.
Fui hasta mi escritorio para sentarme y empezar a trabajar, justo en ese momento Lyon terminó su llamada y me habló.
-Hoy saldremos.
- ¿Por fin me invitarás aunque sea un café? -pregunte con broma pero él estaba estoico y serio. -No me estás pidiendo una cita, ¿cierto?
-No, iremos al funeral de Douglas Abernathy. Ese hombre murió y dejó negocios sin terminar conmigo, hablaré con su hijo en el funeral y tú vienes conmigo.
-A mí me dan piquiña los muertos, no pienso ir.
-No te estoy pidiendo permiso, te lo ordeno como jefe tuyo que aun soy.
-Pero...
-Sin peros que valgan, muévase Jaimes -Maldito alemán, todo marisco todo alemán.
EDWARD.
Después de varios días llorando su muerte, hoy por fin lo enterraré y ya no tenía fuerzas.Mi teléfono sonó.
-¿Ed cómo estas? -preguntó Alex al otro lado de la línea.
-¿Cómo crees que me siento? ¡Mi padre murió creyéndome un imbécil, no pude decirle adiós, ni un te amo! -noté que le estaba gritando y desquitando mi dolor con ella -Perdón Alex.
-No tienes que decirlo, anda desahógate, eso sería lo mejor. No es bueno guardarse esos sentimientos.
-Ven a verme. Necesito a una amiga Alex.
- ¿En dónde estás? -envié la dirección del departamento y esperé a que llegara.
Entrar a la casa y ver al hombre que siempre cuidó de mí, muerto en el sofá no es nada agradable. ¿Acaso se fue en paz? Esperaba que no haya sufrido. Pensaba en tantas cosas, en como lo traté, en como desperdicie tantos años sin estar con él. Las salidas que cancelé, todas esas cenas.
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©Amor en Seattle.
Chick-Lit✨Portada hecha por Rosy Shez @rosy_shez (Instagram)💓 En la ciudad de Seattle todo es precioso, se ve el dinero por donde sea que mires. Ubica en esta bella ciudad a una venezolana, ahora piensa en esto, esta chica con mucha pero muchísima mala suer...