XIX.
Un par de días después, Kacchan solicitó una reunión formal con el comité estudiantil y el director, junto con la evidencia necesaria en mano, para comentar sobre los inconvenientes que Setsuna provocaba en el club. Resulta que fingieron ignorar todo lo que ella me hacía con el fin de reunir lo suficiente para asegurar que el club siguiera en pie.
Katsuki y Jiro pasaron una semana completa pidiendo perdón por ello, pero no había nada que disculpar en realidad. Ahora que podía volver a pasar tiempo con todos juntos y en total calma, sentí que todo valió la pena completamente.
Y después de Setsuna, el tiempo pasó extremadamente rápido.
Los días se volvieron semanas en el momento menos pensado, aquellas donde, si bien me sentía más feliz por recuperar a Kacchan y ganar más tiempo a su lado, también sufría al ir perdiendo cada vez más mi movilidad.
Mi situación llegó a un punto sin retorno, donde Denki y Shoto debían acompañarme a todos lados debido a la cantidad de escaleras que había en la escuela, sin mencionar que ahora debía levantarme mucho más temprano para poder llegar a tiempo a clases.
Mis padres insistieron en que tomara un taxi de ida y vuelta a la escuela, pero creí que sería un gasto innecesario. Si aún tengo posibilidad, quiero poder seguir valiéndome por mí mismo al caminar.
Con un mínimo enojo en mi corazón, di un último vistazo a los papeles que estaban encima del escritorio. El doctor Toshinori nos comentó que sería buena opción tramitar una tarjeta de discapacitados, ya que eso nos ayudaría a conseguir descuentos para sillas de ruedas y modificar la casa, en caso de que sea necesario.
Siendo sinceros, me incomodaba mucho la idea de tener que cargar con un letrero en el pecho que le explicara mi situación al mundo.
La idea de ser diferente ante el resto siempre asusta.
Suspiré y me acosté en mi cama con sumo cuidado. A esta hora deberían estar terminando las clases y podría estar en camino hacia el club, pero no es así porque mi cita médica fue durante el horario escolar, así que me vi en la necesidad de faltar.
Y un día sin ver a Katsuki siempre me pone ligeramente de malas, aunque no me guste admitirlo.
Mi celular decidió interrumpir mi pequeño monólogo interno, casi como si quisiera evitar que mi molestia siguiera creciendo, así que estiré mi brazo como pude y llevé el aparato a mi oído después de ver el nombre de contacto.
El único nombre capaz de desaparecer mi mal humor de inmediato.
— Oi Kacchan, ¿acaso no está prohibido usar celulares dentro de la escuela?
— Cállate, nerd —fue inevitable reírme por el contraste entre su suave tono de voz y su demandante respuesta.— ¿Cómo te fue en tu cita?
— Mi enfermedad sigue avanzando, pero está dentro de los parámetros normales, según el doctor.
— ¿Ya estás en tu casa?
— Sí, mi mamá está abajo preparando de comer. Pidió el día en su trabajo.
— Me parece bien, no le des muchos problemas a tu madre.
— Ni tú a los chicos.
— Tsk, si les molesto tienen la libertad de irse.
— Nunca cambias, Kacchan —sonreí a pesar de saber que él no podía verme.
— Debo irme, ya están todos aquí.
— Claro —dije sin poder ocultar mi tono de tristeza. De verdad quería estar ahí con él.
— Te hablo más tarde, ¿sí?
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Eternal | Katsudeku
FanfictionIzuku siempre tuvo muchísimos planes en su vida, tantos que no sabía cuáles realizar primero. Tantos, que olvidó lo más importante: disfrutarla. Ahora, con un diagnóstico médico que parece sacado de alguna novela de ficción, todos esos planes se res...