Al atardecer

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Le apenaba admitirlo, pero Tenten esperaba aquél momento todo el día, llegando de su trabajo en el restaurante, soltaba su cabello, tomaba una ducha rápida y se sentaba junto a su ventana.

Unos tres meses atrás el apartamento frente al de ella había sido rentado por un muchacho, sabía poco de él pues las pocas ocasiones en las que se había encontrado con él terminaba siendo presa de una risa nerviosa por la que se sentía bastante tonta luego.

Lo mas cerca que estuvo de una conversación, fue cuando ella horneó unos croisants para obsequiarselos, él bajaba las escaleras de su edificio con estuche instrumental en sus manos y cuando sus ojos malva se fijaron en ella, se sintió expuesta, comenzó a transpirar, su garganta se cerró, entonces él cortésmente la saludo, ella balbuceó algo como "azul" y se metió uno de los panecillos a la boca para no decir otra tontería.

Se sentó, en una silla de caoba con acabados de camelias en el respaldo que hacia juego con la mesita de trabajo que había puesto convenientemente girando hacia la ventana, jugó un poco con uno de sus bolígrafos hasta que la luz de su habitación se encendió.

Neji era su nombre, terminó escuchándolo alguna vez de su casero, también como resultado de sus observaciones lo miró virtuoso en varias artes: musica, escultura y como cada tarde al volver lo mostraba, la pintura, le encantaba verlo pintar.

Segundos más tarde, se encontraba lanzando pinceladas a un lienzo en que se había puesto a trabajar mas o menos al segundo día que llegó allí.

Generalmente lograba ser muy discreta si el genio alzaba la mirada, ella fingía concentración en una escritura imaginaría, sin embargo en ese instante se encontraba tan embelezada en su expresión que no se dio cuenta de llevaba ya tiempo mirándola, cuando sus ojos se encontraron con los de él, bajó la mirada enseguida, permaneció allí como buscando que fuera creíble, pasó el suficiente tiempo para que el cuello le doliera y se levantó de nuevo, encontrándose con su ventana cerrada.

— Se molestó...— afirmó la chica nerviosa y apenada.

Se levantó de la silla dispuesta a cerrar la ventana cuando reconoció aquella melena negra del muchacho moviéndose.

—¡ Viene hacia acá, me reclamará por ser una acosadora desvergonzada!— exclamó la chica alterada.

Cerró la ventana y esperó angustiosos minutos que le parecieron una eternidad.

— Llevaba algo en sus manos— recordó Tenten sosteniendo un bolteador en sus manos que no podía pensar en que momento lo había tomado.

El sumergirse en ese pensamiento intentando adivinar que era, le hizo olvidar por instantes la primera idea que le dictaba que seguro iba hacia ella, eso hasta el momento que tocaron a su puerta.

Abrió sosteniendo el aire intentando acumular valor, que pasará lo que tuviera que pasar, pero al menos le hablaría.

— Hola, buenas tardes mi nombre es Tenten, mucho gusto.

El joven de ojos exóticos la miró extraño y se dio cuenta que le estaba ofreciendo el utensilio en lugar de su mano, lo retiró enseguida y le saludó riendo.

Se obligó a detenerse antes de que ocurriera de nuevo un ataque de risa y al levantarse se encontró con el chico también sonriendo.

— Mi nombre es Neji Hyuga— respondió. — te he visto varias ocasiones.

— Creo que salimos al trabajo al mismo tiempo. Me gustaría que fueras a mi restaurante alguna vez o tal vez ahora, podría hacer algo especial.

Recapacitó en sus palabras mientras ella misma se transformaba en un tomate, acaba de invitarlo a entrar a su detapartamento había pasado de 0 a 100 en un segundo.

El Hyuga pareció agradable bastante la idea pues afirmando se adentró en él.

Ella apresuradamente comenzó a buscar ingredientes e intuyó que unas crepas, sencillas, practicas pero deliciosas serían la mejor opción.

Batía la masa en un tazón de cristal mientras el chico callado observaba su departamento, a causa del nerviosismo no pareció darse cuenta que el paquete que se encontraba en sus manos lo había desenvuelto y se aproximaba a ella con él en sus manos.

Tenten casi tira la mezcla al piso con el tazón por la impresión, sintió que la invadía un intenso calor mientras su corazón daba un vuelco, sus ojos lo miraban conmovidos mientras su corazón latía a mil por hora. El muchacho le mostraba su pintura, esa misma en la que había estado trabajando desde que había llegado, en ésta no aparecía otra que ella misma, sonriendo cálidamente, mirando hacia enfrente como encantada, como lo miraba, cada detalle era hermoso y perfecto, incluso estaba el brillo que se proyectaba en su rostro del atardecer.

Nejiten AntologyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora