Capítulo 27.

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Observo los dos tipos de lechuga que hay en el mercado al que Jackson me trajo y ambos lucen iguales

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Observo los dos tipos de lechuga que hay en el mercado al que Jackson me trajo y ambos lucen iguales. Puedo ser buena cocinando, pero sin dudas mi fuerte no son las compra y no me avergüenzo de ello, en mi casa alguien siempre hacía las compras y también le pagaba a alguien para mantener mi casa abastecida con lo necesario, así que no sé cuál lechuga está mejor que la otra y Jackson tampoco lo sabe. Aunque se ofreció para ayudarme solo me ha mirado y ha estado de acuerdo con cada cosa que digo porque sus palabras fueron "Tampoco sé de esto, pero podemos aprender juntos"

—Podríamos cancelar y decirles que tienes mucho trabajo, tendrás mucho trabajo hasta después del año nuevo.

—No puedo hacer eso, quedaría como un mal esposo y no lo soy.

Lo observo por largos segundos en los que él toma las lechugas de mis manos y las observa. Luego de mirarlas de cerca pone ambas en el carrito con el resto de las compras y se mueve de esa sección mientras tararea.

—¿Qué más falta en tu lista?—se gira al ver que no lo sigo—. No te preocupes como buen esposo que soy asumiré toda la culpa por la mala elección en las compras.

Todo mi estrés por la cena desaparece con ese simple comentario. Por supuesto que él diría algo así. Comienzo a reír y él sonríe asegurando que en el futuro también puedo culparlo de las malas compras si quiero.

—Vamos por lo que sigue en mi lista antes de que te ofrezcas a hacer todas las compras en el futuro—bromeo.

Jackson me sigue y un par de cosas terminan en nuestro carrito por las cuales Jackson se culpará. Terminamos de buscar lo que estaba en mi lista y me resulta agradable y refrescante pagar por las cosas, una vez que lo menciono no hay discusiones al respecto lo cual sólo confirma que respeta mis decisiones y mi independencia. Lo que sí hace es que se adelanta y toma todas las bolsas de la compra mientras estoy pagando. Y aunque trato de tomar una de las bolsas camina delante mío fingiendo que no sé da cuenta de mis intenciones.

Lo sigo hasta su auto y una vez ahí voltea a verme y sonríe.

—Kate— hace una pausa que me parece sospechosa—, podría pedirte un pequeño favor.

Asiento.

—¿Podrías sacar las llaves de mi bolsillo trasero?

Espero qué esté bromeando, pero se mueve para darme la espalda y me doy cuenta que no es así. Mueve la cadera y gira su rostro para decirme en qué bolsillo están. Parpadeo confundida y estiro mi mano, pero la retiro. Porque incluso si me da su permiso es una acción que se siente demasiado íntima.

—Sostengo las bolsas por ti—sugiero.

—Kate, te estoy dando permiso para revisar mi bolsillo.

—Bueno, yo no le doy permiso a mi mano de tocarte.

—Si te doy las bolsas entraríamos en conflicto porque mi mano trataría de tocar la tuya y no queremos tener un conflicto.

Una Lección de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora