Capítulo 21.

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Justin.

En veinticinco minutos exactos, salimos de Brooklyn, dando entrada a la gran ciudad de Nueva York.

Me enciendo un cigarro a la par que conduzco,evitando pasar por La Quinta Avenida, ya que no quiero ser muy visto por aquí.

Hilary se mantiene nerviosa, y no tengo ni puta idea de por qué, aunque debería de pensar que es por lo que haremos, sé que no es de ese modo, algo la inquieta y viene de muchas horas atrás. La conozco como la palma de mi mano.

-¿Qué te ocurre? -pregunto y me meto a una rotonda, en la cuál, me desvío en la primera salida.

De soslayo la veo negar con la cabeza. -Nada, no te preocupes.

No me convence, mejor dicho, no me lo creo y, ella, tampoco. Hago un ademán de hablar, pero ella me interrumpe con una tos provocada, sabiendo a la perfección lo que le iba a decir, de modo que me quedo callado, no voy a seguir insistiendo. No ahora cuando tengo cosas más importantes en la cabeza.

Paro el coche frente a una fábrica de cartones, abandonada desde hace años y que compré por unos pocos dólares para llevar a cabo algunos de los negocios.

Ambos bajamos, cierro con el mando a distancia mi BMW y vamos a la puerta metálica, la cual, golpeo con los nudillos ya que Dylan ha venido mucho antes que yo, y por lo tanto él es el que tiene la llave.

La puerta hace un estruendoso ruido cuando abre Dylan, el cual, se torna serio, más de lo común. Lo observo. Lo inspecciono para tratar de averiguar qué es lo que ocurre. Y lo descifro, ahí dentro tienen a la persona que menos deseo ver, posiblemente Helena.

Y deseo por todos los medios no volver a encontrármela si no quiere acabar seis metros bajo tierra, porque esta vez no está Annie para detenerme, puedo hacer lo que ansio con todas mis malditas fuerzas. Por otro parte, dudo bastante en que ella sea la que haya hecho un trabajo para mí. Pero...¿Si no es ella, quién demonios es?

Cuando pasamos, es Hilary la que se da la vuelta para cerrar la puerta. Sus zapatos repiquetean por el suelo de cemento desgastado, y hace eco en la pequeña fábrica.

Me detengo una vez que veo a quién tienen. No me lo puedo creer. Éste maldito hijo de puta otra vez.

-Parece que tus advertencias no sirven para nada. -comenta Dylan, en un tono duro, mientras se mete las manos en el bolsillo del traje.

La sangre comienza a correr por mis venas como si de veneno se tratase, pero no sólo porque sea este maldito niñato... Sino porque lo han golpeado y lleva toda la cara ensangrentada y amoratada.

Phil, Dylan, Christopher. Los miro a los tres con la furia emanando de mi cuerpo. Tomo aire. Lo expulso. Nada, no me tranquilizo, pero necesito hacerlo, de modo que me pellizco el puente de la nariz a la par que cierro los ojos, tratando de no explotar.

-¿Quién cojones le ha golpeado? -rujo, con la respiración agitada, con la rabia chorreando por cada poro de mi puta piel.

El silencio se hace en el lugar, los tres de mis tantos hombres miran nerviosos a otro sitio que no sea mi cara, de modo que engancho por la pechera al más cercano que tengo,Dylan.

-He sido yo -confiesa, lo cual me hace rabiar más de lo que ya lo hago. Él sabe a la perfección que no se toca a nadie hasta que yo lo diga. Y menos a este bastardo que tengo en frente atado a una silla de manos y pies. -.No tienes ni puta idea de lo que ha dicho Bieber, así que suéltame de una puta vez. -escupe las palabras.

Y como a él no lo voy a golpear, porque es mi mano derecha y sobre todo, mi mejor amigo, lo suelto, voy hacia el niñato y le propino un puñetazo en el pómulo izquierdo, ladeándole la cabeza a su vez.

Amándote. 2°parte de MCDCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora