2-PRIMER DÍA DE TRABAJO

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(CAPITULO EDITADO)

YUSLEVI, 25 AÑOS.
No había podido dormir en toda la noche por la ansiedad, cuando al fin sonó mi alarma salte de la cama, eran las cinco de la mañana y las muchachas aún no se levantaban, Narelys tenía que entrar a su trabajo a eso de las nueve y Alex tenía un horario súper flexible, ya que era ayudante en un gimnasio, todas poníamos de nuestra parte para los gatos de este apartamento y además… vivir con estas locas amigas era bastante divertido. Una podía ser el hombro para llorar de la otra.

Después de una ducha y un desayuno rápido, me arreglé lo mejor posible. Quería verme coqueta y femenina, no todos los días un hombre de negocios te pasa buscando para llevarte al trabajo; en este preciso momento me debato en la regla que dijo ese hombre sobre los teléfonos… Humm, no puedo dejarlo aquí, mi teléfono es vital para mi existencia.

—Ni que me fuera a revisar el bolso. —metí el celular en la cartera y salí de mi dormitorio, para mi sorpresa Alex y Narelys ya se habían levantado.

—¿Tu jefe ya vendrá a buscarte? —pregunta Alex con tono soñolienta, mientras que Narelys se tomaba un buena vaso de jugo de naranja.

—Sí y me toca bajar, adiós perras ya les contare como me fue cuando vuelva. —me despedí y bajé esas escaleras con un apuro.

Faltaban poco minutos para que se hiciera la hora, espere y de repente una camioneta se detuvo frente al edificio.

“No vale, aquí fue. Aquí me secuestran”-pensé asustada.
El vidrio estaba tan polarizado y oscurecido, no se veía un coño. ¿Sera que es mi jefe? ¿Me subo o no me subo? El bajo el vidrio y vi su rostro.

—¡Buenos días señor! —dije con una sonrisa, me monte en la camioneta y mi jefe por lo visto no estaba de ánimos para sonreírme.

El resto del camino me mantuve en silencio, él no preguntó nada ni yo tampoco tenía idea de por dónde empezar la conversación. Cuando por fin llegamos a la empresa, no podía estar más intimidada por la fachada del gran e imponente edificio, paredes grises y vidrios oscuros y en lo más alto el nombre de la empresa.

Zimmerman Construcciones, inc.

“Oh, así que la empresa es de construcción”-Entramos a la recepción de edificio y el frio de muerte me erizo la piel, incluso trayendo mi chaqueta. Seguía al señor Zimmerman siempre detrás como un perrito faldero. La recepcionista era una rubia pulcra que recibió a mi jefe con una sonrisa Colgate.

—Buenos días, señor Zimmerman. —dijo pero él no le devolvió el saludo y siguió de largo.

Entramos a un elevador vacío y él seguía sin dirigirme ni una palabra. Estaba en un espacio reducido con el hombre más frio del universo y la tensión era tanta que deseaba que un hueco se abriera y me transportara a Narnia, no, mejor a Cancún para disfrutar de las playas.

Este hombre era puro silencio y sentía demasiada pena como para sacarle una conversación casual. ¿De qué puedo hablar con un billonario que tiene más de tres ceros en sus cuentas de banco? Creo que este tipo ni se sabe cuáles son las series o películas de moda en este año.

En eso se escuchó el gran tono de mi teléfono que no era otra que la nueva canción de los descendientes 3, su mirada viajo hacia mi persona, mierda. Es que yo no pego una, ahora este hombre sabe que no seguí la norma de no traer el teléfono en horas de trabajo y el bendito aparato siguió sonando y tuve que contestar.

—Alo… —respondo con la mirada glacial de mi jefe sobre mí.

—¡Amiga! —gritaron en mi oído y el ascensor era lo suficientemente estrecho y silencioso para que también se escuchara todo claramente y como si mi teléfono estuviera en altavoz. —No pudimos ver a tu jefe pero si vimos su lujosa  camioneta que parecía tanque de guerra, lo primero que pensamos es que te vino a buscar un narcotraficante —el alemán me miraba con una ceja levantada. —Tiene que ser un adonis de esos que quieres c….

©Amor en Seattle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora