Rhode Island, amanecer
2016
Rachel Stone
La paciencia nunca fue una virtud con la que fui bendecida, por el contrario, me irritaba mucho tener que esperar, en especial cuando le he contado a la quinta enfermera todo el malestar que siento, pero claro, unos simples mareos no son tanto comparado a otras posibles dolencias como un infarto o un aborto espontáneo, problemas que tienen las personas que llegaron antes que yo, pero que atendieron de inmediato.
Todo me daba vueltas, incluso al cerrar los ojos percibía el movimiento de las cosas, y me mareaba más, las náuseas eran insoportables. Odio venir al hospital, el olor a enfermo y limpio es desagradable, además de la pésima atención que brindan. Maldito seguro estudiantil.
No puedo seguir perdiendo el tiempo aquí, estoy a punto de llegar a la mitad de un libro que invertí casi un año escribiendo. Debería tomar alguna vieja píldora y permanecer sentada frente a mi laptop tecleando como loca, no aquí, sentada esperando a que alguna enfermera se digne a atenderme.
Me puse de pie y entregué la hoja que me habían dado, que todos en este lugar se vayan a la mismísima mierda, no los necesito. Esperaba al ascensor hasta que un rostro familiar aparece a mi lado: Dylan.
Es sorprendente lo rápido en lo que nos convertimos en amigos, al principio me pareció extraño que el mejor amigo de mi ex novio busque mantener cercanía conmigo, pero olvidé que Dylan y yo nunca tuvimos problemas o una mala relación, mi memoria alberga múltiples momentos en los que se ha comportado muy bien, incluso esa noche en la que ayudamos a Luke cuando tuvo una sobredosis.
No podía etiquetarlo simplemente como Dylan, el mejor amigo de mi ex novio, y menos cuando nos encontramos a kilómetros de Ryalville. Era una nueva oportunidad de hacer las cosas bien, y no la desaprovecharé. Tengo derecho a tener amigos, y más si son tan amables como él.
Y es que no hay nada malo que decir sobre Dylan Reed. Ingresó a la universidad un semestre antes que yo, estudia negocios internacionales y hasta donde tengo entendido le va muy bien. Tuvimos la suerte de cruzarnos en mi primer día de clases, parecía una campesina perdida en la gran ciudad, hasta que se acercó a mí para conversar, me presentó un grupo de amigos, básicamente facilitó mi vida.
Quizá fue la distancia, o tal vez el hecho de ser los únicos conocidos en una ciudad totalmente nueva nos acercó más. Y no me molestaba. Al contrario, su presencia alegraba mis días, incluso en los que deseaba matar a todo el mundo, como hoy. Al percatarme de su presencia me sonroje, no por algún sentimiento hacia él, sino por vergüenza, me había vestido con lo primero que había encontrado, llevaba puesta una ropa deportiva extremadamente colorida. Me veía ridícula.
- Rachel, no esperaba verte aquí - dijo sonriendo.
- Sí, ya me iba, ¿el ascensor está subiendo o bajando? - pregunté a punto de entrar, pero Dylan tomó mi mano derecha descubriendo mi muñeca - ¿Qué ocurre?
- No te has atendido - respondió un poco serio - a todos los pacientes aquí les ponen una banda en la muñeca.
- Ya me la quité - mentí, y él se dio cuenta de inmediato - Bien, felicidades Sherlock no me atendí, este ambiente no es el mio, hora de volver a casa.
- Rachel, reprobaste el examen de francés porque no podías escuchar correctamente las cintas de la profesora - me reprendió - y confundes las palabras también, te mareas mucho, tiene que verte un especialista cuanto antes.
- Volveré otro día, parece que hoy andan muy ocupados - respondí mientras le contaba la larga espera que llevo haciendo aquí - Prometo que volveré. Además, no creo que sea nada de cuidado. Problemas de audición he tenido casi toda mi vida, no te preocupes Dy, no es nada malo.
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Secrets Around Us
Teen FictionRachel y Luke son ex novios que juraron nunca más volverse a ver en la vida, hasta que un mensaje anónimo que amenaza con revelar sus más íntimos secretos los obliga a juntarse en un reencuentro de secundaria. Se amaron y ahora se odian, dicen que n...