19.Elyseum👑

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Hi hi!!! 😚🤗😚🤗

¿Qué piensan de los personajes hasta ahora?

¿La trama es de su agrado?

¿Tienen algún escenario que quieran leer en un capítulo?
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Allí se encontraba. En una situación rara. Estuvo seguro de escuchar antes a su rey decirle sobre su necesidad de ser atendido por su sirviente en el baño. Pensó que tal vez no entendió a qué se refería su rey y, se cuestionó sus capacidades después de despertar.

Quizás el veneno aún le estaba haciendo efecto en su cuerpo, podría haberlo ralentizado. Porque por mucho que quisiera pensar bien de la situación, no pudo. Su mente fue a lo seguro, pero estaba incorrecto, entonces se desvió a una vaga imagen que coloró su rostro

¿No se suponía que sería el sirviente quien ayudaría? Entonces, ¿cómo terminó sentado de espaldas al torso desnudo de su amo, siendo lavado con suavidad por la esponja en manos ajenas y acicalado con mimos? Claro que los cuidados eran algo toscos a veces, como si vinieran de una persona que no está acostumbrada a cuidar de enfermos.

Justo en el instante en que se dio la vuelta para quitar de las manos la dulce esponja que acariciaba su espalda, llegó Enone junto a otra joven sirvienta. –Mi señor, Galatea ha venido.

Prem se dio la vuelta rápidamente e intentó esconder más su cuerpo tras el rey. Dio gracias que la bañera era bastante grande y estaba llena de agua con hierbas aromáticas que la tiñeron.

Al ver la desnudez y timidez del sirviente, dijo bajo y hosco. –Fuera.

Estando solo nuevamente, sopló en el oído ajeno dando sus primeras palabras causando que la piel de Prem se estremeciera. –Nada más escucha. No diré esto de nuevo.

Prem asintió en silencio. –No puedes morir sin mi permiso, no puedes dejarme. Tienes prohibido lastimarte, ni defender a quienes te hieran físicamente y estás obligado a cuidar de tu cuerpo más que nada. Tu cuerpo me pertenece y debe permanecer inmaculado.

Otro asentimiento mudo se estableció por parte de su sirviente y fue tomado por sorpresa al ser abrazado. Como la vez anterior, como si todo lo que necesitara el rey para vivir fuera él, y tuviera miedo de que este le fuese arrancado de las manos.

–¡Diosas! No puedes asustarme así otra vez, pensé que te perdería. – Eso bastó para congelar su cuerpo ya rígido de por sí. Se sentía abrumado y, como el débil que era, sollozó acompañando un hipido.

–Prem. – Llamó suavemente, dándole la vuelta hasta quedar frente a frente y con Prem sobre él. Tomó las mejillas sin color y limpió los rastros de lágrimas que caían desmesuradas.

–Lo siento. – Se regocijó la calidez en su cara. La vergüenza de preocuparlo.

El rey rió bajo. –Por todos los dioses, ¿te quedarás alguna vez si disculpas absurdas? – Y antes de permitir otra palabra, se inclinó a tomar los otros labios en los suyos. Y respiró. Metafóricamente, pensando en que se había sentido en dos días como si estuviera vacio y ahora lleno de oxigeno.

Recorrió sus labios por la piel tersa de Prem. Bajó a sus hombros, succionó la clavícula y volvió a ascender por el cuello, dejando rastro de besos, tirando del sedoso rizo hasta llegar al lóbulo y deslizar un necesitado: –Te deseo.


......

Sabía que no debía. No debía, sin embargo, sucedió sin quererlo. Ahora no quería detener sus impuros sentimientos sino el tiempo. Quería poder detener el tiempo para poder ver a esta persona tan pacífica como ahora. Aunque mantenía su entrecejo arrugado como de costumbre, no se despertaba dispuesto a cortar cabezas si era necesario. Si lo tocaba sutilmente como ahora, hasta podría lograr que el sueño continuase una luna más.

Pero nada duraría tanto si se trataba de la felicidad. Incluso su privacidad estaba comprometida ahora. Una esbelta joven esperaba en la alcoba real, en pie, sosteniendo en sus delgadas manos una bandeja de lo que pareció un juego de té. La joven hizo una leve reverencia al notar la presencia del rey y se acercó a ofrecer la bebida a Prem.

Al ver la complexión atónita de su hetero, rió enternecido. Entendió que su sirviente no era alguien adaptado a las atenciones y menos, si estaban en su presencia. Tomó el pequeño cuenco y se lo ofreció.

Un Prem anonadado retiró de las manos ajenas la fina vasija y fijó su mirada en las pupilas bicolores, expectante. Al obtener un asentimiento acompañado de una sutil sonrisa, casi se atragantó pensando en la belleza de ese gesto. Aquel hombre era una verdadera maravilla, como un Dios en la tierra, superior en físico al resto de los simples mortales.

Por fin, bebió. –Este es el Niu Lan Keng Rougui. Es una variedad rara traída desde el Oriente, solo hay una conserva en el palacio ya que es muy difícil de conseguir hasta en su propio país. El rey ordenó conseguirlo para usted. –Dijo la joven con voz baja pero audible. Sonaba dulce.

–Esta es Galatea. – Ese nombre le gustaba, significaba ''más blanca que la leche''. Concordaba con su piel en su totalidad. La chica parecía que iba a perder su color de solo rozarle el aire.

–Ella va a ocuparse de todas tus necesidades a partir de ahora.

–¿Le sucedió algo a Enone? –Pronunció, su mirada vagando por el salón.– Tampoco he visto Polideuces.

–Ambos tienen otras vicisitudes que atender, algunas cosas han estado revueltas los últimos días. – Respondió el rey, acariciándole una mejilla cariñosamente. –Así que, por favor, no importa lo que quieras, no debes alejarte de ella.

Asintió dudoso. ¿Qué tanto había sucedido mientras estaba moribundo? Recibió de sorpresa un beso corto en la frente antes de divisar al rey cerrando las puertas tras de sí. Se giró a mirar a la joven. Tenía muchas cosas por saber así que, preguntó: – ¿Qué ocurrió mientras estuve... dormido? ¿A qué se refería el rey?

Galatea estaba dudosa. No debía decir más de lo que le fue ordenado. Pero ver la cara de incertidumbre en el joven hetero le daba casi... pena.

–Prometo no decirle al Rey. Jamás pondría en peligro tu vida. –Le convenció.

La sirvienta aclaró su garganta asistiendo. Se acercó más al joven como con miedo de ser escuchada. –Respondiendo a su pregunta. El Palacio ha estado en total caos. El rey descubrió que la la Ninfa Aenon y la hetera Hipatia se confabularon para asesinarlo a usted. El veneno que lo dejó en este estado fue dado por el padre de la inmunda hetera, pero fue vino al fin y al cabo, así que es de suponer que se lo dio la Ninfa del vino.

Prem abrió Los ojos enormes. No podía creer, no. Él no quería creer lo que escuchaba. ¿Por qué se arriesgaron amabas a perder su estatus por sacarlo de la vida de su señor? Era mejor el juego de seducción tradicional. Interrumpió el monólogo de Galatea.

–¿Dónde? –Al ver la cara dudosa ajena volvió a intentar. –¿Dónde están ambas?

La sirvienta miró a su alrededor. –La hetera Hipatia fue enviada a pasar por el mismo calvario que usted. Fue envenenada hasta la muerte. Y la Ninfa... Bueno, con ella no saben que hacer. Se e cuenta encerrada con cadenas en una habitación aislada.

Prem de un salto se levantó. Buscó sus sandalias y se las colocó. No prestó atención siquiera a su ropa y corrió en busca de su amo. No podía permitir otra muerte por su causa. No estaba en sus venas.

–¡Hetero real, espere por favor! ¡Si va, el rey va a enojarse con usted! –Pero ignoró el llamado. Galatea tenía razón. Sin embargo, no pretendía detenerse. Aunque tuviese que rogarle de rodillas, haría lo que fuera. Incluso sería esclavo en su siguiente vida.

Apostar Todo Por Ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora