12. ¿Es un castigo?👑

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Ah...!! Mi anterior historia "Posesión Eterna" ha llegado a los 3.48k ... solo celebro

(づ ̄ ³ ̄)づ


-Mi señor... yo... jamás fue mi intención decepcionarlo de esa manera. Solo quería evitarle disgustos. Ya tiene suficiente con atender las exigencias de su pueblo y...
-Escusas. No quiero ni escuchar una más de estas. Has pasado sobre mi autoridad y mis órdenes. Debes aprender de alguna forma a no cometer esos errores otra vez, así que tu castigo no lo pasaré por alto, no eres tan importante para ello.
Un simple chasquido sirvió para recordarle a Prem que, aunque de tierras diferentes, ambos reyes se parecían mucho, su ego era lo primero. Su nuevo rey Boun, no distaba del antiguo en cuanto a personalidad. Ésaco, al era un despiadado hombre frente a todos, sin esconderse. En cambio, Boun desprendía esa aura déspota cubierta con algo que no era ni amabilidad ni bondad. Era más indescifrable y escalofriante a la vez.
Aquel chasqueo le recordó a la muerte de Nerea. Miedo recorrió su columna vertebral con rapidez.
-Llévenlo a la habitación sin luz. -Está bien, eso sonaba peor de lo que seguro parecería. Prem asumió que era algo así como una sala de castigos. Como el sótano de Ésaco, con paredes gruesas que impedían al sonido escapar de entre ellas.
El pobre esclavo, sediento de atención y tembloroso fue arrastrado por Polideuces, el guardia gemelo de Cástor, hacia la nombrada habitación mientras el rey observaba en silencio.
Cerca del mediodía, la sirvienta más cercana al rey, Enone, miraba de lejos a su rey. Calmado, en silencio, pero con el ceño más profundo que en ocasiones de extrema tensión. Era como un ciego tratando de ver o un sordo escuchando lo que decían frente a él. Imposible.
Estaba claro que su mente estaba en otro asunto. Más específico, en el sirviente que en pocos días había acaparado gran parte de sus pensamientos. Prem. El eufemismo del milenio. No era un misterioso el cómo pensaba aquel inocente chico.
Su Ninfa y ama se hubiese burlado de él, solo por verlo intimidarse a sí mismo. Su ama habría jugado alrededor del rey todo el tiempo que pudiese. Comerle el ego por unos días hasta que reaccionase y dejase de mentirse a sí.
Solo esperaba que la Ninfa no se hubiese equivocado en la predicción. Este debía ser el ser capaz de saciar de sed de afecto de este rey.
Realmente esperaba que Prem estuviese aguantando bien su encierro.

<...>

Mientras tanto, el pobre sirviente encerrado se encontraba comiéndose cada agónico pensamiento que avispaba alrededor. Sus manos agarrando sus cabellos con fuerza, sus dientes haciendo sangrar su labio inferior y su manera temblorosa de actuar, decían cómo de bien llevaba el castigo.
Una vez más se sorprendía de cuán activo era su nuevo amo. <<Pero, ¿en qué estaba pensando ahora?>> Debería estar asustado de ese hombre. Tenía miedo, pero extrañamente, no del hombre. De las acciones que pudiese tomar en su contra para ''enseñarle''. El rey, de alguna forma sabía cuál era su temor actual.
No es que fuese muy difícil descubrirlo, tampoco era un secreto. La última vez que estuvo encerrado de esa manera fue en un sótano, en el palacio de su familia. Fue azotado, usado y torturado con sal. Sí, no eran los recuerdos más placenteros de su corta vida.
Ahora, estaba casi en la misma situación, extrañando a su hermano Abere, a sus fallecidos padres adoptivos y su tranquila vida como labrador. A espera que llegase el verdadero castigo...
Pues no llegó. De un momento a otro, estaba Polideuces frente a él, tomándolo del brazo con prisa. Fue casi arrastrado de regreso a las habitaciones del rey. No a la alcoba principal, sino a los baños termales artificiales. Enone estaba esperando en la entrada junto a otras silenciosas sirvientas.
Polideuces lo dejó junto a ellas. Enone con una simple mirada despidió al resto de las mujeres. Comenzó a deshacer la ropa de Prem sin preguntar a la vez que comenzaba a hablar. -No sé qué hiciste con él, pero te lo agradezco.
Prem la miró sin entender a qué se refería. Al parecer, ella lo notó cuando argumentó. -Nuestro rey jamás ha levantado tan rápido un castigo, tampoco ha traído a sus heteras a este lugar y mucho menos ha terminado tan rápido una reunión con el Consejo solo para ver a alguien más que no fuese mi antigua ama.
-Debe haberla amado mucho. -Enone se encogió de hombros, indiferente. Claro estaba que la relación entre su antigua ama y este rey, estaba más lejos del entendimiento ajeno. Genial, ahora se sentía mal del estómago, como si lo estuvieran estrujando. Tenía ese feo sentimiento del pecado envidioso. Estaba siendo codicioso con una persona que era casi un Dios del Olimpo. No era bueno. Enamorarse no debía ser así, era un lindo sentimiento, con buenos deseos. Entonces, porqué se sentía con deseos de estrangular a la persona que estaba en el pensamiento de su rey.
¿Amor? Eso sí sonaba más loco que su problema biológico necesitado. No amaba, era una obsesión que se acabaría en cuanto su rey se cansara de él y volviera a sus heteras.
-No importa, tienes suerte de que dedique tiempo a ti. Hace bastantes meses que no toca el pabellón de alguna de sus heteras. -Bueno, eso sí entusiasmó a Prem. Más loco aún, a partes de su cuerpo que no pensaba vivas aún. No después de... Como fuera, no iba a dejar que su pasado restringiera sus deseos. Volver a sentir por alguien más, era una segunda oportunidad dada por Afrodita.
-Tienes un punto. -Dijo Prem llegando a imaginar cosas que no sabía de dónde salieron. Debería estar asustado, pero nuevamente, se encontraba anhelando una mirada de desigual color posada solo en él. Unas manos y un cuerpo que emanaba frialdad en su andar y calidez al rozar. Deseaba. Codiciaba a su rey.
Sonaba sucio, desquiciado y fuera de sí en su propia mente. ¿Con que cara lo miraría su rey si expusiese sus pensamientos a gritos en el acto? Porque estaba seguro de que no fue llamado a este lugar tan especial para dar un baño ¿o sí? No es que le molestara alguna de esas obscenidades que rondaban sus demencias profundas.
-Ahora entra ahí antes de que se impaciente y espera sus órdenes. -Por todos los Dioses, eso era aún mejor que lo anterior. Adoraba ser sometido a las órdenes de este ser majestuoso. Se sentía mal la emoción, pero la quería.
Eso hizo, entró al lugar. Casi no distinguía entre el vapor y la lujuria nublando su visión cuando se acercó a Boun obviando el consejo de Enone de esperar. De espaldas a la entrada, confiado, estaba el rey dentro de un pequeño lago lleno de humo que no reconocía. Sentado sobre un muro pequeño dejando el agua cubrir su pecho por debajo de su clavícula. Era dócil con él, pero hoy particularmente, estaba ansioso por tomar las riendas. Insistente en dar placer con tal de ser necesitado siempre. No queriendo recordar su castigo ni su vida anterior a su llegada a Hélode.
Se arrodilló tras del rey y comenzó a rociar agua sobre sus hombros tan desnudos como el resto de su piel. -Te noto afanoso por ser placentero.
Eso paralizó un momento a Prem. Descubierto. -Si buscas hacerme olvidar por qué impuse tu castigo, no lo lograrás. Eso hará que me enfurezca más.
-No intento eso, amo.
- ¿Entonces? -Aunque dijese esas palabras, su amo estaba disfrutando tanto o más que él el simple roce de sus pieles en un acto inocente.
-Reconozco mi error, no pienso que merezca menos. Ahora mismo, no intento liberarme de mi castigo, si es que tiene más para mí. Estoy dispuesto a recibir tanto como quiera darme. En este momento estoy haciendo mis obligaciones de atenderlo como su sirviente. -No sabía si tenían sentido aquellas frases. Esperaba que no sonaran tan contradictorias ni llenas de excitación.
-Siéntate. -una orden corta e imperiosa y ya estaba acatando sin pensarlo. No se diferenciaba de las heteras libidinosas que había conocido antes.

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