7. Un nuevo amo👑

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El esclavo mantenía su vista al suelo en todo momento, incluso cuando el rey se le acercó.

La tenue luz dentro de la alcoba real que abrazaba la exigua figura y bordeaba esos opacos mechones que cubrían su cara, hacía que aquel joven esclavo se viese aún más enigmático.

Boun hizo el intento por tocar la perfilada barbilla para hacer que el esclavo levantase la mirada y al fin poder ver si sus ojos eran tan divinos, pero el joven huyó despavorido hacia atrás tanto como pudo.

-Señor, no me haga daño, no me moveré ni haré ruido en toda la noche. Estaré vigilando su sueño, seré una estatua, por eso, no me haga daño, mi señor. -Temblando, pero a la vez estático hasta donde dio la cadena.

Boun juntó sus cejas arrugándolas sin entender. ¿Por qué le ordenaría velar su sueño si ya hay sirvientes para eso? Y, ¿quién le pidió que callase? Lo que necesitaba era lo opuesto, pues debía saber qué le estaba ocultando Ésaco. Y por último y lo más importante, ¿por qué le provocaba pánico si ni se conocían? Es decir, al ser rey y uno de tierras lejanas, era entendible que hubiera historias sobre su persona, pero no tanto como para huir con semejante miedo.

Entonces, miró alrededor de la habitación para encontrar respuestas en su mente y, se dio cuenta de algo que no había querido notar. Lo más importante en aquella habitación que pasó por alto en su afán de tener una mejor visión del joven en el suelo. El esclavo estaba encadenado, con grilletes propios de su palacio, pero grilletes al final. Estaba sentado en el suelo, de rodillas y con las manos en su regazo hecha puños blancos, adornadas solo con el color de sus venas.

El rey se acuclilló enfrente. Primero con el índice quitó los cabellos rizados que cubrían los ojos y los colocó tras la oreja ajena. Luego, tomó la barbilla del chico y la hizo alzar, sin embargo, tampoco logró ver sus ojos. El esclavo bajaba la mirada.

-Quiero ver tus ojos. -Nada, la mirada seguía en el mismo sitio. Ni su voz, por más sutil que intentase ponerla, lo hacía ceder.

En su mente, el rechazo, la palabra ''no'', la negación, la indiferencia hacia él, no eran tolerables del todo. Era uno de los defectos de ser rey, las cosas debían hacerse cuando lo ordenaran.

Boun cerró el puño en la parte posterior de los cabellos ajenos y levantó nuevamente la cabeza. La rabia que le recorría debido a aquella falta, era una pequeña llama que si se acumulaba sería un gran incendio y no sabía lo que podría llegar a hacer con aquel recién llegado.

- ¿Qué sucede? ¿Tu antiguo amo era así de débil que te permitía hacer lo que quisieras? -No entendía ni quería intentarlo. Ver al joven esclavo siendo sometido, sin rechistar, hacía rodar sus pensamientos más profundos y malévolos contra él. Y si además, le agregaba el impulso que le invitaba a saborear su cuello blanquecino y expuesto, eso incrementaban las intenciones impuras.

-Cuando este rey da una orden, se cumple. Si te digo que hables, lo haces. Si digo que me mires, lo haces. Incluso si ordeno que te desnudes, lo haces y sin objeciones o las consecuencias no serán tan lindas. ¿Entendiste? -Preguntó con la voz baja y ronca por el deseo y la molestia. El esclavo asintió como pudo, el dolor de su cuero cabelludo le estaba matando.

-Bien, ahora abre los malditos ojos y mírame. -Lentamente, las largas pestañas del esclavo revolotearon al mostrar sus iris. Esas divinas pupilas verdes y miel decían mucho más de lo que podía pronunciar la abultada boca. Boun aflojó el agarre que se convirtió en una caricia. Enredó sus dedos en el cabello masajeándolo, impactado aún por lo hermoso que resultaba el hombre. -Eso es, eres hermoso.

Dejando de lado el asombro del esclavo por el halago, se levantó para tomar lugar en su lecho después de tomar una llave que había sido dejada sobre un mueble cercano. La mostró al esclavo diciendo pausadamente. -Esta, abre tus grilletes. Te la puedo dar si prometes que no darás motivos a que te mate.

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