Cap 23

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Ya era de noche y Hanna estaba dormida en mi regazo. Ambas estábamos en el sofá viendo una película, ella propuso verla.

Apague la TV y lleve a Hanna a su cama, yo me acosté en el sofá.

—Maki-sensei... Maki-sensei.

Escuchaba desde lejos.

—Maki-sensei.

—¿Ah?

Me desperté y vi a Hanna que estaba de cuclillas frente de mí.

—¿Qué pasa, Hanna?

No dijo nada y solo me cargo como si de una princesa se tratase, por la inercia abracé su cuello para no caer.

—¿Qué te pasa? —la miré confundida.

—Sssh.

Entro a su cuarto conmigo en brazos y cerró la puerta con su pie, la cual sonó fuerte.

Hanna me acostó con cuidado en su cama y luego ella lo hizo. Nos arropó a ambas y luego me abrazó. Yo quedé de piedra por su actitud.

—Gracias por todo... Descansa.

Dijo para luego cerrar los ojos y quedarse profundamente dormida.

Yo solo la miré dormir plácidamente... Se veía bella. No entendía muy bien que era lo que sentía, pero mi corazón latía muy rápido, iba a mil por hora... Mis ojos se fijaron en sus labios y recordé la vez que me besó.

Yo estaba cansada y quise dejar de pensar en eso, así que me dediqué a dormir, y así fue.

—Mmm...

Me moví un poco por el frío que sentía. Estiré mi mano buscando algo, lo cual no sabía que era, pero al sentir las puras sabanas abrí los ojos.

—Hanna...

Susurré recordando que por tercera vez dormí con ella y me sonroje.

Decidí levantarme y acomodar la cama. Ví el reloj que estaba en la mesa de noche de mi alumna y note que eran las 06:17am. Era raro, porque los fines de semana yo me despierto casi que al mediodía.

Me estire por última vez y salí de la habitación. Al salir y dirigirme a la sala, un leve olor horrible entro por mi nariz, ese olor lo reconocía. Caminé furiosa a la sala y ví a Hanna fumando en la ventana.

—¡Aihara Hanna! ¡¿Qué te dije yo ayer?!

Le grité muy, pero muy cabreada. Ella soltó el cigarro del susto.

—Maki-sensei. ¿Q-qué haces despierta a e-esta hora...?

—¡¿Qué haces tú a esta hora fumando esa porquería?! —yo sentía que la ira me salía hasta por las orejas.

—C-calmate.

—¡No! —caminé hasta ella y la encare— Recuerdo muy bien que ayer hablamos de esto. ¿Dónde tienes el resto de esa cosa?

Ella se quedó callada y bajo la mirada.

—¡Habla, Aihara!

—Ya voy...

Hanna se despegó de la ventana y caminó hasta el armario donde tenía sus utensilios de limpieza y de ahí saco una pequeña bolsa que estaba llena esas cosas tan dañinas.

—Ten. —me las entregó y yo las tome.

—Me vuelvo a enterar que estás consumiendo esto otra vez y desearás jamás haber nacido, ¡¿Me oyes?!

—Eso lo deseo todos los días... —dijo en un susurro el cual alcance a escuchar.

—Dioses...

Puse la bolsa sobre el mesón de la cocina y la invite a sentarse conmigo en el sofá.

Sentimientos EncontradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora