Capítulo 8

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POV Annie.

Coloco la soga arriba del barrote, hago un nudo fuerte y me coloco alrededor del cuello, la otra parte que he formado con otro nudo. Miro hacia abajo de nuevo, sí, hay distancia suficiente. Hago caso omiso de las mujeres que vitorean y hacen ruidos estruendosos con utensilios contra los barrotes. Tomo aire profundamente y cierro los ojos, mientras lágrimas sordas caen por mis mejillas. No aguanto más ésta agonía. Siento sus manos por todo mi cuerpo, sus labios en mi piel... Como me introducen los dedos y me turnan como si de un bollo se tratase,me revuelvo, pataleo, pero nada las detiene,me tienen bien sujeta por los brazos.

Sacudo la cabeza, quiero borrar esas imágenes de mi cabeza y de mi vida, de modo, que soltando el aire, me lanzo hacia abajo sin pensarlo dos veces y quedo colgada con la soga atacada al cuello. Me aprieta. Me ahoga y es lo que más deseo en éstos momentos. Quiero desaparecer. No sentir dolor. No volver a sufrir más.

Mi cuerpo se va debilitando, las voces se escuchan cada vez más lejanas y yo, no quepo de felicidad, en unos minutos se acabará mi sufrimiento. Mi cabeza cae hacia un lado cuando siento que en un mareo me adentra a un mundo oscuro, donde no se siente absolutamente nada. Ya puedo morir en paz.

Suspiro por última vez.

Una voz masculina me llama, está lejos y mi piel se pone de gallina cuando siento que me tocan.
Me zarandean y molesta, abro un ojo, enfocando la vista en la persona que tengo enfrente : Justin.

-¿Qué haces aquí? -digo, fastidiada. Me levanto y me doy cuenta de que estoy en la playa ¿Qué coño...?

Entonces me acuerdo, anoche...la discusión... Todo cuadra, por eso estoy aquí. No lograba dormir en esa habitación tan grande, a parte de que me quede quedé con las ganas de desahogarme y decirle a Justin todas las cosas que se me pasaban por la cabeza en ese instante, de modo que me vine a la playa para calmarme y conseguir cansarme más de lo que ya estaba.

Supongo que en algún momento, me quedé dormida.

-No esa no es la pregunta,Annie. ¿Qué mierdas se te pasa por la cabeza? Dime ¿acaso estás loca? ¿Y si te llega a pasar algo? -su tono de voz es enfadado, pero me da igual. Hago lo que yo quiero y me cansa que esté todo el día detrás de mí como si de un perro se tratase.

-¡Déjame en paz! -le grito. Joder, qué maneras de despertar. Hoy va a ser un día de mierda, porque lo que mal empieza, mal acaba.

Gruñe, molesto. -Me tienes hasta los huevos, haz lo que te salga del coño. Si te pasa algo, tú misma. Desisto. -dicho eso, se va.

Lo observo, lleva un traje negro que marca bien su espalda ancha y sus músculos brazos por no hablar de su culo ¡Oh mi Dios! No me cabe duda que se ha estado cuidando, y muy muy bien, madilta sea, aunque me moleste decirlo, es jodidamente caliente. Más que antes.

Calculo mentalmente los años que pueda tener hora, y logro sacar veintisiete años,guiándome por el momento en que me dijo que tenía veinticuatro. Es todo un hombre ya y muy sexy.

Mierda, me sacudo la cabeza reprimiendome a mí misma por esos pensamientos inapropiados.

Maldito sea Justin.

Maldito sea su culo sexy.

Malditos hombres.

Me levanto de la arena,me sacudo la ropa y el pelo y vuelvo a la casa del venezolano. No debe ser muy tarde, ya que el sol no pica y no hay mucha gente.

Entro a la casa y me encuentro con todos en los sofás, hablando y desayunando.

-Buenos días -saluda Simón.

Amándote. 2°parte de MCDCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora