9. Hetera masculina👑

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El día comenzaba mal. Su sirviente estaba más que nervioso, podía tocar pandereta sin moverse a consciencia. Olvidaba cosas y quedaba mirando a la nada.

-Prem. -La voz firme y baja erizó la piel del nombrado haciéndolo prestar atención. -Trae esos papeles de allá.

Cuando hubo realizado la orden, miró a su amo. Mordió su labio inferior pensando en si debía preguntar o no algo que llevaba dándole vueltas desde que llegó. Como si leyera sus pensamientos, Boun levantó la mirada encontrándose en medio y sonrió artero. -Si estamos en público debes mantener tus palabras para ti. Mientras estemos a solas, puedes preguntarme lo que quieras, no te comeré a menos que lo pidas.

El nudo en la garganta de Prem se movió notablemente al tragar las sensaciones que le provocó la última parte de la frase. El guiño del rey no había ayudado mucho a calmar sus pensamientos que iban desbocados -Así que, dime qué piensas.

-Yo... este sirviente quería saber si ¿es cierto que usted me dará el título de cortesano masculino? Es que he escuchado que eso no existe y para la nobleza es como, uh, una aberración. -Las manos esclavas jugaban con sus propios dedos esperando no haber derramado palabras erróneas. De eso pendía su cabeza y la paciencia que hasta ahora tenía su amo.

-Mentiría si dijese que no es cierto. Lo es, y me da exactamente igual. Este rey tiene el título supremo entre los humanos en estas tierras por una razón. El Consejo Regente puede incluso refutar mis órdenes, al final saben que si no las siguen pueden perder la cabeza. Así que no te preocupes por ello, déjame a mí inventarme todos los títulos que quiera.

Definitivamente este rey era diferente, Ésaco de seguro no iba a sacrificar su imagen de rey tiránico por nadie. Prem creía que Ésaco jamás había amado en realidad, ¿siquiera tendría empatía? En cambio, Boun sí, a él no le importaba dar órdenes, defender sus palabras y, llegar a ser respetado por ser justo y bárbaro a partes iguales. Cada vez empezaba a admirar a esta persona.

-Por cierto. -Despertó de su nube de pensamientos que lo mantenían a todo momento mientras Ésaco trabajaba en muchos tratados y leyes que no entendía. - ¿Puede este rey pedir un favor?

- ¿Un favor? Majestad, usted es el rey, ¿por qué debería pedir en vez de ordenar? -Su cabeza se ladeó un poco dudoso. Jamás pensó que alguien de alto rango haría más que dictar y patear si no conseguía lo que pedía.

-Prem, ya te dije que este rey es benévolo si se lo permiten tus acciones. Entonces, ¿me harás el favor?

-C... claro, amo.

-Ven aquí. -No había terminado de decir la frase y Prem ya estaba tomando lugar a sus pies. -Sabes que tengo una reunión con mis invitados más tarde.

El esclavo se congeló y empezó a tiritar cada parte de su piel. Si se reunían, Ésaco vería que en verdad no había sido torturado en lo absoluto y podrían comenzar una disputa por su culpa. Eso quería decir que sería flagelado nuevamente y quién sabe si ultrajado una vez más. Todo por las apariencias.

-Amo... -Las lágrimas ya corrían por sus mejillas rojizas, a pesar de sus conclusiones y de la contradicción con las palabras dichas por su nuevo amo, él entendía que las palabras se las había llevado el viento.

-Shh, ¿por qué lloras? Aún no he dicho nada.

-Usted no debe decir nada. Este esclavo sabe. -Las promesas de la gente de esta ciudad valían lo mismo que el estiércol de ganado. Solo ayudaban un momento y al siguiente no.

-¿En serio?

-Usted va a castigarme con látigos y cosas peores para mantener su imagen frente al rey Ésaco. Solo le pido, amo por favor. No me haga tener sexo con nadie, por favor. Es humillante, incluso más que ser un esclavo.

La carcajada estrepitosa resonó en el estudio. Hizo eco durante unos minutos. Prem estaba estoico. Según los sirvientes que conoció antes, eso era mala señal. Quería decir que iba a recibir un castigo digno de una bestia. Prem tragó seco, bajó su mirada al suelo. Tensó su cuerpo que ya se encontraba temblando.

Sus cabellos fueron sujetados con dureza a medida que la risa disminuía. -Parece que no crees en las palabras de este rey. ¿Qué piensas que soy? ¿Un embustero? Vaya que me han llamado de todas formas, pero jamás un mentiroso.

-Majestad, lo siento, yo...

-Arghh, eres igual de aburrido que mis Consejeros. -Hizo una pausa mirando de reojo la expresión acongojada de Prem. Sonrió al divisar la mueca de ''lo siento'' en aquel hermoso rostro. -Ahora vamos a mi favor. ¿Podrías ser mi puta sumisa por un día?

Prem levantó el rostro sorprendido y asustado. No daba crédito a lo que acababa de escuchar de la boca del rey. La nobleza se aseguraba de en cada instante usar un vocabulario limpio, impecable. Entonces, esa palabra no sabía de donde salieron. Los pensamientos de Prem se volvieron peores cuando separó el significado de cada palabra. ¡Sumisión!

-Amo, no sé cómo se hace eso. -El estado mental de Prem giró tanto como la tierra en un año sin notarlo. Pero el mohín en sus labios fue algo que Boun no pudo evitar ansiar poseer. Su hiperactivo líbido era algo que parecía recién descubierto. Había tenido amantes masculinos, pero ninguno se parecía a Prem. Boun solo quería dominarlo y someterlo, hacerlo suyo a las buenas o con trucos. Le daba igual, Prem iba a ser suyo mientras lo endulzara como miel.

-Enone, entra de una vez. -Como era de esperarse, la sombra protectora de la corona hizo aparición rápida y silenciosa en el estudio. -Ve con ella para que te indique qué debes hacer y qué no. Espero que aprendas bien de sus enseñanzas. No me gustaría tener que cambiar un regalo por un castigo para el final de la noche.

La sonrisa artera del rey le decía que su recompensa y su castigo serian lo mismo en dependencia de en qué circunstancias lo recibiera. Entonces, Prem se propuso aprender bien, por el bien de su vida dentro del palacio y para que no cambiasen los tratos del majestuoso hombre que tenía como amo.

-Sí, majestad. -Con reverencia grácil y sutil salieron ambos sirvientesde la habitación.

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