15. Víspera de Ceremonia 👑

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¨Regreso pronto¨. Con esa falsaria frase se despidió de su nueva adquisición humana. Prem. No estaba seguro de qué lo hacía mantener a su lado al que posiblemente hubiese sido enviado a su reino como espía de su mayor enemigo, pero sí sabía que incluso si resultaba ser el pequeño traidor que pensaba, iba a ser él quien le viera morir. Solo él podía cerrar aquellos hermosos ojos oscuros y disfrutar del último suspiro que saliera de aquella boca carnosa.

Mientras no demostrase ser un traidor, le daría todo lo que quisiera darle. Las joyas y la seda extranjera no le faltarían. Tampoco el respeto de sus otras heteras de las que debía encargarse cuanto antes. Separaría sus pieles de sus huesos por haber maltratado su preciada posesión.

Primero debería encargarse de su visita inesperada e inoportuna. Esta era la única persona que podía interponerse en su camino a ganarse a Prem por completo. Ella siempre toma los hombres que desea, si se niegan, los hechiza de alguna forma, como con un poder divino. Y ahí iba su primera vez teniendo miedo de perder a alguien. Ya resolvería luego qué hacer con ese nuevo sentimiento.

Con el tiempo, esta persona se había vuelto indeseada ante sus ojos. No se diga de la parte carnal. Empezaba a irritarlo.

La alta doncella, imponente como siempre y más elegante que nunca se presentaba grácilmente sentada sobre uno de sus muebles. Se llegaría a pensar que era una obra de arte. Su belleza irradiaba luz como si de la misma Afrodita se tratase. Pero incluso con todos sus lujos encima, su figura habitualmente traslúcida sus sirvientes pulcros alrededor abanicando y alimentándola, ella no despertaba ni el más mínimo interés, en el buen sentido, en este terco rey.

-Ninfa oréade, Enone, ¿a qué debo esta inopinada visita? -La recién nombrada alzó su mirada adornada por sus largas pestañas cuando el rey se detuvo frente a ella. Nadie recordaba porqué se le había dado el título de Ninfa, ya que nadie en el mundo poseía semejante estatus, pero era merecido.

- ¿Así es cómo me das la bienvenida después de tantos años sin vernos? -Justo en el momento en que ella alzó su mano, los sirvientes detuvieron sus quehaceres y dieron dos pasos atrás. La ninfa se levantó, mas el rey dio la espalda para caminar hacia su trono real donde aguardaba Agelao. Este último, con una mirada conocedora y desconfiada hacia la doncella.

-Al punto, Enone...

Ella le interrumpió, Zeus sabía cuánto odiaba aquello el rey. -Te he dicho que me llames Aenon. La sirvienta que te regalé es Enone, deberías saber que las diferencias son abismales. -Aquel comentario no conmocionó a nadie, ella siempre había sido despectiva en el trato a sus sirvientes, más los ajenos.

El rey tocó su entrecejo arrugado de estrés y suspiró con fastidio antes de volverla a mirar. -Entonces, ¿a qué debe mi reino esta inesperada visita? Como has dicho, hace décadas que no vienes. ¿Por qué reapareces justo ahora?

La ninfa tomó asiento nuevamente exasperada. Lo que iba a decir no era de su agrado. La ponía agria como uva del vino. Y hablando sobre ello... tomó una copa del líquido oscuro. Sus sirvientes le ofrecieron al rey quien alzó su mano en negativa. Aenon encogió sus hombros y sorbió. -El vino me ha susurrado algo interesante. Me ha dicho que has adquirido una nueva hetera, pero qué crees, es un hombre. Así que, deseo ver qué tiene de especial este siervo para que le des un título tan codiciado.

-Aún no tiene la ceremonia. -El rey empuñó sus manos con enojo. Lo que más temía, se iba haciendo paso a paso realidad. Sin embargo, quien osara intentar quitarle a Prem, tendría que morir.

-Da igual eso, quiero verlo. -Exigió.

-No me des órdenes, Aenon. Sabes tanto como yo que, a pesar de tu título, eres igual de mortal.

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