Capítulo 26 Primera fase: Comienzos III

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Un caos.

- ¡Pero que te...digo que es tarde! - gritó Zhan, con cerveza en mano. Estaba sentado en el piso lleno de papas, debajo del sofá. Hai Kuan estaba en frente con otra cerveza, hipando. Sus mejillas estaban rojas. Zhuo Cheng estaba encima suyo discutiendo con los menores.

- ¡Estoy...de acuerdo con Zhan! - gritó esta vez Yibo, mientras se caía de costado en el sofá, sobre su jefe. Aún así, siguió bebiendo.

- ¡Par de idiotas! ¡Si les digo que volver a las seis de la mañana es temprano...es temprano joder! - les discutió el mayor. Esta vez, volcando cerveza en su ropa - ¡Soy el mayor y me hacéis caso!

- Hijo de... - murmuró Yibo - ¡A versh!¡Dime por quej es tem...prano!

- Puesh...mira, idiota, si salistes ayer de fiesta, y regresas despues de la media noche ¡Piensa! Regresas temprano - bebió un sorbo - Porque el dia anterior ni siquiera regresaste ¡Porqué ya es más de medianoche! ¡Es otro día! ¡Estúpidos!

Zhan y Yibo le miraron sorprendidos y asintiendo, murmurando un "Aaaaah..." para seguir bebiendo. Todos estaban ebrios, por los suelos y las caras escritas con algún marcador de Zhan, de esos caros. La habían pasado bien y se reían a causa del alcohol.

- Juguemos algo... - murmuró Hai Kuan.

- ¡Monopoly!

- Hmm...algo más - hipó - menos...

- Decídete Hai Kuan - dijo Zhuo Cheng - ¿M-más o menos?

Hai Kuan ladeó la cabeza, como si alguien le estuviera susurrándole, y asintió.

- Tienes razón...¡Oztiasz! Venga juguemos...ehhh...¡Gallo ciego!

Todos sonrieron y gritaron, chocando las latas de cervezas; aunque Yibo se cayó de costado, pues era el que peor estaba.

- ¡Yo primero! - gritó desde el suelo y Zhan le quitó la funda a la almohada del sofá, volcando un poco de cerveza y maldiciendo. Se acercó a Yibo el cual estaba sentado de espaldas a él, tambaleándose. Zhuo Cheng estaba con la cara en el tazón de papas y Hai Kuan haciendo una especie de fondo blanco.

Tendrás que vendarlo tú.

Respiró hondo y se acercó de rodillas detrás del castaño, quien comenzo a reir.

- Estate quieto joder...

Yibo no podía dejar de balanzearse, y sin más se tiró de espaldas en el pecho de Zhan, riendo. Era un borracho flojo.

- Zhannie...

Zhan abrió los ojos como platos y se sorprendió, lo tenía entre sus brazos. Entre sus brazos, a Yibo. Totalmente laxo y sin resistencia, con una venda en sus manos. Su espalda subía y bajaba, con una respiración fuerte. Cómo si estuviese dormido.

- Zhannie...Zhan...Zhannie... - murmuraba. A este paso nunca iba a poder vendarle sin caer en su líbido. Era su musa totalmente rendida en sus manos sin el poder de pelear, así que mantuvo la tela apretada contra sus ojos y se dirigió delante de él, sosteniéndole de la nuca. Yibo echó la cabeza hacia atrás por los hombros y comenzó a reír, dándole una hermosa vista de su nuez a Zhan; esa firme y marcada nuez de Adán que subía y bajaba con cada carcajada del menor, como una pelota de ping-pong. Procuró no babear.

- Por favor, Yibo.

Pero nada sucedía, así que una vez más se acercó, cruzando los brazos por detrás de la cabeza del castaño y atando la venda poco a poco. Un escalofrío le recorrió la espalda y se dió cuenta que era Yibo, respirándole en su cuello, totalmente apoyado en él. Zhan estaba a milímetros de su cara, mejilla con mejilla. El aroma le inundaba las fosas nasales y no podía hacer nada más que pensar y pensar en las cosquillas que el prohibido susurro de los labios de Yibo le producía.
Tragó el nudo en su garganta y trató de atar la venda para así comenzar a jugar de una vez por todas, pero le fue imposible, pues su cuerpo se quedó rígido. Yibo estiró las piernas y le rodeó las suyas en el suelo, como si fueran una pinza les apretó las de Zhan quien estaba de rodillas. Su ingle quedó cerca de él y su cuerpo aún más pegado, como si fueran íntimos de toda la vida.

Dame fuerzas.

¿Pero a quién pedía? Zhan no era religioso ni mucho menos una persona de creencias. Solamente tenía fe en si.
Pero ahora no confiaba para nada en él mismo, porque tenía a la más reciente atracción pegado a su cuerpo, con las mejillas rojas por el alcohol y sus respiraciones jugueteando por toda su espalda, comenzando a correr desde la nuca hasta la punta de los pies.
Yibo estaba borracho y a Zhan no le faltaba tanto.

Sintió que su fuerza de voluntad le estaba abandonando y dejando su cuerpo a la merced de sus instintos, así que rápidamente con la poca que le quedaba comenzó a hacerse para atrás, intentando dejar de tener la tentación tan cerca suyo.
Pero Yibo solamente...

¿Me acaba de...gruñir?

Apoyó con más fuerzas su mentón en el cuello de Zhan y le prohibió moverse de allí.

Que...jodidos...demonios...está...
pasando.

- Lam...la...venda... - murmuró, aplastando las palabras contra la piel suave y caliente de Zhan, moviendo los labios contra esta. Esa zona era una de los puntos débiles del mayor por lo cual se encontraba en la mierda misma, con los ojos bien abiertos y la garganta seca. Estaba temblando por todas las sensaciones que le generaba tal intimidad.

La venda joder la venda.

Como pudo estiró los brazos y comenzó a acomodar la tela, cosa de lo cual se arrepintió al instante pues al mover los hombros hacia arriba, el rostro de Yibo se movió y se acercó aun más a su mandibula, y cuello. Los labios quedaron abiertos y con cada movimiento de Zhan estos se acercaban cada vez más a su piel.
Estaba luchando contra todo su cuerpo que le gritaba que empujara la boca de Yibo contra su cuello, que estaba reaccionando de lo más bien, que el castaño no estaba hiperventilando ni mucho menos temblando. No había ningún ataque de pánico ni transpiración fría que le resbalara por la espalda.

Terminó de vendarle.

Era hora de bajar los brazos y separarse, por lo cual, lamentándose muy dentro de su corazón, quiso salir de allí.

Pero Yibo le detuvo nuevamente.

- Zhannie...

Joder Yibo JODER YIBO ESTAS EBRIO.

Zhan tenía más que claro que cuando tenían alcohol en su sangre las personas hacían locuras, animándose a hacer cosas que nunca antes hubiesen hecho en un estado normal, sin prejuicios y sin medir las consecuencias en la mañana siguiente.

¿Yibo quería esto?

Era Homofóbico.

¿Homofobia...interiorizada?

- Yibo...estas ebrio. Mañana te vas a ¡A-ah! - y antes de dejar decir a Zhan algo, el castaño le mordió. Levantó sus brazos y tomó la mandibula de Zhan para moverla hacia un costado, mientras con la otra le sujetaba el pecho. Era una escena devastadora para Zhan, quien con todas sus fuerzas cerró los ojos y se mordió el labio, tratando de ocultar cualquier jadeo proveniente de su boca. Eso era erotismo puro: los labios de Yibo contra la piel al igual que los dientes, que fueron reemplazados por la juguetona lengua que rápidamente comenzó a lamer la zona, desplazándose más arriba y contorneando el músculo del cuello de Zhan, que estaba totalmente tenso y rígido, como el miembro de Zhan levantando sus pantalones. Todo su cuerpo sintió calor y fue tanta la sorpresa para él que dejó escapar un jadeo. Yibo afianzó el agarre de su mandíbula y suavemente acarició los belfos de Zhan, cuales eran suaves cual algodón y grandes como los de las muñecas. Inesperadamente perfectos para los dedos de Yibo que se colaban en su cavidad, acariciando su lengua de arriba a abajo.
Zhan no sabía que pensar cuando Yibo retiró su rostro de allí y, aún con los dedos entre los labios, le miró a los ojos.

- Nunca podría arrepentirme.

Zhan tembló y se fundió en las respiraciones de su Musa, sin tocarse, perfecta frente suyo bajo la luz del televisor, con los cabellos despeinados y los labios mojados e hinchados por lo reciente.

Me lamió de abajo a arriba. Me mordió. Yibo, él, tiene sus dedos tocando mi lengua.

Y entonces, con todo ese lío, con una Musa vendada, demasiado excitado y jadeando, Zhan dijo lo primero que se le vino a la mente.

- Yibo...sigues borracho.

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