Xiao Zhan adoraba los colores, pero más específicamente adoraba las acuarelas, la forma en las que estas se mezclaban sin elegir, sin tener una especificación.
Los colores pasteles.Pero este tenía algo más en mente que tan solo pintar.
Quería proyectar.
Queria proyectar su pasión alrededor del mundo para que todos vieran como él disfrutaba en cada pincelada que daba, para que otros se sintieran igual.
Y así fue como se encontraba teniendo un pequeño salón de arte, con algunos alumnos. Algunos jóvenes que disfrutaban despejar su mente en el mundo de los colores.
- Bien chicos, laven sus pinceles muy bien y no dejen que se moje mucho la madera, recuerden que no queremos que se estropeen - dijo secando un par de pinceles que tenía en la mano mientras sus alumnos se acercaban al pequeño lavabo que tenían en el fondo del salón. Estaban como en su casa, inclusive estaban sin calzado y algunos con ropa de pijama, era un pequeño taller que poco a poco creció para convertirse en un hogar.
Luego de unos minutos todos se colocaron en una fila mientras iban saludando a su profesor en la puerta, dejando al peli-negro solo en su pequeño mundo. A veces le costaba despedirse de sus alumnos pero una vez volvía el silencio a su taller, no había de que arrepentirse.
Zhan se acercó a la ventana para limpiar una mancha de pintura pues al parecer sus alumnos eran unos salvajes, excusa para poder observar lo mismo que todos los días ¿Necesitaba una excusa? Claro que la necesitaba.
El joven ayudante de su padre en la librería de enfrente, descargando los artículos del camión de entrega era la droga necesaria y justa de todos los dias. Cada faceta del castaño era hermosa para Xiao Zhan, todas las veces que sonreía, todas las veces que le hablaba a su padre eran una verdadera obra de arte. Como cuando miraba preocupado a ambos lados de la calle y esa nuez de Adán aparecía tan pícara, allí, presentándose en frente del líbido de Zhan. Tenía ganas de morderla.
Sus cejas casi perfectas, pestañas largas y labios finos. Mandíbula definida y nariz un poco rara. Cosa que le daba ese pequeño toque de imperfección que le hacía lucir tan bien.Pero esta vez no se quedaría solamente observando como siempre ¿O sí? ¡Claro que no!
Cerró el local apuradamente y se cruzó a la vereda de enfrente. Las palmas de sus manos sudaban de la emoción así que las pasó un poco por su ropa.
- ¡Hijo!¿Ya terminaste de trabajar hoy?
- Si papá, acabo de cerrar ¿Necesitan una mano? Tengo dos - dijo sonriendo.
- Y manchadas por lo que veo - rió, acercándose a abrazar a su hijo, para separarse y quedarse en medio de los dos jóvenes - hijo, los presento, él es mi ayudante, Wang Yibo. Wang, el es mi hijo mayor, Xiao Zhan.
El castaño sonrió un poco desganado y estiró la mano ¿Acaso estaba cansado? A Zhan no le gustó nada la mirada que le dió, casi sin ánimos.
- Un gusto Xiao Zhan, puedes decirme Yibo.
- El gusto es mío Yibo, por fin te conozco. Y puedes decirme Zhan.
Ambos sonrieron, claramente uno con más ganas que el otro.
- Bien Zhan, ven, ayúdame a descargar las cosas que te llegaron - dijo su padre guiándolo hacía el camión, para alcanzarle tres cajas llenas de materiales de arte, lienzos nuevos, pinceles más profesionales y sus tan preciadas acuarelas Williams con todas las tonalidades de cafés hasta ocres rojizos. Sus alumnos iban a estar mas que contentos con todo el nuevo material para el estudio; aunque sabían lo exijente que era su profesor y deberían de tratarlos como si fueran oro.
¿Acaso no lo eran?
- Yibo, ayuda a mi hijo a llevar estas cajas a su local y luego vuelvan - le ordenó el señor Xiao a su empleado, el cual obedeció y se cargó dos cajas al hombro mientras Zhan llevaba una, buscando sus llaves en el bolsillo de la sudadera rosa que tenía puesta.
Wang Yibo parecía absorto a la situación, estaba callado y siguiendo órdenes. Parecía alguien un poco asocial. A cada atisbo de Zhan por entablar una conversación, este los respondía secamente ¿El clima?¿Música? Nada parecía suficiente.
- Listo. Pasa y déjalas en el fondo por favor - insinuó mientras abría la puerta. No se iba a rendir tan fácil.
Wang pasó y se dirigió rápidamente a descargar las cajas mientras Zhan dejaba la suya en su escritorio ya que esta solamente contenía sus nuevas acuarelas.- ¡Ten cuidado de no resbalar con ninguna mancha de pintura en el suelo! - le gritó en advertencia Zhan. Una vez, cuando pintaban abstracción, varios alumnos tuvieron la genial idea de echar simplemente cantidades enorme de pintura en todo el bastidor, lo cual quedó mejor de lo que esperaban, pero el piso estaba lleno de grumos de acrílico y más de uno cayó de bruces al suelo por pisarlos.
Cuando salió de allí se encontró a Yibo observando unos de sus cuadros colgado en la pared, uno de los mejores. Tenía una mirada un tanto extraña, como enojada. Pero a su vez, mientras el peli-negro se acercaba más, pudo descubrir que era una especie de...incertidumbre.
Miles de personas habían visto ese cuadro, pero ninguna mirada fue tan intensa como la de ese chico.- ¿Te gusta? - Pregunto - Lo pinte yo, por el mes del orgullo - se acercó lentamente y viendo nuevamente el famoso cuadro. Dos manos de hombre pintadas muy detalladamente, entrelazadas entre sí con un atardecer de fondo. Había un poco de impresionismo en el fondo y era lo que más le gustaba a Zhan, una obra hermosa y muy bien hecha. De las mejores que el peli-negro había pintado.
Y Yibo respondió.
- Me desagrada - bufó con el ceño fruncido.
Un excelente primer paso.
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Pastel
De TodoHay veces en que las personas no son del todo lo que creías que eran. Porque las apariencias engañan, y las cosas que menos esperamos son las que nos cambian. Y la vida nos prepara para enfrentarnos a esas apariencias, a esas corazas. Para romperlas...