Cap 71

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Pov Hanna.

Maki no respondió más a su celular... Ni siquiera caía la llamada y realmente el sexto sentido que tenemos las mujeres es algo bárbaro, porque de verdad tenía una sensación espantosa en el pecho.

—Onee-san... ¿Qué está pasando? —escuché preguntar a Anna y solo me volteé lentamente para verla con desespero.

—No lo sé.

Anna suspiró y empezó a caminar a la cocina.

—¿Dónde tienes la espada y la armadura? —pregunta mientras se pone a calentar café.

—En España.

—Mierda...

Asentí.

Eso era un gran problema.

—Hanna-san, siéntate un momento y piensa bien las cosas antes de actuar —me dijo la novia de mi hermana—. Con desesperación no llegarás a ningún lado.

—Ella tiene razón, Onee-san —Anna se acercó y me guío hasta el sofá, sentándose a mi lado y dándome una taza de café—. Primero que nada, trata de contactar a otra persona que no sea Maki para ver si sabe algo sobre ella.

Asentí ante eso y llamé a Sheyla aunque la idea no me agradara...

Igual no respondió, no tenía sentido hablar con ella.

—Intenta con Ángel —recomendó Anna.

—¡Hanna! ¿Cómo estás? —dije Ángel alegre de escucharme.

—Estoy preocupada. ¿En dónde está Sheyla?

—Ella dijo que tenía una emergencia en Rusia y salió... Ni siquiera me dió explicaciones ni nada, simplemente se fué.

—¿Así sin más? —pregunté mientras movía el pie con desespero.

—Sí, así sin más.

—Maldición.

Colgué sin decir nada más y me levanté del mueble y caminar por todos lados.

—No sé qué hacer.

—Bueno... No sé, Onee-san.

Yo quise comunicarme con todos en Rusia, pero nadie me daba respuesta y en mi mente aún se reproducía el grito de Maki.

Estaba tan preocupada que sentí ganas de llorar por estar tan lejos sin hacer nada.

—Anna... No sé invocar la armadura —le dije a mi hermana.

—Tengo los pergaminos, tal vez te ayuden a hacerlo.

Me propuse a leerlos y seguir lo rituales, pero estaba tan tensa que nada servía y solo me iba debilitando con cada intento.

—Ahg... Sin la armadura o espada no puedo pelear bien.

—¿Recuerdas lo que decía la tía y nos burlabamos porque era muy tonto ese dicho? —preguntó Anna mientras se bebía su café.

—¿Cuál?

—La espada no hace al hombre... El hombre hace a la espada.

Dijo aquello y le lanzó una espada de cristal la cual tomé antes de que pudiera hacerme daño.

—Usa tu poder, no necesitas más que eso, Onee-san.

Me sentía como un polluelo en su primer vuelo sin saber qué hacer ó a dónde ir... Me sentía perdida porque no sabía nada de la situación y mi instinto decía que iba a pelear. Pero este sentimiento era demasiado grande y no sabría explicarlo.

Sentimientos EncontradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora