Cap 62

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Maldición, estúpidos hombres.
Ni modo, me borré de sus recuerdos. Israel se quedó en trance un rato mientras yo me alejaba y fuí a buscar a Hanna.

¿En dónde está?

Mientras camino observo la silueta de Damián y me acerco... Respiro hondo cuando veo que tiene su mano en la cintura de Hanna.

—Hola —les digo y ambos voltean.

—Millarca —dice Damián—. Israel ¿Dónde está?

—Se quedó jugando ¿Y ustedes? ¿Qué juegan?

—Sachiko y yo jugamos aquí en la ruleta.

—Ellos van a perder mucho dinero—dice Hanna y me doy cuenta de que está muy borracha. ¡¿Cómo se va a emborrachar?!

Tengo una novia estúpida.

Veo que ambos apostaron una gran cantidad de dinero y Hanna apostó al negro, y ni modo, a llevar a esa pelotita al color negro. 

—¡Yei! Gané —ríe Hanna y medio se tambalea.

—Eres talentosa —el castaño se le acerca y besa su mejilla.

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—Sachiko estás algo ebria —le digo quitando con cuidado la mano de Damián—. Sería bueno que fuera a casa, Damián.

—No creo... Un caballero tiene que llevar a su damisela hasta la puerta de su casa —dice él con orgullo—. Y a mí aún no se me apetece ir a casa.

—Uh~ pero yo sí quiero irme... Jeje, me duele la cabeza —Hanna se sostiene un poco más de mí—. Mi... Millarca. ¿Me llevas a casa?

—¿Acaso ustedes se conocen?

—Sí —le responde Hanna y siento como salta mi corazón. ¡No!

—¿Desde cuándo? —pregunta Damián.

—Hace unas horas —le digo y empiezo a caminar—. Así que... Yo misma la acompañaré... Ya sabes, hay más confianza entre mujeres.

—No puedo debatir eso —Damián toma la mano de Hanna y besa su dorso—. Pero antes de que te vayas... ¿Podrías darme tu número? Me gustaría salir otro día contigo.

Vaya, me sorprendió que su actitud no fuera como la de Israel.

—Claro que sí... Ten —Hanna saca de su cartera el celular y se lo entrega—. Anota tu número, yo te marco cuando este en casa.

Asintió y así lo hizo. Damián nos acompañó a retirar el dinero y se ofreció a llevarnos.

—No, no, tomaremos un taxi. No te preocupes —le dije.

—Millarca, no puedo dejar que dos señoritas vayan solas por ahí —nos dice—. De verdad Israel siempre es un mal educado —niega— ¿Puedo saber que te dijo cuando decidiste irte?

—Me tomó muy fuerte del brazo —le muestro como mi antebrazo seguía rojo por el agarre.

—Ese idiota... Perdona, por favor. Ese hombre no sabe controlarse —nos dice.

Realmente Damián me cae bien, pero es el enemigo.

—Amor... —dice Hanna y suspiro para no entrar en pánico—. Tengo... Tengo que vomitar.

Damián solo se nos quedó viendo.

—Voy a llevarla al baño... Ya venimos.

Corriendo llevo a Hanna y apenas entramos se va en vómito y yo me salgo para no terminar igual...

Sentimientos EncontradosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora