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Hoy es el día, estoy terminando de guardar todas las cosas en la maleta.

- Va Ana que solo faltáis vosotros - me grita Clara desde el salón.

- Sí, ya vamos. Va Alex - los dos bajamos hasta el salón. Y, efectivamente, están todos en el sofá esperándonos.

- Los grupos de la ida - propuso Max, todos estuvimos de acuerdo. Desde que llegamos los grupos han permanecido prácticamente igual para todo. Menos mal. El grupo se dividió un poco, un poco bastante, pero que se la va a hacer. Tampoco me da mucha pena.

La vuelta se nos hizo más corta, mucho más corta. Aunque a algunos más que a otros. Sobre todo, a Clara, que se tiró sobando todo el camino. Alex estuvo gran parte durmiendo también, el único siguió todo el viaje vivo fue Max, los demás muertos. No os voy a mentir, observar a Alex mientras duerme se está convirtiendo en un hobbie. Es que es tan guapo que no puedo soportarlo.

- Yo tenía razón, es que era obvio - dijo de repente, sin venir a cuento. No para de repetir la misma frase una y otra vez, desde que Alex y yo empezamos a salir. La verdad es que no es el primero que me lo dice.

- Max, me ha quedado claro, lo has repetido siete veces desde que hemos empezado a salir.

- Ya, pero yo sabía que Alejandro estaba enamorado de ti, me lo dijo.

- ¿En serio?

- Si - sonrió orgulloso -, la verdad es que él tenía claro que le gustabas y creo que lo que le dije le dio un empujoncito.

- ¿Qué le dijiste?

- Que nunca te había visto así de feliz - sonreí porque sé que es verdad.

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Cuando llegamos, dejé en su casa a Max, después a Clara, y luego a Alex.

- ¿Te lo has pasado bien? - me miró extrañado como si la respuesta fuera obvia.

- Ana, contigo es imposible que me lo pase mal - salió de coche -. Te quiero morena.

- Yo más Alex.

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Cuando llegué a casa mi madre está en la cocina, le saludo y me dirijo a mi habitación a dejar la maleta. Alex me ha planteado la posibilidad de quedarme en su casa, pero hace bastante que no paso por casa, y debería saludar por lo menos, después de todos los días que he estado fuera.

- ¿Ya está?, estás fuera durante no sé cuántos días y cuando llegas solo dices hola.

- Mamá, iba a dejar la maleta.

- Claro Ana, he tenido que cuidar yo sola de los tres, no doy abasto - me dice, alterada. Pestañeo varias veces, sorprendida.

- ¿Mi responsabilidad?, mamá tengo diecinueve años, mis hermanos no son mi responsabilidad. Y, además, nunca salgo de viaje, y poquísimas veces de fiesta para cuidar de mis hermanos.

- No me vengas con excusas Ana. Tienes diecinueve años, ¿y eso te parece poco?, si no maduras ya, ¿cuándo lo harás? - hace una pausa para coger aire y yo no doy crédito a lo que estoy escuchando, nunca me había tratado así -. Y los amigos que te has hecho en la universidad no me gustan nada, te mantienen distraída, de todo.

- Eso no es verdad mamá, lo que pasa es que me hacen feliz - no me sorprende nada lo que me está diciendo, siempre que empiezo a salir un poco lo repite, pero nunca me lo había dicho así, de esta manera. Me hace sentir mal, como si de verdad fuera mi responsabilidad. Como si estuviera haciendo algo mal.

- Sí Ana, sí que lo es. Ya casi no estás en casa, te pasas todo el día en casa de Lucas - vale, a lo mejor mi madre no está muy al tanto de mi vida ahora mismo.

Mi querido accidente (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora