Extra

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1.

-No haga, ni diga nada que pueda alterarla -me advierte el Doctor Williams, mientras caminamos por los pasillos blanquecinos de la residencia.
Asiento, nerviosa, y a la vez ansiosa por ver a Andrea.

Este lugar es escalofríante y muy frío. Me asusta, me da miedo. Ahora es cuando me doy cuenta de que Justin debería de haberme acompañado, pero me había negado completamente, quería venir sola. y es ahora cuando más necesito su calor, que me proteja de éste frío lugar.

Nos detenemos frente a una puerta de metal con una pequeña rejilla. Mis nervios aumentan, me sudan las manos e incluso me falta un poco el aire. El Doctor Williams asiente para confirmar que estoy lista ya abre la puerta con la llave.

Me insta a pasar detrás de él y me quedo petrificada nada más verla. Retrocedo unos pasos hacia atrás. No parece ella: Tiene el pelo larguísimo, la cara muy delgada,al igual que todo el cuerpo, las mejillas sonrojadas a comparación con el resto de su rostro, que es todo pálido. Por su postura, puedo deducir lo que está haciendo: acunando a un bebé, imaginario, porque yo no veo absolutamente nada.

-Hola, Andrea -el Doctor le saluda cariñosamente -. ¿Cómo estás hoy?. Han venido a visitarte, ¿no es genial?

Ella, asiente sonriendo sin enseñar los dientes y su mirada repara en mí. Al instante, me entran ganas de llorar a la par que se me forma un nudo enorme en la garganta, tiene la mirada pérdida, sus ojos están apagados, ya no tiene esa vida que tenían.

Curva más los labios hasta que enseña los dientes. Me horrorizo, vaya sonrisa más espeluznante tiene.

-Hola, Annie, ¿qué tal estás? -dice, y no sé por qué, su voz la escucho amenazante.

Cierro los ojos por unos segundos, tomo una respiración bastante profunda y meto las manos en los bolsillos traseros de mis pantalones.

-Hola... Estoy bien, gracias, ¿y tú? -respondo, timorata, con el nudo creciendo en mi garganta.

-Os dejo solas -ambas asentimos, Williams me lanza una mirada de advertencia y vuelvo a asentir con la cabeza.

Cuando la puerta se cierra, Andrea vuelve a hablar, dando un golpecitos en la cama con la mano.

-Sientate, no te quedes ahí de pies.

Voy hacia allí con pasos lentos e inseguros y me siento a su lado.

¿Por donde empezar?, ni siquiera me salen las palabras, estoy en estado de shock. Para nada me la esparaba de ésta manera, tan... ida, tan fuera de sí misma.

De improvisto, ella después de girarse hacia un lado y hacer como que deja encima de la cama algo, su mano se posa encima de la mía, acariciando con el pulgar mi anillo de compromiso. Me tenso.

-Te casarás -afirma -. Fui con él a comprarlo -su mirada perdida, se queda fija en el anillo -. Te envidio mucho, Annie...

-No hay nada que envidiar-respondo, con suavidad, cautelosa para no provocarla.

La veo fruncir el ceño, noto su tensión. El ambiente está cargadsíimo.

-¿A qué has venido? -pregunta,con brusquedad, después se gira dándome la espalda -. Ya... Ya mi vida... No pasa nada, tranquila. Odio cuando llora así -añade, volviéndose de nuevo.

Mi cara debe de ser un cuadro. No sé ni qué hacer, ni qué pensar.

-Quería traerte algo -del bolsillo, saco la foto que salimos Max, Andra y yo en un parque cuando tenieamos dieciséis años. Se lo entrego y ella, la toma -.Pensaba que quizá te gustaría tenerla.

Amándote. 2°parte de MCDCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora