1. Inside

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MAINE

Playlist: Billie Eilish-Everything i wanted

¿Por qué sigo aquí? Siento que no encajo en este mundo.

Hoy era el tercer día de mi desconexión con el exterior. Mi tercer día de vacíos internos y conflictos mentales y emocionales.

En otras palabras, era mi tercer día deseando morirme.

¿Por qué sigo aquí? ¿Por qué? La pregunta se repetía en mi retorcida cabezota más veces de las que era capaz de contar, (las matemáticas nunca fueron mi fuerte) de todos modos el no tener una respuesta desarrollaba un feísimo sentimiento en mi interior, era un remolino de negrura absoluta equipada con tristeza, desesperación y enojo.

Me quiero morir por muchas razones. A veces porque si, a veces porque no, y otras veces por mil razones muy diferentes. Los motivos siempre varian, pero al final del día, sin fallas, quiero irme, quiero salir de aquí y nunca volver.

Claro que tengo días buenos, digo, ¿Quién no los tiene? Sin embargo, con dos días buenos que tengo en los tres siguientes solo soy yo en un estado decayente, inseguro y horrible de tratar. Mi madre les llama "los días amargos"

-Maine, ¿estás en los días amargos? ¿Quieres hablar conmigo?

Pero era justamente esos días en los que no quería hablar con ella ni con nadie, pero al mismo tiempo quería hablar con ella y con nadie.

Lo sé, una desastrosa locura.

En los días amargos apagaba mi celular, se lo daba a mi madre y me refugiaba en la desagradable compañia de mí misma, acomulando esas grandes y pesadas maletas de sentimientos absurdos e incoherentes, pero que a la vez no eran absurdos y tenían mucho sentido para mí.

Hoy sentí que debía ser el último día de los días amargos. Decidí salir de mi casa tirando la puerta, sosteniendo firmemente las manillas de mi bicicleta roja, con el corazón bombeando como el motor de un auto de carreras. Estaba asustada, pero debía terminar lo empezado.

Soy una chica obediente, mi mamá lo presume con sus amigas a cada oportunidad, y la verdad era que en mis diecisiete años de tormento en este mundo nunca pensé en escaparme, es decir, ¿para qué? Si podía pedir permiso. Aunque hoy, justamente hoy, creo que voy a arriesgarme.

Recibiré un regaño como el de Ron Weasley en la cámara secreta.

Mis mejillas estaban repletas de lágrimas que seguían cayendo hasta mi barbilla y se estrellaban contra el suelo. Recogí mi cabello en una cola mal hecha mientras que mi cuerpo era cubierto por una franela blanca que perteneció a mi abuelo, (iba sin sujetador como si tuviera unas tetas fascinantes) pantalones de pijama azul y finas medias escolares apretando mis pies. Mi collar dorado con el símbolo de un gato se iluminó con la luz de la luna y en ese estado tan desaliñado me adentré en la noche.

Pedalié en mi biclicleta, mirando al frente sin mirar nada realmente, con el rítmico compás del viento silbando en mis oídos, el canturreo de los grillos y el sonido de los cauchos andando a toda velocidad en estas frías y vacías calles. Debían ser las once de la noche. Eramos el mundo y yo, solos.

Más allá de este mundo (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora