Symphony.

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XXIII.

Una de las cosas más interesantes de la vida es el tiempo. A veces transcurre con tanta calma que puede desesperar a más de uno; otras, en cambio, pasa tan rápido que no te das cuenta hasta que realmente prestas atención a tu alrededor.

Lo segundo me pasa más seguido de lo que creía posible, sobre todo cuando paso mi tiempo junto a Katsuki. Algo que lo confirmó fue que en tan solo un abrir y cerrar de ojos, el tiempo voló hasta ubicarnos a una semana antes de su cumpleaños.

Unos días antes pedí permiso en el hospital (y a mis padres) para faltar a mis compromisos y poder salir con él. Claro que ninguno me negó aquella petición, aunque Kacchan se mostró un poco molesto por faltar al club ese día.

La verdad es que me hubiera gustado faltar también al resto de nuestras clases y así pasar más tiempo juntos, pero para él no era tan fácil. Al saber que mi final ya estaba escrito dejé de sentir esa obligación por mantener una calificación perfecta en todo, no descuidaba mis materias, pero tampoco me mataba como solía hacer antes, mientras que Katsuki quería asegurar su entrada a una universidad decente y cualquier buena calificación valía la pena.

Y claro que iba a respetar su decisión, antes nunca lo vi realmente interesado en continuar sus estudios al terminar la preparatoria, así que este cambio me hizo sentir muy feliz por él.

No lo molesté más al respecto y esperé pacientemente a que la campana de salida del 20 de abril comenzara a sonar.

Por obvias razones, el cenizo se encargaría de dirigir el rumbo de la cita.

— ¿A dónde iremos primero, Kacchan?

— Quiero probar el nuevo ramen súper picante que tienen cerca de aquí por tiempo limitado —reí ligeramente, no me sorprendía para nada.

— Sabes que no tolero muy bien la comida picante —detuvo la silla de ruedas de golpe, volteé a mirarlo algo confundido.

— Lo sé, pero hoy es mi cumpleaños, no el tuyo.

Continuó empujando mientras reía como un niño pequeño que acaba de cometer alguna travesura. Simplemente me dejé llevar, disfrutando cada minuto a su lado.

Una vez llegamos a nuestro destino, me ayudó a sentarme en la mesa de alguna esquina del lugar y dobló mi silla de ruedas para evitar molestar al resto de la clientela. Katsuki no aceptó mis reclamos sobre mi poca tolerancia al picante y ordenó dos platos de aquel famoso ramen.

Mientras traían nuestra orden me dejó por unos instantes para ir al baño rápidamente. Decidí mirar mi celular un momento en lo que regresaba conmigo, hasta que su nombre viniendo de una mesa cercana atrajo mi atención.

— ¿En serio Katsuki está aquí? —exclamó con sorpresa una chica rubia que portaba también el uniforme de nuestro instituto.

— Lo vi entrar hace un momento, aunque venía acompañado de alguien —le respondió otra chica, también de nuestro instituto, pero ella tenía su cabello más oscuro. No podía ver su rostro porque estaba de espaldas, pero supuse que me señaló porque la primer chica me miró inmediatamente después.

— ¿Te refieres a aquel en silla de ruedas? —me lanzó una mirada indiscreta similar a cuando te ofrecen un platillo que no es de tu agrado, solo pude atinar a sumergirme más en mi celular actuando como si no hubiera escuchado su obvio comentario.

— Últimamente los veo demasiado juntos, ¿estarán saliendo?

— ¡No bromees! El gran Katsuki no tiene por qué salir con un hombre, mucho menos con un discapacitado como él.

Eternal | KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora