Epílogo

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- Aún no llega, ¿Por qué tarda tanto?

- Sólo me quedan tres horas de mi pase del día, voy a matarlo si no llega en menos de diez minutos - hablo Hai Kuan, viendo la hora en su móvil.
Zhan acomodaba los globos mientras Zhuo Cheng se encargaba de servir el champagne que habían conseguido a último momento. El castaño había terminado con creces su año en la Universidad y estaba cada vez más cerca de recibirse. Sus amigos habían elegido festejar aquello, y aprovechar para saldar todas las discusiones pasadas y formar un nuevo camino. Hai Kuan y Zhuo Cheng se veían bastante felices juntos y ya podían hablar de Zanjin sin miedo. Según Yibo, Hai Kuan era el mismo de siempre, pero mejor.

- ¡Zhan! ¿Has visto donde deje el cuadro?

- ¡Papá, voy a matarte si lo olvidaste en la librería!

- ¿No es el que está en mi habitación? - Pregunto el padre de Yibo, yendo a buscar el regalo en el que Zhan había estado trabajando desde aquella vez que vio a Yibo bailar en la noche. Debía de medir al menos dos metros de alto, con varias capas de óleo y barniz.

- Lo siento, hijo. Es que sabes que soy bastante distraído. Tu madre era quien hacía las cosas importantes por mi.

Zhan negó, riendo y yendo a ayudar al padre de su novio a colgar aquel cuadro en el centro de la sala. Sentía que era demasiado pero el señor Wang no había querido escuchar un "No" como respuesta. Cuando había ido a buscar a Zhan a su estudio, porque Yibo había estado acampando en las puertas de la casa del senado y debían llevarle víveres, había sido en un descuido que vio el enorme cuadro. Habia quedado anonadado, y no discutió más. Le dijo que lo quería en su casa, y Zhan pudo negarse.

- ¡Está llegando! - grito Zhuo Cheng corriendo a apagar la luz. Era bastante obvio que allí dentro pasaba algo pero la intención era lo que realmente contaba. Todos estaban nerviosos, pues luego de todos los baches que habían tenido era un poco difícil recorrer aquél camino de vuelta. Nadie lo decía pero a escondidas quitaban los cuchillos o tijeras de cerca de Hai Kuan, temiendo lo peor. No apretaban a Yibo con su relación ni Zhan le empujaba demasiado, pues había entendido que mientras Yibo descubría aquello por su cuenta era mucho mejor.
Pululaba como un cachorro curioso a su alrededor, tanteando entre tomarle de la mano en público o probando por pasar su brazo por su cintura. Se ponía nervioso al no saber como comportarse a solas con Zhan, y a Zhan le encantaba observar cada movimiento que hacía. En como se le quedaba mirando y fingía que no se daba cuenta.
Zhan se había dado cuenta que se la pasaba dibujando a su Musa mucho más que antes, llegando a crear una mini colección de los bocetos del menor. Yibo comiendo, Yibo estudiando, Yibo bailando, Yibo durmiendo, y sus favoritas: Yibo en ropa interior.

Zhan aún no quería apresurar nada, pero unos buenos siete meses habían pasado y aún así su resistencia seguía firme.
Pero comenzaba a impacientarse, pues quería demostrarle a Yibo todo lo que para él significaba, demostrarle el placer de amar con el cuerpo, de formar un lazo más allá del sentimental.
Pero no quería presionar demasiado.

La puerta comenzó a abrirse, dejando ver a un Yibo escuchando música mientras no prestaba atención a la oscuridad, con el bolso de la Universidad y bolsas en sus manos, al parecer viniendo de hacer la compra en algún tipo de farmacia o algo. Se le veía bastante decidido viendo el contenido y asintiendo para su interior. Estando completamente en su mundo cuando quitó los audífonos de sus oídos y encendió la luz.

- ¡Sorpresa!

El castaño casi dejó caer todo del susto, mirando rápidamente hacía delante, encontrándose con su familia y amigos mirándole, sonriéndole y sosteniendo copas con un vino medio raro.
Su cara se volvió un problema, alternando entre una sonrisa de felicidad y una clara incomodidad, girándose rápidamente a cerrar la puerta con el cerrojo y meter todo lo que tenía en sus manos en la mochila, demasiado brusco, demasiado nervioso.

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