2. Next to me

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EDMUND

Playlist: Led Zeppelin-Living Loving Maid

Si mis cálculos son correctos la chica se llama Maine Samuels. Comparto con ella tres clases, o tal vez una, no lo sé, pero me mira de una forma que indica sus intentos por adivinar los instantes específicos en que hemos cruzado miradas por los pasillos.

Se pueden contar con los dedos.

La chica es prácticamente una deidad en la secundaria, parte de ese grupito al que universalmente se les conoce como los populares. Es la mejor de su clase, el amor de los maestros, la que abre la boca y lo que sea que salga de allí será siempre correcto para cada alumno, que se sienta a comer con Penny McAdams, acude a cada fiesta en su auto de muñequita barbie y sale con tipos como el malnacido de James Tunney. ¿qué mierda hace una chica como ella en un bus? O mejor dicho, mi bus.

Este bus es mi casa rodante. Todos los días subo a la misma hora. Todos los días bajo a la misma hora. No soy rutinario, me gusta hacer cosas diferentes cada cinco minutos, pero este bus es lo único constante en mi vida además de mis familiares. El chófer, Thomas, o Tomate podrido como le digo cuando está cabreado, me conoce desde que logró reunir para comprarse esta chatarra con el motor pegado con cinta adhesiva. Fui su primer cliente, ambos nos llevamos bastante bien, tanto que tengo dos puesto fijos. No es que tenga el culo del tamaño de un elefante, pero es que me gusta tener mi espacio.

Los dos puestos en la fila del medio son exclusivos de mi persona. Nadie se sienta. Nadie los toca. Pero ahora Maine Samuels está sentada en ellos como si además de ser reina de la secundaria fuera reina de este bus.

La voy a bajar de esa nube.

Recorrí el pasillo hasta ella mientras Tomate podrido le pedía que se levantara. Me detuve al llegar, al principio enojado, dispuesto a ser Edmund el cabrón un par de minutos, pero la chica estaba tan concentrada en la canción que corría en sus oídos y en el libro en su regazo que no reparó en Tomate podrido y mucho menos en mí. Se me escapa una sonrisa de medio lado y la miro. Cabe resaltar que cuando digo mirar no me refiero al mero acto de observación, sino a mirarla de verdad, muy en serio.

Su pálida piel blanca me deslumbró, era demasiado elegante, demasiado lisa; su rostro en forma de corazón estaba decorado con un labio inferior carnoso, una nariz pequeña y ojos mezclados entre el ámbar y el verde esmeralda; llevaba demasiadas pestañas, cejas bien delineadas, y lo que más me fascino fue su cabello, negro en las raíces pero luego adoptaba un tono difícil de describir, era pelirrojo pero a la vez no, era rubio pero a la vez no, era muchos colores y a la vez ninguno. Era hermosa, de verdad hermosa, y no se vestía con ropas de alta costura, se vestía normal, muy sencillo, tal vez despreocupado, y su concentración en ese libro era tan consumidora que me pareció que estaba en otro lugar muy alejado de este mundo. Estaba ida.

Vi otras cosas, cosas que no esperé notar en una chica tan renombrada como ella, y por eso, cuando al fin se quita un audífono y mira a Tomate podrido, decido sentarme y dejarla a mi lado.

-Gracias por las molestias, Thomas, pero la chica no ha escuchado nada de lo que has dicho. Al parecer, está un poco ida.

Cuando me analiza, decide hablar.

-¿Te llamas Edmund, cierto? Edmund Bi algo.

Ella sabía como me llamaba, los semblantes de las personas las detalan, pero ok, si se quiere hacerse la boba un rato, puedo soportarlo.

Más allá de este mundo (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora