Cap 37

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Era un 11 de enero y Hanna por alguna razón se fue apenas terminaron las clases. Lo normal era que se quedara un rato para hablar con sus compañeros mientras me esperaba para ambas dirigirnos a mi casa, allá ella hacía tareas con Sheyla, Tiago y Karla. Obvio yo terminaba muy cabreada por culpa de mis primos.

Me fui a casa junto a mis hermanos.

—¿Por qué Hanna no vino contigo? —preguntó Edgar.

—No lo sé, quizá tiene cosas que hacer. Todos tenemos nuestros propios problemas. —dí mi hipótesis del por qué no había venido.

—Es raro. —Afirmó Melissa.

—Puede ser...

Llegamos a casa y me dí un baño de agua tibia. Luego me senté en la cama con mi laptop en las piernas mientras ordenaba algunas cosas en Worl.

Ya terminando con mi labor, decidida tomé el celular y marque el número de mi azabache... No caía la llamada, salía apagado. Me preocupe un poco, Hanna no solía tenerlo apagado. Era una maniática con eso, apenas lo veía en 30% y lo ponía a cargar, jamás dejaba que pasara de ese porcentaje.

Aún extrañada por eso, decidí dejar el celular de lado e intentar llamarla más tarde. No quería que me viera como una pesada.

Siendo ya 13 de enero por la mañana, estaba dando clase de historia, yo muy metida en el tema el cual amo, mitología clásica. No presté mucha atención a mis alumnos, solo me dedicaba a relatar los hechos de los héroes y dioses.

Me detuve al ver que Lorens alzó la mano en silencio.

—¿Sí? —pregunté.

Sin decir nada, señaló a Hanna la cual estaba dormida en su asiento, con la cabeza sobre sus brazos cruzados.

Fruncí el ceño enojada. ¿Cómo se atrevía a dormirse en mi clase?

Solté un suspiro y me acerque a ella, todos estaban en silencio. Cuando estuve lo suficientemente cerca, note que ella lloraba, lloraba en su sueño.

Para mi buena suerte, sonó la campana.

—Lean el texto en el que nos quedamos ¿Okey?

Todos asintieron y salieron.

—Hanna...

Puse mi mano sobre su cabeza y la acaricié.

—Hanna, hey, señorita Aihara... —miré la puerta para asegurarme de que no hubiera nadie y luego me incliné un poco para besar su cabeza— Despierta...

—Leoni... No me dej... —se despertó con los ojos llenos de lágrimas y me miró con sorpresa.

—Hanna... —puse mis manos en su mejillas y limpié sus lágrimas con mis pulgares— ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras? ¿Quién es Leoni? —pregunté preocupada.

—¿Qué hora es...?

—Las 10:30am. —le dije.

—Perdón por dormir en tu clase... Estoy algo cansada... —tomó aire y luego lo soltó con brusquedad.

—¿No dormiste bien?

—Algo así... Hasta me levanté tarde y no fui a trotar —hizo una mueca—. Solo quiero dormir.

—Pues te recuerdo que estás en horario de clases y no puedes... —agarré su libro y lo abrí en la página que yo estaba relatando minutos atrás— Te recomiendo que leas esto sí quieres pasar el examen eh, que seas mi novia no significa que serás la favorita.

—Claro que lo soy. —sonrió con sueño.

—Bueno, ve a la siguiente clase y más tarde salimos a relajarnos. ¿Vale? —propuse.

Sentimientos EncontradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora