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Alejandro

Me levanto, junto con Max y Ana, para preparar la comida, algo sencillo, unos macarrones.

- Me encantan tus tácticas – oigo a Max nada más llegamos a la cocina.

- Ya, a mí también. Tíos voy a mi habitación un momento.

- Vale – digo y le sigo con la mirada, hasta que ya no alcanzo a verla.

- Tío, va, dime la verdad – Max esta pesadísimo con el tema, según el estoy enamoradísimo de Ana, aunque es verdad, y quiere que lo admita. Aprovecha cada momento a solas para sacarme el tema. Como antes en las escaleras, por ejemplo.

- Tío, ya lo sabes, claro que me gusta.

- ¿Te gusta?

- Si tío, estoy enamorado, ¿contento? – le dije sonriendo apartando la mirada de los macarrones durante unos segundos.

- Pues tienes suerte, nunca la había visto así – negué con la cabeza -. Va enserio Alejandro, así de contenta nunca, ni con Lucas ni con nadie. Está feliz, le haces feliz.

- Va calla que te va a escuchar – se me llenó el estómago de mariposas, me sentí super bien, no lo iba a admitir, claro. Pero no puede evitar que se me escapara esa sonrisita tonta. Max asintió. Ana tardó aproximadamente dos minutos más, los cuales pasamos en silencio, Max con una sonrisa burlona apoyado en la encimera. Y yo cocinando, haciendo como que no le veía.

Ana

Al día siguiente Alex estaba tan emocionado con volver a patinar sobre hielo que fuimos. Esta vez, fue capaz de ir solito hasta el centro de la pista (y estuvo alardeando de eso el resto de la tarde). Nuestras miradas se encontraron varias veces, y nuestras sonrisas fueron muchas. Cuando le sujeté de la cadera para evitar que perdiera el equilibrio y acabara en el hielo intenté soltarle rápido, pero no pude, quise disfrutar del momento, y parece que se dió cuenta porque me dijo exactamente "lo estas disfrutando eh morena"

Cuando salimos de allí y nos dirigíamos hacia los coches, decidimos pedir una pizza, nos pusimos de acuerdo y Max sacó el móvil, dispuesto a pedirlas.

- Tíos, traerlas a la hoguera, vamos a hacer una los de mi casa, apuntaros si queréis – miré a los demás, y creo que la respuesta es obvia, pero como nadie la verbalizaba lo hice yo.

- Claro, pedimos las pizzas para que las lleven a casa, total en nada estamos allí.

- Vale – Max era él que se iba a encargar de pedir las pizas así que bajó la mirada hacia su móvil de nuevo y las pidió.

Y así hicimos, una vez ya en la cabaña me cambié y me puse unos tejanos, un top y una sudadera, una de un azul precioso, muy calentita. Sonreí al espejo y salí de la habitación, me choqué con Alex que se había ido a cambiar al baño, un día él y al siguiente yo (tenemos confianza, pero tampoco hay que pasarse).

Pero te gustaría.

Cállate.

- Uy que guapo Alex – le dije a lo que me respondió con una sonrisa. Iba como siempre, unos pantalones deportivos y una sudadera, pero estaba guapísimo, para que mentir. Me miró de arriba abajo y me dijo.

- Tu también morena, tú también – y me guiñó un ojo, se estaba convirtiendo en otro gesto característico de Alex, casi tanto como su sonrisa burlona.

Llegamos a la casa en particular y detrás de esta, en "nuestra colina de las confesiones" estaban todos haciendo la hoguera, nos acercamos con las pizzas y nos sentamos, mientras nos hacían un hueco. Hablamos y reímos, y después de terminarme mi última pizza Alex me susurro algo al oído.

Mi querido accidente (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora