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Le costó un poco, pero Alex cargó a Lucas a sus espaldas, como un saco de patatas y nos dirigimos hacia la cabaña.

- Se supone que no bebías – dije, y le lancé una mirada llena de reproche. Estoy enfadada, y se nota. Lleva unos días... me está dando el viaje.

- Sabes porque – me dijo con una sonrisa en los labios – es tu culpa.

- No te pases joder, podemos ser amigos – no es un mal chico, en el fondo. Estuve con él, y no es mala persona, simplemente se ha equivocado, varias veces. Demasiadas. Las personas cometen errores. No me respondió, se quedó cao. Desvié mi mirada de Lucas y miré a Alex con la intención de sacar algún tema, pero no lo hice.

Llegamos a la cabaña, en cuanto abrí la puerta Alex dejó suavemente a Lucas en el sofá y me miró a los ojos mientras me agarraba la mano, entrelazando sus dedos con los míos.

- Vamos – me dijo con una sonrisa en los labios, y me dirigió hasta la puerta trasera. Salimos y la única luz que alumbraba la noche era la de la luna, la de la luna y la de las estrellas. Gracias a la luna pude apreciar los rasgos de Alex, es guapísimo, lo pensé desde el primer día.

Me encanta cuando Alex está feliz, lo contagia, tienes un mal día y solo con verle esa sonrisa pintada en esos suaves labios o el brillo en sus ojos olvidas todas esas preocupaciones o pensamientos negativos que te estaban estropeando tanto el día.

Me apretó suavemente la mano y me llevó hasta una hamaca, esta estaba atada entre dos árboles. Se tumbó en ella y con una sonrisa me invitó a tumbarme con él. Yo me tumbé. Y me acurruqué, sintiendo sus grandes brazos, rodeándome, abrazándome, protegiéndome. Me besó en la cabeza.

Y así nos dormimos aquella noche, abrazados, bajo la luz de la luna y de las estrellas.

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Me desperté aquel día abrazada a Alex, me levanté de la hamaca con cuidado de no despertarle y me dirigí a la caseta, no había nadie, subí a las habitaciones y tampoco. Supuse que se habrían quedado en la fiesta, el único que sí que estaba en la casa era Lucas, está despierto, por lo que decidí acercarme. Tenía las manos en la cara con frustración. La verdad es que no me da nada de pena, es un gilipollas, es así.

- ¿Sabes lo que me cuesta perdonarme por ser el capullo que fui contigo?

- No te culpes, no funcionaban las cosas, no te guardo rencor – puede que un poquito sí, pero se me pasará. No es que vaya a volver con él. Ni loca, pero tampoco quiero vivir con ese rencor.

- Estoy hecho un lio Ana – dijo levantando la mirada del suelo y clavando sus ojos azules en mi – fui un idiota joder.

- Tranquilo... - dije. Lo único que me falta ahora es que se ponga a llorar.

- Es que estoy muy arrepentido, no te pido que volvamos. En el fondo me hace feliz saber que ahora estas feliz, aunque sea con otra persona... Pero necesito que me perdones.

- Ya estas perdonado.

Bueno, entre comillas. Solo espero que ahora haya un mejor ambiente en la casa. Y espero que Lucas se deje de pullas con Alex. Espero que todo el ambiente se relaje un poco. Que estamos de vacaciones joder.

Entré en mi habitación, abrí mi maleta y saqué mi neceser. Me dirigí al aseo y me lavé los dientes. No sé tú, pero yo odio tener ese sabor en mi boca antes de desayunar. Encendí mi móvil, y lo primero que vi fue una foto de Alex, recuerdo perfectamente el momento. Él estaba ensimismado y pensativo mirando las estrellas, entonces yo aproveché para hacerle una foto. La verdad es que el carbón siempre sale guapo, tenía la mirada perdida en el cielo, sus rasgos iluminados por la luz de las estrellas, y sus rizos esparcidos por su rostro.

Mi querido accidente (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora