Parte 15

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Mason

-¿No te da miedo? -Preguntó Beca a mi lado mientras esperábamos al coche que nos llevaría de vuelta a casa.

-¿El qué? ¿Los exámenes? -Bromeé, pero no pareció calmar las cosas.

-No idiota. El puto loco que anda suelto y al parecer acechándonos. -Me encogí de hombros.

Claro que me daba miedo, pero sobre todo me daba miedo que pudiera herirla a ella.

-Lo atraparán, tu madre resolvió ese caso. -Asentí.

-Pero no es lo mismo, ahí Ashton ni siquiera sabía que estaban detrás suya, aquí es obvio que lo están. -Le pasé el brazo por los hombro para atraerla a mí y le abracé.

-No te va a pasar nada Becky Beck, me aseguraré de que estés a salvo.

Vi a Sara llegar en su coche y fui con Rebeca hasta allí, nos montamos y ella nos preguntó que qué tal nos había ido el día, que si teníamos mucho que estudiar y que si teníamos exámenes cerca.

Nos dejó en mi casa ya que íbamos a estudiar química los 2 y saludé al simio que estaba puesto como guardaespaldas en mi puerta.

Lo odiaba.

Entré y puse la calefacción, ella se sentó en el sofá y sacó las cosas de química.

-¿Quieres algo de merendar? -Pregunté desde la cocina.

-Agua. -Contestó ella.

-Qué barata me sales a veces. -Cogí lo que iba a merendar y un vaso de agua para ella.

-Muchas gracias. -Miró mis galletas de chocolate y luego a mí, las iba a coger.

Hizo un movimiento rápido tratando de cogerlas, pero la conocía y yo quité con más rapidez las galletas de la mesa, ella me miró desafiante.

-Has dicho que no querías. -Dije riendo.

-Ahora sí que quiero. -Contestó ella con una sonrisa.

-Pues ahora te aguantas y te vas a por unas tú. -Se levantó y sonreí victorioso, pero la sonrisa se fue de mis labios cuando se abalanzó sobre mí y agarró mi mano, tratando de alcanzar las galletas.

Del impulso nos caímos hacia atrás, quedando ella tumbada encima mía, comenzó a reirse y yo tragué grueso. Ella parecía no darse cuenta de lo nervioso que me estaba poniendo, la agarré de la cintura con la mano libre para que dejara de trepar para intentar coger las galletas. En el preciso instante en el que mi mano tocó su cintura ella se quedó paralizada, mirándome con sus grandes ojos verdes.

Tenía unas ganas increíbles de besarla.

Mi lado racional me decía que no lo hiciera, porque eso rompería con una amistad de 18 años y dudo poder con ello.

A la mierda.

Creo que lo haría, ¿Quién le hace caso a su lado racional de todas formas?

Puse un mechón de pelo detrás de su oreja y la respiración comenzó a irme irregular, ella me miraba sin moverse, como si de verdad estuviera paralizada. Justo cuando iba a besarla el teléfono sonó.

Mierda.

Se levantó inmediatamente y cogí el teléfono.

-¿Sí? -Pregunté, sin esconder mi molestia.

-Soy mamá. -Dijo mi madre.

-Eso ya lo sé. -La escuché bufar.

-No salgáis hasta las 10 que llegamos, tengo empanada en el horno por si queréis cenar eso los dos.

-¿Y Neizan y las gemelas? -Pregunté con el ceño fruncido.

-Me traje a tus hermanas a casa de Sara para que os pudiérais concentrar, espero que os esté cundiendo la tarde.

Gracias a ti no mamá. Pensé.

-Si mamá claro, pues cenamos eso y tal. Te dejo que voy a seguir con química. -Beca me miró con una ceja enarcada, yo me puse el dedo sobre los labios para que no hablara.

-Vale cariño, te quiero.

-Y yo mamá. -Colgué y vi como Beca se comía una de MIS galletas.

-Eres insufrible. -Dije rodando los ojos y cogiendo el paquete. -Ve a por uno.

-Es que me gusta ese. -Murmuró haciendo pucherito.

-Eres desde luego lo más infantil del mundo Becky Beck. -Dije dándole el paquete y yendo a por otro. Ella ma abrazó por detrás y noté como mi cuerpo se tensaba ante su roce.

-Deberíamos ponernos con química. -Dijo ella apartándose tal y como llego y yendo a sentarse.

-Deberíamos sí. -Contesté, sentándome a su lado con las galletas.

Estuvo explicándome química por al menos 2 horas y conseguí entender todo, hicimos algunos ejercicios y al ver que me salían todos decidimos que estaba bien por hoy, le di el dinero y nos sentamos a cenar.

Estuvimos cenando mientras hablábamos de cosas triviales, intentamos no volver a tocar el tema de que un psicópata andaba suelto y al acecho aunque ambos estábamos preocupados.

Solo queríamos hacer vida normal, pero eso parecía no acabar nunca. Y eso que habían pasado 3 días, pero 3 días que se me habían hecho eternos.

Llegó Sara a recoger a su hija y nos despedimos con un abrazo, yo me puse el pijama y me dormí rápidamente.

Aquel primer día (Cs2) RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora