Cap 74

10 2 11
                                    

Musashi nos tenía a todos reunidos, incluso a los niños.
Vaya hijo de puta.

—Creo que saben que estoy muy enfadado —dijo él mientras nos miraba con su mirada inexpresiva—. Por su traición a mí y a todo nuestro linaje.

Todos callamos. ¿Qué mierda debíamos decir?

Él soltó un suspiro y miró a Hanna unos segundos.

—Hermanos... ¿Recuerdan todas las historias de nuestra familia? —preguntó mientras miraba a mis dos tíos. Ellos asintieron—. Nos enseñaron que los Aihara eran una plaga... Y créanme, claro que lo son —dijo él con molestia—. Solo miren, Hanna los tiene en la palma de su mano, haciéndose la inocente, pero, ¿saben qué? Ella está hecha para matarnos a todos.

—No es cierto —le dije—. Ella jamás nos lastimaría.

Él soltó una risita.

—Bueno, puede que tengas razón —dije mientras ahora me miraba a mí—. La que sí está hecha para matarlos a todos eres tú.

Fruncí el ceño.

—Jamás haría eso —afirmé.

Musashi negó con su cabeza varias veces estando con su sádica sonrisa.

—Maki, entiend-

Entonces, en ese momento, él fué interrumpido por una presencia extraña... Fuerte, indomable.

Eso venía de Hanna.

—Tus últimas palabras, Musashi.

Pov Hanna.

Había entrado en lo más profundo de mi alma... En la parte más alejada de mi mente, tratando de conectar con que aquellos demonios... O tal vez, Dioses de los dos clanes.

Hasta ahora, siempre creí que ellos no eran más que dos demonios sacados del mismo infierno para procrear pequeñas almas humanas que hicieran su voluntad... Pero, ¿y si no era así?

Aihara y Kishimoto, técnicamente esos eran sus nombres, Dioses que deambulaban por todo Japón sin nada que hacer en realidad... Ellos no eran malos, pero tampoco eran buenos.

Tal vez es lo más alejado de un demonio... Recordando que las supremas creadoras son las hermanutas Demon.

En poco tiempo, con mucha concentración, pude ver... Más allá de las simples historias mortales.

Ambos decidieron crear dos familias que fueran unidas, pero como ya sabemos... Los Kishimoto fueron tercos y traicionaron a ambos Dioses.

Kishimoto, desde entonces, decidió que sería uno solo con Aihara, ahora odiando a todo su clan que él mismo había creado con sus manos.

«La traición es algo que yo no perdono». Dijo él mientras se hacía uno con Aihara.

Y ahora mismo, ambos estaban dispuestos a acabar con el conflicto entre ambas familias, por eso, me darían su ayuda.

O más bien, el poder que merezco al ser su recipiente.

Pero entonces, Musashi soltó una carcajada.

—Ay niña... ¿En serio crees que yo voy a morir a manos tuyas? —me miró con incredulidad, pero luego se volvió a reír—. No me conoces... No conoces mi poder, ni mi fuerza, ni mis posibilidades.

Lo miré furiosa y entonces él se cortó un poco la mano con una navaja que tenía en su bolsillo.

—Te voy a contar algo, Hanna —dijo él mientras se agachaba para escribir algo con su sangre—. Pero antes, me desharé de Kishimoto.

Sentimientos EncontradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora