5. Mentira envolvente👑

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Su espíritu estaba vestido de contradicción. Llevaba tiempo pensando en aquel esclavo. Obviamente sabía que no se trataba de su físico, aunque esperaba que bajo la cantidad de ropa sucia, piel desgarrada y cabello enmarañado se encontrara una divinidad escondida, entendía que era algo más.

Como una persona con máximo estatus acostumbrada a saber sobre todo lo que ocurría en su reino y aquellos aledaños al suyo, Boun se propuso a revelar el secreto, aunque fuese solo a la mitad.

Cumpliendo lo prometido, llevó a Ésaco a un salón aparte de donde se orquestaba la celebración. No era muy cerrado el lugar, las telas de las cortinas eran de un dorado brillante y los manteles de un color beige, las luces eran abundantes, pero al estar pocas personas en la pequeña sala, el ambiente se tornaba secreto, íntimo para negocios y conversaciones maliciosas.

Boun los condujo a la mesa céntrica que había y rápidamente fueron atendidos con una copa de vino para brindar por un trato improvisado.

Boun bajó la copa y sonrió de lado en su mejor intento de sonar desinteresado, educado y con intenciones de parecer un amigo más que un rey enemigo. -Entonces, ese esclavo ¿quién es?

Ésaco repitió lo mismo con la copa. Su cara de quien no sabía nada lo delataba. El monstruo no puede esconder sus intenciones por más que lo intente.

- ¿A qué se refiere?

-Oh, vamos, no me dirás que es un esclavo común y corriente ¿verdad? -Pausó mirando a los ojos contrarios en espera de una reacción. Al ver que no llegó, prosiguió. - ¿Cuál es su historia? Estoy seguro de que, siendo rey, no tendría un séquito de sirvientes ignorantes y de poco valor. Pensé que era de una familia noble, pero viendo sus manos callosas me hace preguntarme por cuánto tiempo ha sido sirviente.

El suspiro derrotado, abierto a abrirse, dejó al rey de Hélode satisfecho. Conocía al rey enemigo desde que llegó al trono, le encantaba jactarse de sus posesiones con cualquiera, además, gustaba mostrar su poder sobre sus propios ciudadanos.

-Él es uno de los hijos de mi difunta hermana. -Boun enladrilló sus reacciones para seguir con la actitud indiferente junto a un poderío de entendimiento y un poco de ira. -La mujer tuvo una señal de los Dioses de que este chico iba a traer ruinas al reino y lo mandó a matar. Por supuesto, las supersticiones de matar a recién nacidos en mi reino son fuertes, así que me compadecí y solo lo envié a criarse lejos. Pero ya ves, no valora su vida y solo piensa en venganza contra su propia familia. No puedo dejarlo libre ahora. Si lo hago, es como proclamarme un rey débil.

El oyente presencial dio otro trago a su vino y extendió el brazo con la copa vacía. De la nada salió un sirviente con una jarra dorada llenando el espacio ocioso.

-Ahora que lo sabes. -Fue interrumpido en su entretenida labor de mojar su garganta seca. -¿Qué piensas de ello?

- ¿Qué tendría que pensar? Su accionar no es de mi incumbencia, solo le pido que me deje saciar mi fetiche, nada más. Solo quería una excusa para obtener una mascota y, ¿qué mejor si no es de mi pueblo para no levantar malos comentarios, pero si miedo?

-Bien, me alegra que nos entendamos.

-Por supuesto, somos los reyes que más hemos durados luego de nuestros antepasados. Así que debemos pensar igual. Salud por eso. -Levantaron las copas sin chocarlas para efectuar el simbólico brindis.

Pronto arrolló un sirviente hasta llegar a un costado de Boun, hizo una reverencia a cada rey y se inclinó a susurrar al oído de su señor. Boun apretó los dientes por un momento, luego se relajó y sonrió.

Por fin podría salir de aquel lugar. Esa presencia nefasta ya no le era de utilidad, ya no le entretenía puesto que ya obtuvo lo que quiso. Se levantó sin prisa y miró calmado al rey enemigo.

-Si disculpa mi ausencia por hoy, debo resolver asuntos importantes esta noche.

-Por supuesto, adelante.

Se giró hacia el sirviente que sostenía la jarra, su nombre era algo raro cuando le fue dada por una ninfa y su antigua amante, así que Boun lo cambió al ver cuán leal era y lo mantuvo a su lado. -Enone, asegúrate de darle al rey invitado los regalos que llegaron desde Occidente y prepara a mis dos mejores concubinas.

Enone dio una larga reverencia y respondió. -Sí, mi señor.

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