No más mentiras

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No eran tan cercanas, pero lo que sentían la una por la otra era algo más fuerte que ni ellas mismas sabían lo que significaba.

-Hola.-la taiwanesa muy apenas pudo pronunciar palabra.

Esta era la oportunidad para decirle toda la verdad y no importaba cual fuera la decisión de la niña de sus ojos, ella lo respetaría, pero anhelaba una oportunidad de que Sana quiera conocerla por quién es.

Sana la veía con tristeza y preocupación ¿Acaso la vio y por eso estaba ahí? ¿Alguien le pidió que la visitara? No comprendía porque se encontraba ahora mismo en su puerta si ella le dijo a su cuñada que entre más lejos mejor.

¿A que estaba jugando? Ella no iba a ser el juego de nadie.

-Hola.- respondió sin ganas.-¿Mi mamá te pidió que vinieras?

-No...nadie sabe que estoy aquí.

-¿Entonces, cómo entraste?

-Me subí al muro.

La japonesa la miro un tanto confundida, no entendía porque entro de esa manera, al final de cuentas es la hija de la mejor amiga de su mamá.

-¿Cómo una ladrona?

-Yo diría como una plebeya que busca a la princesa que se encontraba encerrada en el castillo.

-¿Quién es la princesa? ¿Mi hermana?

La taiwanesa niega con la cabeza.

-Eres tú.

-¿Gracias?-agradece casi riendo, Sana no le creía, si fingió ser su amiga es porque tiene una habilidad para mentir.-¿Qué te trae por aquí? Creí que ya no querías venir.

"¿Y si Momo tenía razón? Nadie sabía nada. De todos modos, debo decírsela." Pensó.

Esta era su oportunidad.

-Sana...y-yo...yo...-la taiwanesa se acercó más hasta arrodillarse, no estaba segura si podría contener las lágrimas, le daba miedo ser rechazada, pero más le temía lastimarla. -Sana, quiero decirte algo importante y por favor, no me odies por eso, porque yo nunca lo hice por maldad.

La japonesa empezaba a sentirse mal, algo le pegaba a su corazoncito, sabía a lo que venía, pero ahora no estaba segura si de verdad quería escucharla.

-Sana...y-yo...yo te mentí y de la peor manera, pero no era mi intención.

-No, no sigas, por favor. Ya lo sé todo...-admite, mientras sus ojos empezaban a cristalizarse.

"¿Lo sabe?" se preguntó, no sabía si continuar, no quería sentirse miserable, el dolor de Sana era su dolor y le daba tanto miedo saber que su historia podía terminar ahí.

-Por favor, déjame explicarte todo y si después de esto no quieres verme nunca más, yo lo respetaré.

-¿Sabes? Creo que no era necesario que vinieras si es eso de lo que quieres hablar. -insistió, no quería escucharla, porque sus palabras le dolerían y no quería llorar por eso.

-Claro que es necesario. Porque yo no te quiero mentir.

-¿Entonces es verdad?

Tzuyu se sentía tan mal consigo misma, pero tenía que aceptarlo, tenía que hacerlo, Sana no merecía ser engañada por lo que asintió a pesar de que le dolía y sabía que su angelito sufriría más.

-Eres una mentirosa. -escuchó la voz furiosa de la niña de sus ojos, mentira no era, hasta ella lo sabía, no era capaz de mirarla a los ojos.

-Sana, déjame explicarte porque lo hice.

Déjame caminar contigo - SaTzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora