Capítulo 7. mini maratón 2/2

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POV Justin.

Acomodo la ropa de Amanda en el armario de su habitación temporal, mientras ella juega los miles de juguetes que le ha comprado Simón. Es muy buena gente, él trabaja para mí desde hace seis años y nunca he desconfiado de él. Mi padre confiaba en él y fue lo primero que me dijo que hiciese antes de cederme su puesto y morir, cuando tomé el cargo, Simón viajó a Brooklyn para conocerme y decirme que me sería leal al igual que a mi padre.

—Vamos a cenar, mañana tendrás todo el tiempo para jugar  —le digo a mi pequeña, cogiéndola por la cintura para levantarla del suelo. Ella refunfuña, pero me hace caso. Me agarra la mano que le tiendo y bajamos al salón, donde Dylan, Andrea y Simón están sentados en el sofá hablando animadamente.

—¿Pedimos algo para cenar? —pregunto, me aliso la chaqueta del traje y me siento en un sofá de piel individual.

—No, he hecho asado negro. —responde Simón, a lo que asiento con la cabeza, porque no tengo ni puta idea qué es, aunque deduzco por asado que es carne. —Vamos, que si no se enfría.

Nos levantamos y vamos tras él hacia la gran cocina, nos sentamos en la mesa de madera y acerco más a mi silla a Amanda. Gruño por lo bajo al saber que Annie no se molestará en bajar ¿Por qué cojones tiene que ser tan cabezota y difícil? Me pone de los nervios. Va de víctima y lo que ella no sabe, es que aquí fuera muchos lo hemos pasado tan mal como ella ahí dentro y, sin embargo, no estamos a la defensiva constantemente.

Simón pone en el centro una bandeja con un trozo de carne con forma redonda y está negra, cono chumascada.

—Papá, a mí no me gusta eso —la miro y tiene una mueca de asco.

—No lo has probado, come y si no te gusta, te preparo otra cosa —le digo, cuando el venezolano echa en los platos un trozo de carne. Se lo corto y le tiendo el tenedor con un cacho. Ella a regañadientes se lo mete a la boca y lo mastica. La miro espectante, le gusta, su cara le delata, de modo que comienzo a comer de mi plato.

Joder, está de puta madre. Tiene un toque dulzón que lo hace tremendamente bueno.

—He avisado a mis chicos de que mañana iréis saludarlos —comenta, masticando con la boca abierta, Simón.

De soslayo veo como Andrea sonríe de una manera cómplice, no me gusta esa mirada. Algo trama. Dylan también se da cuenta y la mira con los ojos entre cerrados. Vaya par de imbéciles, en vez de arreglar las cosas, deciden retarse el uno al otro.

—¿Trabajan bien? ¿Has tenido algún problema con ellos? —pregunto.

—Tuve que deshacerme de uno, ya sabes, quería dar un chivatazo. Tú mismo comprobarás como son —se encoge de hombros y como estoy masticando, asiento con la cabeza. —Por cierto, que se me olvidaba... No me mandaste eso, hijo de puta

Trago y frunzo el ceño.

—¿Cómo que no te llegó? Se te envió hace dos semanas —se adelanta Dylan.

Reiteradas veces, el Venezolano, niega con la cabeza. Dejo el tenedor y el cuchillo encima del plato y lo miro incrédulo. Espero que sea una puta broma.

—En serio, aún nos queda de lo último y estamos vendiendo todavía de eso. —le creo. Sé que no me mentiría con eso.

Y con los cruces de miradas nos decimos absolutamante todo. Es el cabrón que está haciendo todo lo que está pasando. ¡Hijo de puta! Cuando lo pille va a desear no haberse cruzado en mi camino.

Termino de cenar, pues se me ha quitado el hambre y sin pedir ningún permiso, voy a la nevera y cojo una cerveza y espero a que Amanda termine de cenar para llevarla a la cama, y poder hablar tranquilo de lo que ocurre.

Amándote. 2°parte de MCDCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora