32. Blue Eyes

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Playlist: The Who-You better you bet

《●》

Edmund no supo exactamente cuando todo se empezó a desmoronar, tampoco le interesaba saberlo...ya no era importante.

-¡Edmund, ya basta! ¡Detente de una vez! ¡Hablo en serio! ¡DÉJALO!

Era viernes. El sol estaba más picante que nunca ese día, le quemaba la piel de la nuca sin señal de misericordia, hecho que sin dudas le dejaría una rojiza marca que su madre intentaría eliminar una semana entera echándole toda clase de cremas para la insolación, pero él estaba demasiado enfocado en golpear a James hasta que dejara de respirar como para pensar en otra cosa. Se sentía tan pero tan enojado que su mente se transformó en la más espesa de las neblinas, y era muy impresionante como la vida en general dejó de importarle por esos minutos. Sólo quería destruir, dejar a James enterrado bajo tierra...

De repente salió de su cuerpo, viéndose a sí mismo, detallando la escena que había creado: él sentado a horcajadas sobre James, golpeándolo sin pausas una y otra vez en la cara. Tenía los puños rotos y llenos de sangre, su semblante lucía perdido en el odio más profundo, a su alrededor los infalibles amigos de James se retorcían de dolor por los golpes que también les propinó a cada uno, por las patadas en las costillas...

-¡Edmund!-volvió a gritar Tai, intentando apartarlo-¡Escúchame! ¡Ya fue suficiente!

Edmund meditó sobre muchas cosas en un segundo. Primero, que James no tenía permitido ponerle un dedo encima a Tai, nadie lo tenía permitido, y en los tres meses que llevaba en Estados Unidos con James justo en el pupitre detrás de él había tenido que defender a Tai de los constantes tratos de mierda que los venían persiguiendo desde Roma. ¿Por qué, de todas las personas que los pudieron seguir a otro país, James había tenido que ser el elegido? ¿Por qué mierda tuvo que mudarse a la misma ciudad que ellos habiendo tantas?...simplemente, ese chico es su maldición.

-Oye, Edloco. Dile a tu novio que no se cruce en mi camino o le voy a patear esa cara de niña hasta que no lo conozca ni su madre.

Edmund siempre a sido un chico impulsivo, de modo que las palabras de James, seguidas de un puñetazo en la cara de Tai, seguidas de las patadas de sus malditos amigos al estómago de su mejor amigo, su hermano...¿Cómo Edmund lo iba a dejar pasar? Si Tai para él era literalmente la vida.

-James, si tantas ganas tienes de morir, con gusto te hecho una mano.

Y así empezó su día, igual que los anteriores, igual que los de mañana y pasado. Por un momento pensó en Enrico, y se dió cuenta de cuál era la mayor diferencia entre él y su hermano mayor: Enrico nunca hubiera golpeado a James, más bien, Enrico nunca hubiera golpeado a nadie. Él encontraría la solución, probablemente haría las pases, usaría las palabras para negociar la paz y todos serían felices. En cambio, Edmund sólo quería partirle la madre a James, quería partirle la madre a todo el mundo y a la mierda el universo entero...por eso su hermano era mejor en todos los sentidos, por eso era el Favino más querido, el orgullo, la razón de que sus padres durmieran tranquilos cada noche porque sabían que Enrico lo tenía todo bajo control, incluso a él, el revoltoso Edmund que solo sabe regarla para que luego Enrico arregle sus errores...era estúpido pensarlo justo ahora, pero, ¿No era Enrico un ser humano excepcional? ¿Merecía él un hermano menor así?

-¡Edmund!

Ok, ya estuvo bueno. Edmund volvió a la tierra y obedeció a Tai, se puso en pie con la respiración agitada, miró a su mejor amigo y dijo después de una pausa:

-Lo siento.

Y fue directo al despacho del director.

《●》

Más allá de este mundo (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora