XXV.
— Hay algo que necesites decirme respecto a la escuela, ¿ma?
Un par de ojos esmeralda se colocaron sobre mí con suma sorpresa, la dueña de estos se vio totalmente interrumpida en medio de su labor de calentar algo para cenar. Estaba nerviosa, lo sabía. Su ligero temblor en las manos la delataba.
Mi lado racional sabía que no era el mejor momento ni la manera de abordar el tema, pero debía admitir que otra pequeña parte de mí estaba sumamente molesto al haberme enterado de esto por otra persona, en vez de mi madre.
Lamentablemente era obvio cuál lado decidió tomar las riendas de la conversación.
— La representante de la clase me preguntó hoy que si ya tenías una respuesta con respecto a lo que el director habló contigo.
Estaba consciente de que estaba usando un tono que, si bien no era lo suficientemente grosero, no dejaba de ser más agresivo a comparación de mi manera usual de hablar, pero también era cierto que me sentía traicionado. Algo tan importante me lo debió decir en el momento, incluso pudimos haber ido juntos a ver al director en aquella ocasión.
¿Por qué lo ocultó? ¿Acaso ella ya no confía en mí?
Una nueva pregunta se formuló en mi cabeza en medio de todo el caos que amenazaba mi mejor intento por mantener la compostura. ¿Así se sintió ella cuando hice lo mismo en el pasado? La culpa me cayó como un balde de agua fría.
Regresé mi mirada hacia ella. Buscaba la manera de evitar que nuestros ojos chocaran mirando fijamente la estufa, como si en ella estuviera escrita la fórmula de la inmortalidad. A pesar de solo ver su espalda lograba visualizar la imagen completa con claridad: tan frágil y temerosa por responder.
Tal vez debería disculparme nuevamente.
— ¿Por qué no me dijiste? Pudimos haber encontrado una solución juntos.
— Lo siento mucho, mi niño —apagó la estufa por fin, pero continuaba evitando mirarme a los ojos.— Me llamaron poco después de la ocasión en que el doctor Toshinori nos ofreció otros institutos como opciones y...
Mi madre comenzó a botar lágrimas como si sus ojos fueran una fuente, cosa que hizo a mi corazón romperse en pedazos. No fue necesario que terminara la oración, ahora entendía que la razón por la que no me dijo nada fue precisamente por mi culpa.
Fui yo quien hace unos días lloró en sus brazos desconsolado mientras rogaba por permanecer en el instituto hasta el final.
No tenía idea de que cargaba con este peso encima desde entonces.
— Fue por mí, ¿no es así? —dejé salir un suspiro, tomando una pausa para evitar que el nudo en la garganta me impidiera terminar la oración.— No debí decir algo tan imprudente ese día, lo siento.
El llanto de mi madre disminuyó poco a poco hasta quedar en suaves y pequeños sollozos, mientras que el mío aumentaba ligeramente. Cuando finalmente giró hacía mí, alcé ambas extremidades en busca de un abrazo suyo, como lo haría un bebé.
Ya he perdido la cuenta de las veces que hemos llorado juntos de esta manera, pero se sentía mucho mejor hacerlo en sus brazos.
— ¿Qué clase de madre sería si no lucho por conservar las cosas que hacen sonreír a mi pequeño?
— Gracias, ma —acaricié suavemente su espalda en un intento por reconfortarla y quitarle ese peso de sus hombros, aun sabiendo que no ayudaría demasiado en realidad.— Estoy seguro de que encontraremos una manera.
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Eternal | Katsudeku
FanfictionIzuku siempre tuvo muchísimos planes en su vida, tantos que no sabía cuáles realizar primero. Tantos, que olvidó lo más importante: disfrutarla. Ahora, con un diagnóstico médico que parece sacado de alguna novela de ficción, todos esos planes se res...