6. La decisión de este Rey👑

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Justo como imaginó. No, era aún mejor, el esclavo tenía una hermosa figura. Estrecho de cintura, piernas largas y menudo. Su estatura no le satisfacía del todo, pero aquello se compensaba con el cabello rizo oscuro que caía besando su cuello.

-Majestad... -Chilló Sefes a su espalda. El rey apretó la mandíbula estresado por los alaridos constantes del Consejero inconforme con todo.

Sin girarse a verle pronunció entre dientes. - ¿Es que habrá un día en que aprendas a dejarme apreciar las cosas en silencio? No puedo ni pensar si sigues dejándome tus alaridos en las orejas.

-Majestad, ¿de verdad piensa conservar a este esclavo? Podría ser un espía e intentar asesinarlo o pasarle información al reino enemigo. -El hombre ignoró el regaño de su señor y siguió lanzando frases en contra como era habitual.

-Es raro que esto suceda. -Lo miró con extrañeza. El hombre se congeló. La mirada del rey no era una que sus súbditos pudiesen diferenciar. Siempre parecía enojado no importaba qué dijese. -Cuando por fin tú y Agelao concuerdan en una cosa, no me interesa.

Agelao, quien siempre estaba cerca desde las sombras rodó los ojos pensando en lo caprichoso que se había vuelto su rey. Era su culpa, él le crió y le permitió esos mimos. En algún lugar de esa crianza perdió el camino.

-Ahora. Si no les importa, este rey se va a dormir. -Sin más que decir, Cástor y Polideuces se detuvieron entre su rey de frente a los sirvientes para impedirles su paso, excepto a uno.

Por ínsito, Agelao siguió dentro a su rey para sus siguientes órdenes. Nada más entrar notó que el rey no movía un músculo, se mantenía en el centro de la habitación.

-Señor...

-Entonces tenía razón. Ese bastardo no iba a cumplir su palabra.

-Así es mi señor, dos sirvientes suyos entraron a la alcoba para intentar asesinarlo. He de decir, que estaban bien entrenados pero claro está, no son rivales para los gemelos. Les falta la gracia de los Dioses. -La cara de felicidad de su Consejero no concordaba con el intento de robo por parte del otro rey. El hombre sonreía por los gemelos, por alguna razón los veía como gente importante de su familia, no como sus hijos, sino como algo más intenso.

-Por Zeus que, si vuelve a intentar otra vez quedarse con mis tesoros sin dar a cambio ni un grano de sal, iniciaré una guerra.

-Afortunadamente, usted siempre va un paso por delante. -Se dedicó a ayudar al rey a despojarse de su ropa de fiesta. Comenzó con la corona dorada con joyas procedentes de la misma nación y prosiguió con el quitón ceñido a la cintura.

-Y no me equivoqué, este esclavo no es un don nadie. Viene de directamente de su sangre. Es hijo de Hécuba.

El gemido de sorpresa que soltó Agelao le hizo juntar sus cejas exigiendo bajar el tono. Se arrodilló para sacar las sandalias. -La reina estaría llorando en su tumba por su familia.

-No lo creo, ella misma lo mandó a matar cuando nació.

Su Consejero negó decepcionado levantando sus rodillas del suelo. -La realeza siempre tiene muchos secretos oscuros, alteza. Por eso debe tener sumo cuidado con las relaciones inesperadas.

-Ya entendí, Agelao. Ahora, por las deidades, déjame dormir. Y no, no preguntes. -Advirtió mirando al consejero e interrumpiendo incluso antes de que pronunciara palabra alguna. -Él se queda a dormir aquí. No voy a arriesgarme a que muera esta noche. Mientras ese tonto rey aún está aquí no tomaré una decisión distinta.

-Sí, majestad. -Reverenció largo y pausado. -Tenga buen sueño.

-Ve a descansar. -Terminó ordenando con voy profunda suspirando exhausto.

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