Tardes tranquilas [AU]

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Aquella luz dorada sobre las hojas de los árboles tiñéndose de un rojo cobrizo con la llegada del final de aquel día, con el sol ocultándose tras las montañas vivientes de Urum Her, invitando a las pixies y fadas entre los los árboles a refugiarse entre sus ramas adoptando en segundo formas de ramas, hojas o flores para formar parte de ellos hasta el próximo amanecer.

La media luna de Asfarag aparecía en el firmamento con un suave boceto y mientras aquel hechicero protector de ese bosque y de las tierras cercanas sorbía un poco de té rojo de la taza que sostenía con su índice y pulgar, inhalaba del suave aroma endulzado con miel de trébol mientras avanzaba a la ventana y recargaba sus hombros en el borde de la ventana.

Neji Hyuga era diestro como ninguno en la magia en aquella era, por lo que rápidamente a pesar de su edad se le había asignado el puesto de guardián que tenía ahora. Proteger ese sitio, el bosque de Silvenhest era importante, por que entre sus troncos, flores y criaturas yacían poderes inimaginables que en manos equivocadas de trasgos, drows u hombres codiciosos podrían significar un gran peligro, casi todo el tiempo había una criatura probando suerte creyendo que eran lo suficientemente buenos para burlar su magia, estaba por demás decir que ninguno de ellos había dado un par de pasos con una sola hoja entre sus manos sin que el mago no les neutralizara, borrara la memoria y como mínimo los reapareciera a unos kilómetros de allí.

Agradecía que justo aquella ocasión se tratase de una tarde tranquila y nada hubiera ocurrido, él más que cualquiera entendía de disciplina y comprendía la importancia de su rol, lo apreciaba, pero resultaba tedioso en ocasiones y al menos vez, habría optado por que nada ocurriera.

Justo se encontraba por girarse para volver sobre sus pasos y descender la torre donde habitaba, cuando algo se movió entre el follaje, algo que se movía a toda velocidad y con una agilidad envidiable, suspiró pesadamente y presionó sus dientes.

— Rock Lee...— murmuró entre dientes mientras meneaba con la cabeza.

El mencionado era un muchacho humano demasiado entusiasta para su gusto, sorprendentemente diestro en su forma de andar, más que cualquier álfar y más fuerte que un hosco dvergar

Neji extendió sus manos al frente cerrando los ojos y por un instante el tiempo pareció detenerse, hasta la pequeña pluma que descendía en un danzar en el viento desde uno de los nidos se congeló en el aire a causa de su magia, abrió los ojos entonces, pero no observó el interior de la torre, si no el cielo a través de los ojos de un papamoscas cardinalillo, parpadeó de nuevo y ahora su visión partía desde la mirada de un conejo que emergía de su madriguera, pestaño de nuevo y cambio, lo hizo así varias veces, hasta localizarle.

Su visión partía desde un leprechaun surgiendo como briofitas de la madera de uno de los troncos y asomándose a la periferia. Entonces la vio y fue apenas un segundo.

Sorprendido de las habilidades de aquella mujer castaña, bastó un nuevo movimiento de sus manos y con esto la activación de un nuevo hechizo para aparecer en ese sitio y buscar seguirle el paso.

La observó a través de las ramas de los árboles, aquellos ojos marrones, grandes vivaces y tan vibrantes como su propia magia, le ofreció una sonrisa gentil y hasta juguetona incitandolo a que le siguiera el paso.

Vestía un short, una blusa sin mangas y una capucha larga, viajaba ligero con una bolsa colgando del brazo derecho.

Neji Hyuga que enfrentó joturn en las heladas montañas y demonios de fuego, se vio por un momento paralizado, abrumado por aquella chica y no solo por su belleza que fácilmente rivalizaba con la de alguna ninfa, si no por la soltura con la que se movía a través del bosque como si le perteneciera, como si fuera parte de ella y él de ella, aunque con una chica así ¿quién se negaría?.

El crujido de una rama lo hizo recapacitar, con rapidez fue tras ella y esta mientras tensaba la cuerda de su arco para lanzar una flecha con una cuerda, se vio sorprendida pero curiosa de que alguien pudiera seguirle el paso.

— Estás invadiendo— declaró con voz grave y autoritaria el Hyuga.

— ¿Dónde están tus modales?— preguntó frunciendo el ceño— deberíamos presentarnos antes, soy Tenten— declaró la chica alcanzando la rama que había clavado y tomándola con ambas manos e impulsándose con ella— una viajera de tierras lejanas.

— Neji Hyuga, guardián de este bosque y sus alrededores— respondió pero con cierta tensión.

Ella era linda, pero la admiración por ella rivalizaba con su propio sentimiento de orgullo, herido al ver con que facilidad le estaba burlando sin poder alcanzarla.

— Detente ahora mismo— indicó el mago con frustración.

— Intenta atraparme— indicó ella mientras aceleraba sus pasos.

El Hyuga hizo lo propio, hasta llegar ambos a un claro y sorpresivamente perderle el rastro, estaba agitado y molesto, decepcionado de haber fallado.

Se maldijo intentamente esperando activar de nuevo su hechizo detector con la intención de localizarla.

Sin embargo, a los pocos segundos, ella descendió de cabeza de uno de los árboles y sus rostros quedaron uno frente al otro de cierto modo.

— Sé que haces aquí y quien eres, no tengo intenciones negativas, solo busque acortar mi camino, puedes creerme— indicó la chica sonriéndole de nuevo aproximándose más a él.

Por un segundo casi pudo saborear su aliento, fresco y suave como la primavera, nuevamente no pudo moverse, todos sus grandes dotes mágicos quedaron nulificados, no por una magia arcana y compleja sino más bien una más simple pero a veces más poderosa que viene desde el corazón, ella depositó sus labios en la punta de su nariz y pegó un saltó que la lanzó por los aires, aceleró su paso y se perdió por los árboles hasta desaparecer.

Neji Hyuga pensó mientras que la noche le alcanzaba en aquel mismo sitio sintiendo como la brisa le acariciaba el rostro y aún percibiendo aquella sensación que le provocaba un cosquilleo en la nariz, que no deseaba tener una tarde tranquila, nunca más. 

Nejiten AntologyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora