Capítulo 15. Maratón 2/3

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Por la tarde, Yoa y yo, nos ponemos una película que se estrenó hace varios meses atrás: Ahora me ves. Para ser sincera, parece que está muy bien.

Y aprovechando que mi padre no está, ya que sino la regaña,la mujer se infla a palomitas,y no puede tomar sal por la tensión.

-¿Qué tal ayer el cumpleaños? -pregunta, sin apartar la mirada de la televisión.

-Bien, no estuvo mal. -me encojo de hombros. -¿y tú con mi padre? -intento parecer que sea una pregunta desinteresada, pero mi voz me delata que tengo curiosidad por saber.

-¿Y con Justin? -evade la pregunta, de modo que le lanzo una palomita, dándole en la punta de la nariz. -Señorita... -dice, en una advertencia muy falsa. Río.

Entonces, la pregunta de mi padre deja de interesarme, porque tengo más curiosidad por saber cuándo Justin entró en mi habitación.

-¿Cuándo vino Justin ayer? -y me llevo un puñado de palomitas a la boca.

-Cuando te fuiste a comprarle el regalo a la pequeña. -asiento con la cabeza -¿Te gusto? -pregunta, emocionada.

Una sonrisa bobalicona aparece en mi rostro, la cual responde por mí. -Fue un detalle muy bonito.

-Ay cariño... Ese chic... -es interrumpida por el timbre, por lo tanto agradezco a la persona que llama, ya que no quiero hablar más de ese tema, porque tengo los sentimientos bastantes confusos hacia él.

Hago ademán de levantarme para ir a abrir, pero ella me pone una mano en la pierna y decide ir ella. Vuelvo la vista a la película y trato de enterarme de lo poco que me he perdido.

-Cielo, hay un chico monísimo en la puerta preguntando por ti. -dice y me la puedo imaginar, moviendo las cejas de una forma sugestiva. Cómo la conozco.

-Si está bueno, dile que pase y me regale un orgasmo en la playa. -comento, desinteresada con la boca llena, haciendo que algunos trozos masticados salgan sin permiso alguno. «Qué cerda soy»

Escucho sus pasos salir del salón y sigo comiendo como si nunca me hubiesen dado de comer.

-Ojazos. -mi cabeza se gira de golpe, y dejo de masticar. ¿Qué hace él aquí? Lleva unos pantalones vaqueros rasgados y un poco caídos, unas vans azules y una chaqueta beisbolera que le sienta la mar de bien.

Mastico rápido y trago con dificultad mirando atónita a Yoa, que lo mira de arriba abajo aprobándolo. ¡Pero qué descarada es! Entre cierro los ojos.

-¿Qué? Tú me has dicho que si estaba bueno le dejase entrar. -se encoge de hombros, sonriendo traviesa.

-Y lo del orgasmo en la playa, cuando tú quieras. -me guiña un ojo el castaño guapetón. Abro los ojos como platos y me atraganto con un pequeño trozo de maíz. ¡La madre que parió a Yoa!

Ambos se desternillan.

-¿Qué haces aquí, Aiden? -pregunto, dándome unos pequeños golpes en el pecho. Mete las manos en su bolsillo y se pone serio, completamente serio, lo cual me asusta porque de repente, me acuerdo de lo ocurrido en el parque ayer por la noche.

-Lo de ayer lo siento... Es que había fumado y Devon... -me interrumpe, con unas cuantas carcajadas.

-Ya nos lo contó el novio de mi prima, no es por eso, es porque como llevaba tiempo sin verte por el gimnasio... -una semana y algo -Pues he pensado en venir a buscarte y pasar la tarde contigo.

Sonrío. No sé por qué pero me parece tierno por su parte, de modo que asiento, me levanto del sofá, me pongo las botas negras que están a un lado del sofá y le la lamparita y subo corriendo a mi habitación para coger un bolso.

Amándote. 2°parte de MCDCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora