EDMUND
Playlist: Red Hot Chili Peppers-can't stop.
《●》
Once de la noche. Estoy tocando la batería desde las cinco de la tarde y ya son las once de la noche. Admito que el tiempo corre diferente cuando estoy sentado frente a la batería en mi habitación. Siento el sudor corriendo por mi frente pero no puedo simplemente detenerme. El sonido del solo perteneciente a Jay Weinberg que he estado practicando me ha consumido, una vez que termino vuelvo a empezar, como un ciclo sinfín, porque mientras más tocó más completo me siento, más en mi propio hogar, como si me fuera de viaje por una dimensión divina. Cierro los ojos, siento como la piel entre mis dedos se abre en carne viva de tanto sostener mis azules baquetas, pero simplemente no puedo detenerme. El ambiente, la fuerza, inspiración, pasión, desenfreno...estoy volando de sentimiento en sentimiento. La batería es, literalmente, la forma de mi corazón.
La alarma en mi teléfono marca las doce y entonces logro despertar del trance.
Ya es sábado.
Abro los ojos, deteniendo el toque con la respiración tan agitada que me encontraba al borde del desmayo. Mis manos sangraban un poco, pero estaba feliz, muy contento. Entro al baño para envolver las zonas heridas de mis manos con una curita sin soltar mis baquetas ni un solo segundo. Luego, me dirijo al reproductor de música y escojo can't stop de Red Hot Chili Peppers. Le subo el volumen hasta el máximo.
Salto sobre la cama y me acuesto, estirando los músculos, percibiendo como el aire invade mis pulmones...no se siente para nada especial. Coloco mis baquetas junto a mí para sentarme en el borde de la cama. Intento pensar, pero la mente se me queda en blanco. Siempre se me queda en blanco a partir de este momento.
Meto mi mano derecha dentro del enorme suéter gris que llevaba puesto, sacando mi último frasco de pastillas de la semana. Debo ir a comprar más.
Muevo la cabeza al ritmo de la canción, cantando inspirado. Me echo en la mano todas las pastillas y tiro el pequeño frasco en el piso. Las observo en mi mano. Cada una de esas pequeñas píldoras lucían inofensivas hasta que me las metí a la boca, todas a la vez y...
Y las tragué.
Ya no son tan inofensivas.
Como sea. Ahora, solo tengo que esperar.
Me acuesto de nuevo, cantando, disfrutando la canción hasta que termina. Me quedo un rato más acostado hasta que el tiempo límite llega y, quiera o no, me toca levantarme a cumplir el paso final de mi rutina.
Voy al baño, me agacho frente al inodoro y meto dos dedos en mi garganta.
Intento uno fallido, no pude vomitar.
Intento dos fallido, no pude vomitar.
Último intento tres fallido...no pude vomitar.
-Mierda, mierda-digo, pensando con frustración que esta es la tercera vez que me pasa-. Mierda, es que en serio...-Bajo la tapa del inodoro con furia y abro la llave del lavamanos. Limpio mi cara, contando mentalmente hasta mil.
Marco el número de la única persona que llamo en casos de emergencia, la única persona que, además, sabe porqué hago lo que hago.
Contesta al primer repique.
-¿Edmund?-Tai suena alerta-. Es sábado, mierda, ¿Qué ha pasado?
Soy claro.
-Me tragué un mierdero de pastillas.
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Más allá de este mundo (Libro I)
Romansa-------------------------------- Si algo tiene claro Maine Samuels en esta vida es que quiere morirse. Lo anhelaba. Lo necesitaba. Pero lo que Maine no sabe es que toda oscuridad tiene su latente luz, que llegó con la forma de Edmund Bianchi, un ita...