Capítulo 25 Primera fase: Comienzos II

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- Sí Zhuo Cheng...rejas negras...Si, vale, sería genial. Venga, adiós.

Zhan colgó el teléfono y se lo devolvió a Yibo, quien tenía un vaso de agua entre sus manos, ambas, temblorosas. Su vista estaba fija en algun punto del felpudo beige de Zhan y en la mesa del living. Habían papas, doritos y un par de latas de soda zero. Yibo sonrió por el detalle.

- ¿Estás bien, Yibo? Zhuo Cheng y Hai Kuan están en camino.

- Sí...sí, esta bien solo...que tengan cuidado.

- Tú tienes el teléfono, Yibo.

- Ah..sí.

Zhan le miró preocupado y se sentó a su lado, tomando el control remoto y buscando alguna película o quizás programa de televisión que llamara su atención para matar el tiempo mientras llegaban sus invitados. El pintor quería conocerles mejor, después de todo, podrían ser sus nuevos amigos...ya que se sentía tan sólo a veces. La mayor parte de su infancia se la pasó dibujando y pintando, en vez de jugar con los demás chicos de su clase. Siempre tuvo sobresaliente en Inglés y Arte.
Pero ahora el eje de su atención deberia de ser su Musa, aquél quien temblaba a su derecha.

- Yo... - comenzó el castaño antes de que Zhan pudiera decir algo. Se aclaró la garganta la cual seguía un poco seca del ataque de pánico - Amo a mis amigos, Zhan. Pero es que a veces...me preocupo demasiado por ellos. Y me hacen revivir todo. Sé que no está mal. Sé que es amor. Sé que se aman. Sé que está bien, joder, sé que no es una jodida enfermedad. Pero...me vuelco en mi propio mundo, Zhan. No se que hacer para dejar de...

Zhan asintió y le sonrió. Yibo estaba con las manos alrededor de su rostro y con los codos apoyados en sus rodillas. Su cinturón dejaba ver un brillo resplandeciente y su camisa azul marino se arrugaba en la zona del abdomen. Su cabello estaba despeinado y sus ojos hinchados, con la nariz y mejilas rojas.

- Se lo que vamos a hacer - dijo Zhan, decidido - Espera aquí un segundo, no te muevas.

Se levantó lo más rápido que le permitieron sus piernas y subió a su habitación de dos en dos escalones. Cuando volvió, traía un cuaderno y lápiz en mano. Se sentó nuevamente donde estaba.
Comenzó a dibujar a su Musa así como se encontraba. Yibo no dijo nada ni tampoco pregunto, ya que sabía que estaba pasando. Después de todo Xiao Zhan era un pintor y disfrutaba haciendo lo que hacía. El castaño dejaba ver una imagen horrible, de caos interior, de nerviosismo y tristeza. Pero Zhan pudo ver la determinación a traves de sus palabras; aquel brillo en sus ojos que lo decía todo. Aquella chispa, esa que sintió desde la primera vez que le había visto. Yibo era Arte.

- Tienes las manos fuertes con nudillos bien marcados... - comenzo - con los dedos de forma redondeada que se tornan rápidamente rojos y blancos en el final del dígito, cuando haces fuerza, especialmente cuando levantas las cajas que mi padre te ordena. El hueso de la muñeca resalta siempre y casi no tienes bellos, aunque tus cejas sean bien definidas y le den ese contraste cuadrado y...ágil a tu rostro. - movía la mano a través de todo el papel, trazo por trazo iba grabando cada facción de Wang Yibo en el gramaje -Tu nariz es desproporcionalemente grande pero que le queda perfecta a tu tipo de rostro, es lo que le da el toque, al tener los ojos marrones y almendrados, con ése brillo característico cuando hablas, tan limpio que puedo hasta sentirme cegado. Tienes los labios acorazonados que se contraen en las comisuras como si estuvieras a punto de sonreír en cualquier momento, lo que te regala la apariencia tierna, aniñada, pero que se opaca con tu firme mandíbula y mentón.

Zhan le sonrió cuando se encontró con la mirada de Yibo, quien estaba a punto de reír y le miraba curioso. Prosiguió:

- Tu nuez de Adán no se nota a simple vista pero aparece siempre que bebes algo o que giras tu rostro cuando te lo pido en el modelaje. No por nada eres mi Musa, Yibo. Me inspiras, todas tus facciones, todas tus expresiones y delicadeza al hacer las cosas me permiten imaginarte en miles de situaciones.

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