18. Nuevo amanecer👑

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El sol aún no se elevaba, sin embargo, un sirviente intrépido interrumpió el sueño de su rey. Por supuesto que debía hacerlo, era una orden no dicha. Si alguno de ellos no informaba cada pequeño detalle o suceso dentro del palacio sería castigado. Tal y como estuvo sucediendo por dos días.

Dos intensos días en los que el lecho de la alcoba real del palacio estuvo intacto. Sin arrugas ni calor de su dueño. El rey Boun se había limitado a dormir sobre un mueble no tan cómodo mientras su sirviente recién nombrado Hetero Real Masculino, esperaba desvanecer su vida sobre la cama del rey nombrado.

Al rey no le importaba, en sus guerras pasadas tuvo que dormir en condiciones peores, su cuerpo recubierto de músculos firmes lo soportaría, pero todo lo que tenía en juego no. Solo tuvo pensamientos para su hetero.

No podía dar nombre a sus tontos pensamientos. Estaba más preocupado por un simple hombre, quien, por cierto, puso boca abajo su reino, que por la estabilidad de su estatus. Daba igual todo, solo quería que viviera a su lado. Verlo morir le provocaría emociones para las que no estaba preparado. Ah, se sentía innombrable el caos en su mente.

-Despertó. - Fue todo el susurro que necesitó de Agelao, su indudable fiel súbdito. Abrió los ojos de un zarpazo y se levantó tan rápido que tuvo que ser sostenido por su consejero para no caer. Se encontraba esta vez sentado en la silla en su biblioteca. Había estado mirando los papeles extensos de demandas y problemas fijamente que quedó dormido por inercia.

Fue llevado hasta su habitación sin miramientos. No quería explicaciones hasta que viera a Prem abrir sus ojos primero. Y fue lo que hizo.

Llegó hasta la puerta para encontrar a su hetero sentado, ingiriendo algún liquido de color verde que no lucía apetitoso en lo absoluto. Prem fijó su mirada en él. Su palidez repentinamente desapareció dando paso a un leve rosa. El rey vio más allá de eso, el joven había desviado la mirada hacia su bebida y había sonreído como un niño pequeño.

Con zancadas largas, el rey se detuvo al borde de su cama. Observó fijamente y solo una palabra le devolvió el aire que contenía. -¿Amo?

El hetero fue abrazado un poco fuerte, les causó dolor a sus articulaciones, pero no quería que se detuviera la otra persona. Es más, amaba oler de cerca la fuerte esencia de su amo. Miró alrededor al resto de los sirvientes que habían girado sus espaldas para dar espacio a lo que ocurría. Todos, incluso sus temibles guardaespaldas, Cástor y Polideuces.

Un carraspeo lo instó a divisar a la primera persona que vio cuando abrió los ojos. Según se había presentado, el jovencillo frente a él, era médico. Goldie. El médico real más joven y audaz que hubo visto jamás. Tal cual, su nombre significaba bella y delicada flor, el joven era muy delgado, pero de facciones casi femeninas. Era lindo y tímido en demasía.

-Um, mi señor. No debería apretujar así a un paciente acabado de despertar luego de un sueño tan largo. -Dijo Goldie al notar que el abrazo se había prolongado más de lo debido. Finalmente, el rey se separó del otro y volteó a ver al médico. Colocó una mano sobre el hombro del joven y lo elogió muchísimo. Goldie estaba insufriblemente rojo.

-¡Enone! - Llamó el rey. Como de costumbre, de la nada salió la sirvienta ante su llamado.

-Acompaña a Goldie a su habitación y asegúrate de que sea recompensado gratamente por sus servicios. Hoy daremos un banquete en su honor. - Ordenó firme. Sin intención de escuchar algún comentario en desacuerdo.

-Ah, y recibe todas las instrucciones del cuidado de Prem. Con exactitud.

-Sí, mi señor.

Nada más el rey levantó su mano e indicó que todos salieran, fue obedecido con total rapidez. El único a su lado fue Agelao. Quien al ser nombrado se acercó más. -El despertar de Prem no necesitará ser anunciado así que estoy seguro de que podrás encontrar al espía, no lo mates aún, úsalo para saber a quiénes sirve en lugar de su rey.

-Así lo haré, mi rey. - Pronunció solemne.

- ¿Qué dijo Goldie sobre la condición de Prem? -El nombrado bufó por lo bajo. El rey hacía como que no estaba delante, y hablaba de él como un niño.

Para colmo, sus manos picaban. Quería otro abrazo. O quizás, algo más significativo. Necesitaba saber que fue extrañado y que esa persona se preocupó. Pero no podía pedir mucho más de lo que tenía. Suficiente había sido notar que se encontraba en el lecho de su rey, tenía sirvientes atendiéndolo en cuanto despertó y un medico reconocido solo a su servicio.

-Puede salir a dar paseos cortos al aire libre. Le vendrá bien luego de una intoxicación. También debe beber más agua de lo habitual, durante tres lunas. Por lo demás, exigió descanso para su distinguido paciente. -Ambos rieron y que le lanzaran maldiciones si no hizo a su cuerpo burbujear ante el sonido de su amo. Era rico y bueno para sus cinco sentidos.

Vio a Agelao murmurar algo en baja voz así que no pudo escuchar y luego de una risa burlona enmascarada una sonrisa condescendiente, se marchó.

En cuanto quedaron solos, el rey comenzó a deshacerse de la mayoría de sus ropas y en cuanto osó tomar su posición sobre la cama fue interrumpido por la suave voz de un pálido hetero. - ¿Se...señor?

- ¿Mm? -Preguntó desentendiéndose del súbito miedo en la cara de Prem. Al ver al hetero boquear como pez, sin saber qué decir o hacer en su propia boca se formó una pequeña e inaccesible sonrisilla.

-Necesito un sirviente para darme un baño ya que mi día ha sido ajetreado hoy. - Dijo con seriedad profunda. El ceño fruncido mientras intentaba pensar en el cambio repentino de atmósfera en la cara del más joven, fue otro rito de interés para el rey, quien, a su vez, comenzó a caminar hacia el lugar mencionado. Dejando en el aire la implícitas sus palabras.

Y a un difuso Prem casi corriendo tras sus pasos.

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