Comenzó a correr sin rumbo y sin fijarse en los demás. Corrió y corrió con la misma desesperación de hace dos años.
Un olor nauseabundo le inundó las fosas nasales y se detuvo en la puerta de un pequeño local cerrado. La calle no estaba tan transitada y apenas si pasaba gente caminando por allí.
Era nuevamene ese olor férreo y metálico de la sangre. NO cualquier sangre.
Miró su ropa y supo que de allí venía el olor. Estaban todas manchadas con ese líquido bordo y espeso. Miró sus manos y estas estaban igual de empapadas.
Comenzó a hiperventilar y su piel se puso pálida.
No.NO. No otra vez...
Movió cabeza y siguió corriendo, cruzando la calle poniendo en riesgo su vida. El olor seguía allí, por todos lados. La sangre seguía allí. Él seguía allí.
Llegó a un pequeño parque y se sentó en el frío cesped, porque estaba comenzando a marearse y no quería desmayarse otra vez.
Basta Yibo basta...por favor...para...
Pero era imposible. Siempre pasaba.
Zhuo Cheng habia besado a Hai Kuan y él sintió miedo.
No quería que pasara lo mismo otra vez. No.
Su mente asimilaba las cosas como quería, haciéndole creer que todo se repetiría. No quería tener la sangre de otro de sus mejores amigos en sus manos.
Creía que todo era su culpa.
Trató de relajarse, respirando hondo.
Uno, dos. Uno, dos.
Pero cuando abrió los ojos, estaba allí. Nuevamente, en ese frío callejón, con el cuerpo de su mejor amigo en brazos, moribundo.
- ¡No! ¡No, no, otra vez no, por favor! - gritaba mientras trataba de ponerse en pie con el cuerpo en brazos.
La dorada piel de Zanjin estaba pálida y seca. Sus ojos abiertos y labios rotos. Cuerpo desnudo y lleno de sangre. Hematomas, cortes, quemaduras y ataduras.
Tropezó por la falta de fuerza y cayó al suelo con el frío cuerpo encima suyo.- ¡NO! - Gritó tratando de quitar el rostro de su amigo de encima del suyo, pero lo único que hizo fue hacer que este abriera la boca, para dejar salir miles de gusanos blancos y enormes; del lugar de donde habían provenido las mejores risas que habia escuchado, esa sonrisa cuadrada con acorazonados labios, ahora salían parasitos.
Gritó y empujó el cuerpo con todas sus fuerzas. Hundió sin querer sus manos en las heridas y estas se abrieron más, chorreando sangre sobre las manos y brazos de Yibo.
El castaño comenzó a llorar desesperado mientras como podía salía de debajo del cuerpo de su difunto amigo. El cuerpo de Zhu Zanjin quedó inmóvil en el sucio suelo mientras Yibo tomaba su cabeza entre sus manos y comenzaba a golpearse, como si así solucionaría todos sus problemas. Quería quitarse todo eso de la cabeza.- Yibo... - murmuró una voz ronca.
No...todo menos esto.
- Fue tu culpa...
- No Zanjin...n-no digas eso...
- Si la fue - dijo este mientras se apoyaba en su codo y sostenía su cabeza moribunda en su mano. Abrió la boca y se quitó con la mano restante un par de arañas muertas - Si solamente te hubieses preocupado por tu mejor amigo...si hubieses llegado antes, si hubieses sido más rápido, no hubiera muerto en una inmunda camilla de hospital por perdida de sangre y desgarre de Colon.
- No..no Zanjin no...hice lo que pude...no... - mumuraba mientras se alejaba del cuerpo, llorando desesperadamente y cerando los ojos - No, este no eres tu...es solo mi mente..no.
- Solo hay un culpable - murmuró Zanjin, quién seguía muerto - y su nombre es Yibo.
- No.
- Su nombre es Yibo.
- ¡NO!
- Yibo.
- ¡No no no! ¡Callate! ¡No es cierto! ¡No no no! ¡Lo siento!
- Yibo.
- ¡NO!
- ¡YIBO!
Abrió los ojos y se encontró con el mejor rostro que podía ver en ese momento. Xiao Zhan estaba encima de él, sacudiéndole.
Se había desmayado.
Cuando este reaccionó, rápidamente se paró, mareandose por el brusco esfuerzo y corrió hacia la papelera más cercana.
Se apoyó en esta y vomitó dentro. El espeso liquido salía de su boca a borbotones junto con la blanca bilis. Yibo padecia realmente de Homofobia.
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Pastel
RandomHay veces en que las personas no son del todo lo que creías que eran. Porque las apariencias engañan, y las cosas que menos esperamos son las que nos cambian. Y la vida nos prepara para enfrentarnos a esas apariencias, a esas corazas. Para romperlas...