Not a Love Song.

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XVI.

La intensa luz que entraba por la ventana dio justamente en mis ojos, al grado de lograr despertarme ligeramente molesto. Cuando pude acostumbrar mi vista y recordar lo sucedido ayer, busqué inmediatamente mi celular.

Eran las 8:47 a.m., y ningún mensaje de Katsuki.

Sentí a mis ojos humedecerse una vez más. Intenté retener las lágrimas recordando lo que mi madre me dijo el día anterior, pero fue en vano, por mi mente solo pasaba la idea de haber arruinado mi amistad con él.

Me cubrí totalmente con las sábanas al escuchar la puerta abrirse, no quería que nadie me viera de esta manera.

— Buenos días, joven Midoriya —la voz de la enfermera que venía a dejarme el desayuno se hizo presente, con el mismo tono alegre de todos los días.— ¿Cómo dormiste?

— Me ha ido mejor —bufé.

— Tal vez esto te ayude un poco.

Asomé mi cabeza desde mi escondite improvisado para toparme con aquella amable señora extendiendo un pequeño pedazo de papel. Lo tomé curioso y, antes de que pudiera preguntarle, ella continuó.

— Cierto chico dijo que te entregáramos esto apenas despertaras. Creo que quería verte, pero no estaba al tanto de que las visitas son a partir del mediodía. Armó un escándalo en la planta baja.

Me levanté cuál resorte de la cama para desdoblar aquel pequeño trozo de papel. Pude reconocer la letra de Katsuki con facilidad, todo gracias a las anotaciones que siempre hacía en el club.

"Los estúpidos doctores no me dejaron pasar antes de las doce. Ya sé que pude escribirte al celular, pero creí que hablar en persona sería mejor. Te veo más tarde en tu habitación."

Empecé a reír sin querer. Siempre era tan impulsivo.

— ¿Son buenas noticias?

Sonreí mientras volvía a doblar aquel mensaje y lo pegaba a mi pecho.

— La mejor.

— Midoriya, ¿está todo bien? Te noto algo distraído —comentó preocupado Sero, haciendo una pequeña pausa a los ejercicios

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— Midoriya, ¿está todo bien? Te noto algo distraído —comentó preocupado Sero, haciendo una pequeña pausa a los ejercicios.

— Lo siento, estoy algo nervioso —me acomodé mejor sobre mis cuatro extremidades, decidido a aprovechar el breve descanso.

— ¿Tiene algo que ver con la visita que recibiste ayer?

Pude notar la curiosidad y necesidad de chisme emanando de su voz. Reí un poco, la verdad es que Sero solo era un par de años más grande que yo, ya que estaba haciendo unas prácticas aquí por su carrera. Gracias a su carisma y buen sentido del humor, poco a poco se volvió la persona con quién más cercano me he sentido dentro de este hospital.

Me atrevería a decir que, después de tanta convivencia mutua, ya somos amigos.

— Sí —respondí con voz tenue mientras limpiaba mi sudor con la pequeña toalla que estaba en mi cuello.— Le confesé a un amigo el nombre de mi enfermedad, pensé que eso lo alejaría de mí pero parece que hoy vendrá a visitarme.

Eternal | KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora