Parte 27

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Me desperté a cosa de las doce de la mañana, era sábado por fin. Bajé las escaleras bastante feliz, pero esa felicidad se fue en cuanto vi que mi padre me miraba con los ojos muy abiertos. Me llevé la mano instintivamente al cuello y maldije, había olvidado taparlo. 

-¿Qué es eso del cuello? -Preguntó, cruzándose de brazos.

La hora de mi muerte se acercaba.

-Una picadura de mosquito. -Mentí, mi padre enarcó una ceja. 

-¿Desde cuando Mason es un mosquito?

-¡Papá! -Chillé. -Creo que te estás confundiendo.

Se sentó, e hizo que me sentara enfrente suya. Me inspeccionó la marca del cuello y rodó los ojos, recostándose sobre el sofá.

-Mira Beca, yo de verdad que entiendo que seas mayor, y que te lo quieras pasar bien. -La respiración me iba tan acelerada, que parecía que iba a morirme en cualquier momento. -Pero, dime que al menos tomaste precauciones.

-¡Papá!

-Beca, cariño... -Asentí, y pareció relajarse. -Me alegra que al menos sea con Mason, aunque ya le cantaré las cuarenta cuando le vea. 

-No sabes si ha sido con Mason o no. -Él rodó los ojos.

-Te lleva gustando Mason toda la vida. 

-Pero solo llevamos saliendo unos días. -Mi padre pareció sorprenderse. 

-Al menos, no lleváis saliendo toda la vida. -Pareció soltar todo el aire que contenía. 

Mi madre apareció por la puerta, dándome un beso en la cabeza a mí, y un corto beso en los labios a mi padre. Se fue a prepararse un café, y mi padre me dedicó una mirada divertida y se acercó a mi madre, sin perderme de vista.

-¿Te cuento un cotilleo de lo más gracioso? Es sobre tu hija. -Mi madre se giró a mirarme, y yo rodé los ojos. 

-A ver, sorpréndeme. 

-Están saliendo, Mason y ella. -Mi madre no pareció cambiar la cara, solo le dio un sorbo a si café y asintió.

-Qué raro, no me lo esperaba para nada. -Ironizó mi madre. -¿Por fin habéis decidido dejar de hacer el idiota?

Mi padre y yo la miramos confundidos, aunque mi madre sabía que me gustaba Mason, no había manera humana de que se hubiese enterado de que yo le gustaba a él, no me había dado cuenta ni yo. Ahora entendía por qué papá decía a veces que mamá era de otro planeta. Espero que fuese por eso.

-Pero... -Comencé a decir, pero no sabía realmente qué decir. 

-Era más que evidente que os gustabais, parecíais ser los únicos que no os dabais cuenta. -Mi padre y yo nos miramos, con la misma expresión. -Desayuna rápido. -Dijo mirando a mi padre. -Tenemos trabajo que hacer. 

-Claro. -Dijo mi padre, tomándose lo que supuse que era su segundo café del día de un sorbo, y poniéndose de pie casi al instante. 

Justo cuando mi padre iba a abrir la puerta para salir, tocaron al timbre. Mi padre abrió, y yo vi a un sonriente Mason entrar, también con un chupetón, que no recuerdo cuando se lo hice.

Quizás cuando decidiste que era buena opción repetir, viciosa.

Quizás fue ahí, sí. 

-Vaya, vaya. -Habló mi padre. -Al parecer, los mosquitos andan realmente traviesos últimamente. -A Mason le desapareció el color de la cara, y me miró fijamente. -Pasa, ahora que me he enterado de que vas a ser mi yerno, te quiero tener más vigiladito que nunca.

-¿Tú no te ibas? -Pregunté.

-Creo que prefiero quedarme. -Se sentó en el sofá, sin quitarnos la mirada de encima, Mason me dio un beso en la cabeza, y se sentó a mi lado. -¿Te enseño la colección de pistolas tan bonita que tengo?

-Ya las conozco, viejo. -Miré a Mason con los ojos muy abiertos, mi padre soltó una carcajada y, cuando mi madre apareció por la puerta, se levantó de un salto y se fue hacia la puerta.

-¿No que te quedabas? - Pregunté, mi padre me mandó a callar. 

-Me da miedo tu madre. -Rodé los ojos y mis padres desaparecieron por la puerta de casa, no sin antes llevarnos una amenaza por parte de mi padre, con la mirada. 

-Bueno pues ya lo saben. -Habló Mason, soltando todo el aire que parecía haber contenido. 

-Tampoco ha sido tan malo. -Contesté, Mason me miró horrorizado.

-Creía que iba a matarme. -Exclamó Mason. -Tu padre impone demasiado. 

-Tampoco tanto. -Apoyé mi cabeza en su hombro y agarré su mano, trazando el dibujo de la serpiente que la decoraba con mis dedos.

-Hoy tengo cita para tatuarme de nuevo, ¿te apetece venir? -Asentí repetidas veces y fui a por un pequeño boceto que había hecho. 

-Había pensado en tatuarme yo también, con el vale que me diste. -Le di una frase de una canción que me encantaba, y Mason se levantó de inmediato. 

Al llegar al lugar del tatuador, le dimos lo que queríamos tatuarnos, y nos mandó a entrar al lugar donde nos tatuaríamos. Primero fue Mason, que se tatuó un dibujo en la parte de atrás del brazo, justo por encima del codo, cuando lo miré, me quedé perpleja, le quedaba genial. 

Me tocó a mí ponerme en esa camilla de cuero negra, que imponía tanto que me daba miedo. El tatuador puso papel nuevo y me tumbé encima, noté que me desinfectó y puso la calca en la zona de arriba del codo de mi brazo izquierdo. Me preguntó que si estaba lista, y yo asentí mirando a Mason, que estaba sentado en un taburete a mi lado, cogiéndome la mano y diciéndome con la mirada que me calmase. 

Justo cuando noté que la máquina atravesar la primera capa de mi piel, me encogí. No dolía demasiado, pero era una sensación no muy agradable. Mason me miraba con curiosidad, dando miradas furtivas al tatuador, yo estuve esperando a que terminase y, cuando terminó y me miré el tatuaje, sonreí.

-Me encanta. -Dijo Mason, poniéndose a mi lado.

-Mis padres me van a matar. 

En ese momento, no era consciente de que matar, era poco. 

Aquel primer día (Cs2) RESUBIENDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora